3. Una explosión imaginaria
La competición de velocidades entre el cuerpo que vuela y el sonido que produce nos obliga a veces a cometer errores involuntarios que con frecuencia no corresponden en absoluto a la realidad del fenómeno.

Figura 154. Explosión ilusoria de un bólido.
Un ejemplo curioso es el de un bólido (o el de un proyectil) que pasa volando muy alto sobre nuestras cabezas. Los bólidos que procedentes del espacio interplanetario penetran en la atmósfera de la Tierra, a pesar de ser frenados por la resistencia del aire, tienen velocidades enormes que son decenas de veces mayores que la velocidad del sonido.
Cuando los bólidos cortan el aire suelen producir un ruido parecido al de un trueno. Figúrese el lector que nos encontramos en el punto C (Figura 154) y que sobre nosotros pasa un bólido siguiendo la línea AB. El sonido que produce el bólido en el punto A nos llegará (a C) cuando aquél se encuentre en el punto B, y como el bólido tiene una velocidad mucho mayor que la del sonido, puede llegar al punto D v mandarnos desde allí un ruido que llegue a nosotros antes que el procedente del punto A. Por esto oiremos antes el sonido que viene del punto D y después el que llega del A. Pero como desde el punto B también nos llega el sonido después que del D, es de suponer que habrá un punto K sobre nuestras cabezas desde 'el cual el ruido del bólido nos llegará antes que desde ningún otro punto. Los aficionados a las matemáticas pueden calcular la posición de este punto estableciendo una relación determinada entre la velocidad del bólido y la del sonido.
De lo antedicho se deduce lo siguiente: Lo que oímos en este caso no se parece en nada a lo que vemos. Para los ojos el bólido aparece en el punto A y desde aquí sigue la línea AB. Pero para el oído el bólido hace su aparición en el punto K, que se halla aproximadamente sobre nuestras cabezas, y después oímos al mismo tiempo dos sonidos que se van apagando en dos direcciones opuestas, es decir, de K a A y de K a B. En otras palabras, oímos algo parecido a lo que ocurriría si el bólido se dividiera en dos partes que salieran lanzadas en direcciones opuestas. Pero no se produjo ninguna explosión. Esto demuestra hasta qué punto pueden ser engañosas las sensaciones acústicas. Es posible que muchos de los casos de explosiones de bólidos declarados por "testigos presenciales" no fueran más que ilusiones acústicas de este tipo.