cómicos en democracia

El cambio político producido por la ruptura democrática trajo como consecuencia la desaparición de la censura administrativa, caballo de batalla de todos los profesionales de la cultura que desde el célebre mayo francés habían reivindicado la libertad de expresión para toda clase de manifestaciones artísticas. No es casual que dichas campañas reivindicativas se hayan esfumado en la nada desde 1982, ya que la censura económica nacida del Cambio político ha sido bendecida por nuestros patriarcas artísticos máximos beneficiarios de las ayudas monetarias del Estado, silenciando las voces discordantes llegándose a ignorar su existencia.

Los actores cómicos más célebres de esta época son Martes y Trece, aunque su personalidad sea ajena a ese Cambio político, faltaría más. Los Comités de Valoración Técnica, eufemístico nombre de la nueva Junta de Clasificación y Censura odian las películas cómicas porque son excesivamente festivas. Martes y Trece fueron al principio un trío, Millán Salcedo, Josema Yuste y Fernando. En sus inicios artísticos aparecieron brevemente en "Sentados al borde de la mañana con los pies colgando" (1979) de Antonio Bentacor, pero con la astracanada "Martes y trece, ni te cases ni te embarques" (1982) de Javier Aguirre finalmente accedieron al estrellato fílmico. El trío adolecía de un humor demasiado bastorro para mi gusto, pero reconozco que en sus actuaciones en directo resultaban graciosos. En cambio el cine parecía no aceptarles, si dosificados eran soportables durante hora y media resultaban muy pesados pese a contar con notable éxito popular.

En "La loca historia de los tres mosqueteros" (1983) de Mariano Ozores se recorrió a la chabacanada más burda, y la posibilidad de tener en ellos a unos cómicos cinematográficos españoles se esfumó en la nada. Fernando desalentado abandonó el trío, y sus dos rcompañeros se convirtieron forzosamente en un dúo que fue muy bien aceptado por el público.

Antes de sus incursiones cinematográficas Josema Yuste había aparecido en solitario en un título muy extraño, "Cocaína" (1981) de Jimmy Jiménez Arnau y Julio Wizuete, con el propio Jimmy como actor. Un film previsiblemente fallido y una aventura completamente insensata. el marido de una nieta de Franco es un personaje pintoresco de la fauna celtíbera, pero no lo suficiente interesante para llenar una película tan nefasta como ésta.

En "La corte del Faraón" (1985) de José Luis García Sánchez, el dúo Josema y Millán aparecieron en papeles poco habituales en ellos consiguiendo un buen trabajo interpretativo aunque debamos lamentar que el realizador, despreciando la excelente zarzuela, añada al texto original una serie tonterías para contarnos una serie de tópicos de los infaustos años cuarenta, el franquismo y la censura de entonces que los espectadores estamos ya hartos de ver.

Esta obra lírica compuesta por Guillermo Perrin, Miguel Palacios y Vicente LLeó estuvo prohibida por el franquismo durante muchos años por su carácter frívolo, pero por lo visto los socialistas tampoco nos han dejado verla por el mismo motivo. Respecto a la película de García Sánchez debemos lamentar la poca gracia que tienen Ana Belén en su papel de Lota, la esposa de Putifar, y el actualmente afamado Antonio Banderas como el casto José. Prefiero con mucho una versión grabada con las voces de Ana María Iriarte, Dolores Cava, Joaquín Portillo "Top" (aquí un casto José con más gracejo) y Miguel Ligero como el Faraón, ya que al menos es mucho más divertida.

La versión azteca de "La corte del faraón" (1944) dirigida por Julio Bracho, con Mapy Cortés, a pesar de su vetusta puesta en escena es asimismo mucho más graciosa y más fiel a la zarzuela que necesita urgentemente una versión fidedigna sin los temibles recuerdos del franquismo que sin venir a cuento nos adjudican cada dos por tres. Con vivirlo ya tuvimos suficiente.

Martes y Trece, bajo la dirección de Alvaro Sáenz de Heredia, rodaron dos películas más que si bien obtuvieron gran éxito taquillero no son aceptables por su chabacanería: "Aquí huele a muerto Pues yo no he sido! (1990) y "El robobo de la jojoya" (1991). En la primera, una parodia del cine fantástico, aparecía Paul Naschy para guasearse del hombre lobo, tal como hizo anteriormente en la execrable "Buenas noches, señor monstruo" (1982) de Antonio Mercero, con los insufribles niños del Regaliz. En "Olla de grillos", un programa infantil de TVE que databa de septiembre de 1991, el mismo actor nos castigó con una parodia del conde Drácula con resultados harto penosos.

Cuando el dúo Martes y Trece decidió separarse, Josema Yuste emprendió su carrera en solitario rodando "Adiós, tiburón" (1995) bajo la dirección de Carlos Suárez, llamada a convertirse en la comedia más taquillera del 96. Es una historia de un ejecutivo feroz que pierde sus agallas tras un fracaso y debe ingresar en un sanatorio. Tras una importante publicidad en televisión, con varios pases de "Cómo se hizo: Adiós, tiburón", la película se estrella estrepitosamente en taquilla porque Josema ya no hacía las payasadas habituales, decepcionando a su público habitual, mientras que los espectadores más serios no acudieron temiéndose precisamente aquel humor del que huía el actor. Sin embargo, con la telecomedia "Todos los hombres sois iguales" (1996) de Jesús Font, para Tele 5, Josema Yuste consigue su primer triunfo en solitario y enterrar por fin el recuerdo de Martes y Trece al conquistar números uno de audiencia.

Igualmente nefastas son las desafortunadas parodias de José Frade dedicadas al género fantástico que no hacen reír ni a una hiena burlona: "Polvos mágicos" (1979) de José Ramón Larraz, con Alfredo Landa; "El ligero mágico" (1980) de Mariano Ozores, con Andrés Pajares; "Brujas mágicas" (1981) de Mariano Ozores, de nuevo con Pajares; "La momia nacional" (1981) de José Ramón Larraz con la bella Azucena Hernández antes del lamentable accidente que la dejó inválida.

Asimismo lamentables fueron la revisión jocosa de la Historia de España en títulos tan imposibles como "Cristobal Colon, de oficio descubridor" (1982) de Mariano Ozores, con Andrés Pajares haciendo de Colón y un horrendo número de Zori y Santos como los hermanos Pinzones; "Juana la loca de vez en cuando" (1983) de José Ramón Larraz, de pésimo gusto y un film totalmente inadmisible; "Cuando Almanzor perdió el tambor" (1983) de Luis María Delgado, ídem eadem ídem; "El Cid Cabreador" (1983) de Angelino Fons, completamente impresentable. Este pseudo cine de humor en vez de ser proyectado en una sala de cine, para no herir la sensibilidad del público, deberían programarse en los establos repletos de asnos, aunque uno se teme que de realizarse tal evento los borricos alucinarían por un tubo al ver la larga serie de tonterías que desfilan a lo largo de su metraje.

Procedentes de las actuaciones personales y los concursos televisivos, el Dúo Sacapuntas enseguida se hizo popular, pero su único largometraje fue directamente distribuido en video. "Yo quiero ser torero" (1987) estaba dirigida por Emilio Aragón, padre, alias Miliki, quien junto a sus hermanos Gaby y Fofó había conseguido gran éxito en sus programas circenses televisivos, así como dos largometrajes rodados en Argentina.

Emilio Aragón, hijo, que había iniciado su carrera profesional sustituyendo al malogrado Fofó, su tío, se independizó artísticamente e incluso protagonizó un largometraje al lado de Ana Obregón, pero sin excesivo éxito. "Policía" (1986) fue dirigida por Alvaro Sáenz de Heredia, hijo del director de "Raza", con resultados superiores a los conseguidos en sus films con Martes y Trece.

Tampoco tuvieron suerte las Hermanas Hurtado con "En busca del huevo perdido" (1982) de Javier Aguirre ni Cruz y Raya (Juan Muñoz y José Sánchez) con "Ni se te ocurra" (1991) de Luis María Delgado, ni mucho menos Los Morancos (los hermanos Jorge y César Cadaval) en "Sevilla Conection" (1992) de José Ramón Larraz. Se trata de cómicos basados en gracias verbales que no resisten su puesta en imágenes, el cine siempre ha creado sus propios mitos pero al carecer de una sólida industria cinematográfica es muy dificil que éstos salgan a la luz.

Igualmente fállida fue la filmografía de los hermanos Calatrava (Francisco y Manuel García Lozano), dúo de cantantes paródicos que siempre realizaban las mayores tonterías inimaginables. Uno no sabe a ciencia cierta a quién va dirigido su humor (?): "Horror Story" (1972) de Manuel Esteban; "El último proceso en París" (1974) de José Canalejas; "Los hijos de Scaramouche" (1974) de George Martin; "Makarras Conexion" (1977) de los hermanos Calatrava; "El E.T.E. y el otro" (1983) de Manuel Esteban, son films extremadamente vulgares. Entre 1995 y 1996, Paco Calatrava, el hermano "feo", grabó por su cuenta varias obras de las apolilladas series televisivas "La revista" y "Maravillas, diez y pico", realizadas ambas por José Luis Moreno (célebre ventrílocuo), descubriéndose que integrado en un argumento está más soportable.

El andaluz Pepe Da Rosa, célebre por sus monólogos y chirigotas tuvo su efímera carrera cinematográfica: "Los alegres bribones" (1980), con Antoñita Colomer, y "Se acabó el petróleo" (1980) las dos de Pancho Bautista; "El pan debajo del brazo" (1984) de Mariano Ozores; "Le llamaban J. R." (1982) y "J. R. contraataca" (1983) ambas de Francisco Lara. No hace falta añadir que su éxito fue tan local como el que obtuvo el mallorquín Xesc Forteza en el alocado "Un, dos, tres ensaimada cada vez" (1984) de Juan Solivellas. Forteza es toda una institución en las islas Baleares por haber formado la única compañía teatral que actúe con regularidad.

El vasco Javier Gurruchaga ha tenido más suerte. Con la Orquesta Mondragón debutó en un film hecho a medida que no funcionó, "Bésame tonta" (1982) de Fernando González de Canales, pero tuvo más suerte en papeles de composición como el de "La vida alegre" (1986) de Fernando Colomo. Lo mismo podríamos decir de Pedro Ruiz que sólo se salva en "Moros y cristianos" (1987) de Luis García Berlanga, mientras que los espectáculos montados a su mayor gloria son insoportables. Debemos destacar sin embargo su interpretación de Pseudopolus en la versión teatral de "Golfus de Roma" de Stephen Sondheim, dirigida por Mario Gas y representada en gira por los teatros españoles durante 1994. Gurruchaga es un buen histrión al que le sobra su vedetismo.

Sin embargo son Andrés Pajares y Fernando Esteso los cómicos más representativos de la época de la transición democrática. Si sus vehículos cinematográficos fueron lamentables, no es menos cierto que el tiempo ha conseguido reivindicar al primero de los dos. Pero ésto es ya capítulo aparte.

El Cine cómico
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