Cantinflas, el pelao azteca
Mario Moreno nació en Ciudad de México el día 12 de agosto de 1913. Siguiendo los deseos de su padre se matriculó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Ciudad de México, pero durante sus estudios comenzó a realizar sus pinitos profesionales como bailarín e imitador. El joven se presentó ante un empresario del teatro de variedades Jalapa (Vera Cruz) para bailar en su espectáculo, pero un día el local sufrió un percance y el director de escena le ordenó que saliera al escenario para calmar los ánimos del público. Mario se puso nervioso, comenzó a hablar de forma entrecortada provocando la hilaridad de los espectadores e inició así su carrera como cómico.
El éxito de Cantinflas fue arrollador, poco a poco fue configurando el personaje que le ha hecho célebre aunque en principio se le comparara con Charlot. El propio Charlie Chaplin se convirtió en admirador suyo e intentó rodar sin fortuna una película con él. Si Charlot era un vagabundo marginal en un país desarrollado, Estados Unidos, en cambio Cantinflas lo era en una sociedad mucho más pobre, México, por lo que su marginación era menor.
Una característica que le hizo célebre fue su verborrea incontenible diciendo muchas palabras que carecen de significado alguno, pero Cantinflas se distinguió siempre por la nobleza de su corazón, su sentimentalismo, y también porque siempre hacía befa de los todopoderosos que se aparecían en su camino.
La primera etapa cinematográfica del peladito fue naturalmente de aprendizaje. Algunos cortos como "Siempre listo en las tinieblas" (1939); "Jengibre contra dinamita" (1939); "Cantinflas boxeador" (1940); "Cantinflas ruletero" (1940), los cuatro de F. A. Rivero, y "La prima de Cantinflas" (1940) de C. Toussaint. La futura estrella también apareció en algún que otro largometraje: "No te engañes corazón" (1936) de Miguel Contreras Torres; "Así es mi tierra" (1937) de Arcady Boytler; "Aguila o sol" (Cara o cruz, 1937) de Arcady Boytler, reestrenada en España como "Cantinflas en el teatro"; "El signo de la muerte" (1939) de Chano Urueta.
Pero fue sin ninguna duda "Ahí está el detalle" (1940) de Juan Bustillo Oro la película que le hizo triunfar. Aquí encontramos un Cantinflas más mordaz de lo habitual, es el novio de la chacha de una casa rica al que le ordenan dé muerte a un perro rabioso. Se produce al mismo tiempo un asesinato y la policía se cree que el infeliz es el criminal. La secuencia del juicio es delirante, ya que éste se cree que le acusan de haber matado el can e ignora que le juzgan por haber dado muerte a una persona. Finalmente todo quedará aclarado, pero antes el magistrado se quedará atónito por la insólita confesión del acusado.
"Ni sangre ni arena" (1941) de Alejandro Galindo, parodia de la célebre película de Rodolfo Valentino; "El gendarme desconocido" (1941) de Miguel M. Delgado y "Carnaval en el trópico" (1941) de C. Villatoro fueron los siguientes jalones de sus éxitos taquilleros que hicieron tomar conciencia a los productores del gran negocio que tenían entre manos, iniciándose así la industrialización de las películas de Cantinflas.
En 1941, el productor Felipe Mier fundó la productora Posa Films dedicada a la producción de sus célebres comedias, muy populares en los países de habla hispana. Generalmente todas sus películas, salvo excepciones, fueron dirigidas por Miguel M. Delgado, interviniendo el catalán Jaime Salvador como argumentista y guionista de casi todas ellas. (15)
"Los tres mosqueteros" (1942) es una chanza a costa de la novela de Alejandro Dumas y Auguste Maquet, con un D'Artagnan pelado y mugriento, y la impagable aparición del aragonés Angel Garasa como cardenal Richelieu. Tras "El circo" (1942), Cantinflas arremetió contra Willian Shakespeare con su hilarante parodia de "Romeo y Julieta" (1943).
"Gran Hotel" (1944) fue una parodia de la película de Greta Garbo, vista desde el humor del pelado mejicano. "Un día con el diablo" (1945); "Soy un prófugo" (1946); "A volar, joven" (1947); "El supersabio" (1948); "El mago" (1948); "El portero" (Puerta joven, 1949); "El siete machos" (1950); "El bombero atómico" (1950; "Si yo fuera diputado" (1951); "El señor fotógrafo" (1952; "Caballero a la medida" (1953); "Abajo el telón" (1954) los éxitos se sucedían sin cesar, convirtiéndo a Cantinflas en todo un mito de las cinematografías de habla hispana.
Miembro del Sindicato de Actores, Mario Moreno se distinguió por su oposición a la política de su presidente, Jorge Negrete, de carácter muy autoritario. A la muerte súbita de éste le sucedió en el cargo fundando la Casa del Actor, de tipo benéfico. Hombre caracterizado por su generosidad, a partir de 1952 emprende una campaña en favor de los pobres, para construir un complejo de hábitat social.
Aparte de su carrera cinematográfica se le conoce su extensa actividad como torero cómico, tal como hemos visto en varias de sus películas. Actuando asimismo en plazas mejicanas en singulares charlotadas.
Hollywood no era indiferente al triunfo de Mario Moreno "Cantinflas", ya que era el único cineasta hispano que les plantaba cara en la taquilla y que les quitaba público a sus grandes superproducciones.
Por eso, el astuto Mike Todd, inventor del sistema llamado Todd-Ao, una pantalla ancha rodada en película de setenta milímetros con gran nitidez de imagen, cuando puso en marcha su mastondóntica superproducción "La vuelta al mundo en 80 días" (Around the World in 80 Days, 1956), según la novela de Julio Verne, tuvo la feliz idea de darle el papel de Passpartout al cómico mejicano para ganarse todo el mercado hispano. Empezada por John Farrow, autor de las secuencias españolas, el resto del film fue realizado por Michael Anderson.
Mario Moreno tenía ante sí un reto importante, representar a los actores hispanos en un reparto internacional donde aparecían gentes de toda índole como David Niven o Shirley McLaine. Pero el reto se superó con creces, actualmente es imposible separar la imagen de Passpartout (el criado de Phileas Fog) de Cantinflas, ni siquiera el británico Eric Idle de la Monty Python fue capaz, en una versión posterior para televisión, de hacernos olvidar su impagable caracterización pese a que cierta crítica francesa se haya quedado estupefacto por la presencia de la estrella mejicana en tan espectacular casting.
Sin embargo lo mejor de la película de Anderson son las secuencias rodadas en los Estados Unidos o Inglaterra, con su suave humor anglosajón, destacando la presencia de Buster Keaton como revisor de un tren del Oeste, tal vez porque sus autores dan una imagen excesivamente tercermundista del resto de los países que aparecen a lo largo del metraje. La aparición de la España de charanga y pandereta más tópica es de juzgado de guardia.
El regreso triunfal de Cantinflas a México no podía ser más afortunado, estaba en la cúspide de la fama y se había convertido en una estrella internacional, rango del que muy pocos actores y actrices aztecas podían presumir: Dolores del Río, Anthony Quinn, Ricardo Montalbán, Gilbert Roland, Pedro Armendáriz, Kathy Jurado y Emilio Fernández. Todos ellos habían realizado incursiones más o menos afortunadas en el cine del coloso del Norte.
Sin embargo Cantinflas tenía un gran problema, su humor básicamente verbal era un completo handicap para reciclarse en otro idioma. Aquellos soliloquios en los que el pelado hablaba mucho sin decir nada, como hacen ciertos políticos españoles cuando tienen el desagradable deber de explicarnos los fracasos de su gestión política, son muy difíciles de traducir al inglés o al catalán. Incluso TV3, la televisión catalana, intentó doblar sin éxito las películas de Cantinflas por lo que acabaron por programarlas en su castellano original.
Pero la suerte estaba echada. Ya convertido en mito, Cantinflas dio lo mejor de sí mismo en "El bolero de Raquel" (1956), con su inenarrable secuencia de baile; "Ama a tu prójimo" (1958) de Tulio Demicheli, una de las raras ocasiones en que no contó con su realizador habitual; "Sube y baja" (1958) o las aventuras de un ascensorista, fueron sus nuevos éxitos en los países hispanos.
Hollywood insistió de nuevo, ávidos de capitalizar los suculentos dividendos de las recaudaciones del genial cómico azteca, decidieron crearle a medida un personaje híbrido, "Pepe" (1960) de George Sidney, donde se le arropó con la créme de la créme del cine internacional (Maurice Chevalier, Shirley Jones, Bing Crosby, Janet Leigh, Dean Martin, Kim Novak, etcétera) y dándole a la película una factura lujosa. Pero a pesar de ser un film más que estimable, el fracaso fue total ¿por qué? pues en principio porque "Pepe" tenía un mal final, Cantinflas perdía a su amada Shirley Jones en la última secuencia. Pero lo más grave es que su humor no era exportable y que su personaje Pepe no era más que un pálido remedo del pelado, que había perdido las características revulsivas que le habían convertido en una celebridad.
Mario Moreno tuvo dificultades para asimilar su derrota. Poco a poco sus personajes se fueron aburguesando, pero siempre contando con un gran éxito taquillero: "El analfabeto" (1960; "El extra (1962); "Entrega inmediata" (1963) todas ellas dirigidas por su fiel Miguel M. Delgado.
"El padrecito" (1964) fue el desquite de Cantinflas respecto a Hollywood. Una historia similar a un film de Leo McCarey, basado en un cura viejo (Angel Garasa) que recibe la ayuda revolucionaria de un sacerdote joven (Cantinflas) que superará todos los problemas de su parroquia. Precisamente es esta película la que ha tenido mayor número de espectadores en España en toda su historia, batiendo a todos los grandes éxitos del cine norteamericano.
Cada Navidad veíamos el estreno de un film de su productora, "El señor doctor" (1965); "Su Excelencia" (1966); "Por mis pistolas" (1968); "Un Quijote sin mancha" (1969); "El profe" (1970), pero el personaje cada vez se iba distanciando más de lo que fue en sus inicios. Un ser humilde, ignorante, pero inteligente.
Con "Don Quijote cabalga de nuevo" (1972) de Roberto Gavaldón, Mario Moreno quiso materializar un viejo sueño, viajar a España para interpretar a Sancho Panza, el fiel escudero del Caballero de la Triste Figura, personaje interpretado por Fernando Fernán Gómez, tal vez el más adecuado para este papel, pero la experiencia fue desastrosa. Ambos actores se llevaban muy mal, y el resultado fue un nuevo híbrido, otro "Pepe".
Las últimas películas fueron cada vez más mediocres, más apagadas y más tristes, su formula se había agotado para siempre: "Conserje para todo" (Conserje en condominio, 1973); "El ministro y yo" (1975); "El patrullero 777" (1977); "El barrendero" (1982), su última película. La prosperidad económica, la edad, habían acabado por destruir al primitivo Cantinflas, su vivacidad se había extinguido y nunca más la recuperó.
En sus últimos años, Mario Moreno se retiró a su rancho donde falleció el 21 de abril de 1993. Con Cantinflas se perdió al más grande cómico cinematográfico de habla hispana, aunque muchos de sus films sean indignos de su fama, y si "Pepe" fracasó, perdiendo la posibilidad de una figura internacional hispana, ésta es la asignatura que queda pendiente del cine americano del Norte.
En los últimos años, al extinguirse el irracional racismo y los prejuicios étnicos, han aparecido en la palestra diversos cómicos de raza negra, de lo cual nos alegramos mucho, pero aún carecemos de un actor o actriz cómico de raíces hispanas. España ha dado buenos payasos circenses, recordemos a Charlie Rivel, desdeñado por la pantalla grande, pero nunca una estrella del cine humorístico como lo fueron los británicos Stan Laurel o Charlie Chaplin.
Esperemos que pronto se creen las situaciones adecuadas para que algún día un hispano triunfe en las plateas y en los videoclubs de todo el mundo.