M de Maroto
El humorista Eduardo G. Maroto (1904-1989) ha pasado a la Historia del Cine Español por la particular gracia de sus escasos cortometrajes. Antes de que nuestro país se embarcara en la cruenta Guerra Incivil, realizó cuatro pequeñas joyas del humor en cuyo guión colaboró asimismo Miguel Mihura: "Una de fieras" (1934) fue el primero de los cortos con un divertido safari al Africa, una insólita aparición de Tarzán y de unos falsos negros pintados con betún hasta que la aparición de la Guardia Civil espanta a los salvajes que querían merendarse a los exploradores. Destaca el sarcasmo del texto, mofándose Maroto de la escasa solvencia de nuestra cinematografía patria.
"Una de miedo" (1935) con Erasmo Pascual haciendo un fantoche llamado el "Karloff", un extraño miserere escasamente lúgubre y la aparición alocada de seres de ultratumba adolecían de un sentido irónico del humor del que carecen parodias más recientes. "Y ahora una de ladrones" (1935) sabrosa parodia del cine negro con unos ladrones que se escapan de los cuadros de un museo y finalmente "Cuento oriental" (1935) basado en las narraciones de las mil y una noches.
Esa suave ironía, ese humor surrealista se vio truncado por la nuestra nada gloriosa guerra y después su carrera fue muy distinta. "Los cuatro robinsones" (1939) obtuvo un buen éxito, aunque es un film de realización tosca y que en la actualidad difícilmente es soportable su visión, pero Maroto comete el error de cambiar de género perdiéndose desde entonces todo su encanto.
Con "Aventuras de Don Quijote" (1961), con mi llorado amigo Angel Falquina como el Caballero de la Triste Figura, se despidió del cine y del corto, pero antes (sin la cooperación de Miguel Mihura) hizo un remake de sus anteriores éxitos, reunidos en un largometraje titulado "Tres eran tres" (1954): un episodio estaba dedicado a las películas de indios, otro al de pandereta español y finalmente al de terror. En dicho sketch aparecía un monstruo de Frankenstein completamente imposible interpretado por Manuel Arbó. Reproduciendo escrupulosamente el clima de los films Universal, el film de Maroto tenía decorados oníricos y belleza plástica. Además tenía en el casting a los cómicos del momento como Manolo Morán, Antonio Riquelme, Gustavo Ré, Luis Sánchez Polack "Tip" y Joaquín Portillo "Top", todos ellos muy entrañables. Maroto viene a ser el representante de un cine de humor inteligente, frente a la zafiedad de la típica españolada. Sus escasas muestras de finura son un oasis en medio de un desierto de vulgaridad.