El ciclón Jim Carrey

En escasos años, el histriónico Jim Carrey se ha convertido en el actor más taquillero de la comedia norteamericana y, lógicamente, en el más odiado por la crítica cinematográfica, sobretodo la española. Nacido en 1962 en Newmarket, Ontario (Canadá), era un muchacho admirador de Dick Van Dyke, Peter Sellers y James Stewart. Un día cuando estaba en la escuela, en plena clase de música, el muchacho comenzó a imitar los instrumentos musicales de un disco que había puesto la profesora de música. Esta se irritó al verle hacer aquellas payasadas y le obligó a realizarlas delante de sus compañeros quienes se partían de risa. La profesora, que también se había divertido, le pidió que realizara números cómicos en una fiesta anterior a Navidad. A sus ocho años obtuvo un éxito arrollador.

A los doce años, su padre perdió su empleo y la familia padeció un largo periodo de extrema pobreza, residiendo en una caravana o en una tienda de campaña. Esa infancia tan dura marcó su carácter, desde entonces el joven Jim era consciente de que para salir de aquella penosa situación debía convertirse en un triunfador, en un cómico fuera de serie que gustara al mayor número de público posible.

En aquella infancia dickensiana, tal como la define Carrey, tuvo que trabajar de todo para ayudar a su familia. Fue agente de seguros, limpió suelos, trabajó en la construcción, pero todo le salía mal aunque eso nunca le preocupó demasiado.

Animado por su padre, el histriónico muchacho marchó a Los Angeles cuando sólo tenía 19 años. Vivía en sucios moteles del Sunset Boulevard, trabajó en un club llamado Comedy Store hasta que el célebre cómico Rodney Dangerfield le vio y decidió llevarlo de gira. Trabajó en un programa de televisión sin éxito, "The Duck Factory" (1984). Debutó más adelante en el cine con papeles muy pequeños: "Finder Keepers" (1984) de Richard Lester, su primera aparición en cine, un título maldito del gran renovador de la comedia visual en sus horas bajas; "Mordiscos peligrosos" (Once Bitten, 1985) de Howard Storm era un horrible film de vampiros; "Peggy Sue se casó" (Peggy Sue Got Married, 1986), un interesante film de Francis Ford Coppola con Katherine Turner; "La lista negra" (The Dead pool, 1988), trepidante episodio del detective Harry Callaham interpretado por Clint Eastwood y dirección de Buddy van Horn, un papel demasiado corto para Carrey que sin embargo seguía adelante en busca de su oportunidad. Con el mismo director repitió en "El Cadillac Rosa" (Pink Cadillac, 1989) pasando también desapercibido, lo mismo ocurrió con su participación en los telefilmes "High Strung" (1991) y "Regreso a Maple Drive" (Doing Time in Maple Drive, 1992).

Tras la desastrosa "Las chicas de la Tierra son fáciles" (Earth Girls Are Easy, 1989) de Julien Temple, una olvidable comedia de ciencia ficción, Carrey fue contratado para una serie de televisión, "In Living Color" en donde era el único actor blanco en un reparto compuesto por negros. Fue su primer éxito importante, catapultándole al estrellato cinematográfico que le vino cinco años después, cuando un productor le envió un guión horrible y estúpido. Carrey se horrorizó al leerlo y se negó en un principio. Pero los productores insistieron, le prometieron libertad de reescribir de nuevo el guión si lo consideraba oportuno.

Así lo hizo, el asunto trataba de un extravagante detective llamado Ace Ventura especializado en animales que residía en Miami. Efectivamente, "Ace Ventura, un detective diferente" (Ace Ventura, Pet Detective, 1994) de Tom Shadyac, el primer film de Jim Carrey como protagonista, fue un auténtico bombazo en los U.S.A. pero no en España, un éxito espectacular que le convirtió en uno de los actores más codiciados por las productoras mientras los críticos le acusaban de realizar un humor muy tosco, completamente idiotizante, así como de convertirse en un mal imitador de Jerry Lewis por su interminable profusión de muecas. Sin embargo el mismo Carrey admite que su humor es vulgar y tonto, sin embargo le encanta realizar esas payasadas ante la cámara porque es lo que su público le pide. ¿Tiene razón Carrey? Sus astronómicas recaudaciones así lo confirman.

Fue con "La máscara" (The Mask, 1994) de Charles Russell donde el estridente Carrey revalidó su incipiente reinado del humor descerebrado, expresión tan de moda en los noventa, aunque en esta ocasión su éxito está apoyado por unos efectivos efectos especiales. Stanley Ipkiss (Carrey), un ciudadano gris, tímido, secretamente enamorado de la hispana Cameron Díaz, incapaz de conseguir lo que más desea se encuentra una misteriosa máscara que le convierte en un ser estrafalario, de ojos saltones y cara verdosa, capaz de realizar las más increíbles piruetas. El número musical de la conga bailada ante los policías que intentan arrestarle pero que acabarán bailando con él es pura antología. Actualmente es una de las canciones más solicitadas en los espectáculos de variedades, al igual que su baile con la ansiada hispana.

El éxito de "La máscara" fue aún más espectacular, creando incluso una serie de dibujos animados nacida a su sombra. Con "Dos tontos muy tontos" (Dumb and Dumber, 1994) de Peter Farrelly, el canadiense volvió a reventar la taquilla por tercera vez en un mismo año. Los críticos le pusieron en su punto de mira, detestando cada una de sus muecas que no han conseguido impedir que su carrera siga ascendiendo.

Tras ser un extravagante Enigma en "Batman Forever" (Batman Forever, 1995) de Joel Schumacher, Carrey regresa al personaje que le dio fama en "Ace Aventura: Operación Africa" (Ace Ventura: When Nature Calls, 1995) de Steve Oedekerk. La taquilla tembló de nuevo y a la prensa cinematográfica le dio un nuevo colapso quedándose atónitos por la gran aceptación popular, que volvió a repetirse en "Un loco a domicilio" (The Cable Guy, 1996) de Ben Stiller.

El futuro de este gesticulante actor parece dulce, aunque las modas suelen ser muy traicioneras. ¿Razones de su éxito? La respuesta es fácil, el mito Jim Carrey obedece a una demanda popular. En cierto modo representa a un cómico que se rebaja hasta la bufonada más descerebrada, valga la expresión, porque por desgracia el nivel cultural de las últimas generaciones está condicionado de forma alarmante a causa de la sociedad de consumo. En cierto modo nos recuerda aquella célebre frase de Roscoe Arbuckle "para agradar al público hay que realizar películas con el nivel intelectual de un niño de doce años" que ya hemos comentado en otra parte de este libro.

Jim Carrey es pues representante de una época, de las inquietudes de una generación frustrada que ha perdido la ansiedad de vivir, su afán de rebeldía y de perfección. Una generación que parece haber claudicado ante un futuro incierto y desolador que se evade con una comicidad fácil, que exiga escaso esfuerzo intelectual. El éxito de Jim Carrey no es casual en ningún modo, responde pues a unos deseos colectivos.

El Cine cómico
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025.xhtml
sec_0026.xhtml
sec_0027.xhtml
sec_0028.xhtml
sec_0029.xhtml
sec_0030.xhtml
sec_0031.xhtml
sec_0032.xhtml
sec_0033.xhtml
sec_0034.xhtml
sec_0035.xhtml
sec_0036.xhtml
sec_0037.xhtml
sec_0038.xhtml
sec_0039.xhtml
sec_0040.xhtml
sec_0041.xhtml
sec_0042.xhtml
sec_0043.xhtml
sec_0044.xhtml
sec_0045.xhtml
sec_0046.xhtml
sec_0047.xhtml
sec_0048.xhtml
sec_0049.xhtml
sec_0050.xhtml
sec_0051.xhtml
sec_0052.xhtml
sec_0053.xhtml
sec_0054.xhtml
sec_0055.xhtml
sec_0056.xhtml
sec_0057.xhtml
sec_0058.xhtml
sec_0059.xhtml
sec_0060.xhtml
sec_0061.xhtml
sec_0062.xhtml
sec_0063.xhtml
sec_0064.xhtml
sec_0065.xhtml
sec_0066.xhtml
sec_0067.xhtml
sec_0068.xhtml
sec_0069.xhtml
sec_0070.xhtml
sec_0071.xhtml
sec_0072.xhtml
sec_0073.xhtml
sec_0074.xhtml
sec_0075.xhtml
sec_0076.xhtml
sec_0077.xhtml
sec_0078.xhtml
sec_0079.xhtml
sec_0080.xhtml
sec_0081.xhtml
sec_0082.xhtml
sec_0083.xhtml
sec_0084.xhtml
sec_0085.xhtml
sec_0086.xhtml
sec_0087.xhtml
sec_0088.xhtml
sec_0089.xhtml
sec_0090.xhtml
sec_0091.xhtml
sec_0092.xhtml
sec_0093.xhtml
sec_0094.xhtml
sec_0095.xhtml
sec_0096.xhtml
sec_0097.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_000.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_001.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_002.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_003.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_004.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_005.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_006.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_007.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_008.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_009.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_010.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_011.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_012.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_013.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_014.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_015.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_016.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_017.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_018.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_019.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_020.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_021.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_022.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_023.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_024.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_025.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_026.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_027.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_028.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_029.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_030.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_031.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_032.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_033.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_034.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_035.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_036.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_037.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_038.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_039.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_040.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_041.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_042.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_043.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_044.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_045.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_046.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_047.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_048.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_049.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_050.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_051.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_052.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_053.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_054.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_055.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_056.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_057.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_058.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_059.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_060.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_061.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_062.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_063.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_064.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_065.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_066.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_067.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_068.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_069.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_070.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_071.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_072.xhtml