De la posguerra al desarrollo
Tras la llegada de la Segunda República en 1932, el restablecimiento de la Autonomía catalana y cuatro años de inestabilidad política, España se desgarró en dos mitades estallando la absurda y sangrienta Guerra Incivil, tal vez el episodio más desdichado de nuestra Historia.
Desdichada por el alto número de pérdidas humanas que costó la locura indiscriminada de una clase política cerril y egoísta. Si lamentable (y condenable) fue el vil asesinato de Federico García Lorca, también lo fue el de Pedro Muñoz Seca (1881-1936), fusilado en Paracuellos del Jarama cuando Santiago Carrillo era responsable del Orden Público en la España Republicana.
Este agudo escritor fue creador de la astracanada, término que definía al disparate y a la extravagancia de sus obras teatrales siendo la más famosa de todas "La venganza de Don Mendo", llevada al cine por Fernando Fernán-Gómez en 1961. Se trata de una de las películas más hilarantes del cine español, donde el realizador en vez de rehuir el lastre teatral lo asume colocando ripios, decorados de papel y gags esperpénticos como la flecha que mata al apuntador, la delirante cámara de tortura y una genial interpretación de Juanjo Menéndez como Marqués de Toro (llamado así porque llevaba cuernos) así como del propio Fernán-Gómez, uno de los mejores Don Mendo que recuerdo.
Otra adaptación de Muñoz Seca se la debemos al prolífico Alfonso Paso, "Los extremeños se tocan" (1970), aunque muy inferior a diversas versiones teatrales. Se trata de una estrafalaria comedia musical sin música, donde los actores recitan los textos de los supuestos cantables.
Antes de su trágico final, Muñoz Seca había trabajado en Joinville, escribiendo versiones españolas de filmes franceses, como "Un hombre de suerte" (1930) que dirigió Benito Perojo, ex Peladilla, con el galán Roberto Rey. "Lo mejor es reír" (1931) de E. W. Emo con Imperio Argentina, réplica hispana de "Laughter" (1930) de Harry D'Abbadie D'Arrast, cuyas versiones alemanas y francesas se deben al gran Alexander Korda. "La pura verdad" (1931) de Manuel Romero, fue el tercer guión adaptado por el rey del astracán., réplica de "Nothing But the Truth" (1929) de Victor Schertzinger.
"La pura verdad" fue protagonizada por José Isbert (1886-1966) uno de los nombres fundamentales del cine español. De muy baja estatura, alegre y campechano Isbert había debutado a los diecisiete años en el Teatro Apolo de Madrid con "El iluso Cañizares" de Carlos Arniches, pasando después al Teatro Lara donde actuó durante dieciséis años como primer actor, viajando por España y Latinoamérica.