Definición de comedia

Según el diccionario, "comedia" es un poema dramático, de desenlace festivo o placentero, que suele presentar los errores o vicios de la sociedad con objeto de ridiculizarlos. Sus sinónimos son las palabras "ficción", "sainete", "entremés" o bien "género cómico" que es el que aquí nos interesa más.

De hecho en su primer siglo de vida la palabra comedia se ha bifurcado englobando subgéneros completamente diferenciados: comedia cómica, comedia musical o comedia dramática. Aquí nos interesa especialmente la primera de estas tres variantes, aquella que nosotros también conocemos como cine de humor y cuyo destino es el de provocar la carcajada en el espectador, aunque también hay que reconocer que estas pretensiones no son sinónimo alguno de cine insubstancial. Todo lo contrario. A veces, en tono jocoso, pueden denunciarse muchos defectos del mundo que nos rodea, reflexionar sobre nuestro presente y nuestro pasado.

Ese es motivo por el cual, en algunas épocas, en España, es muy difícil rodar películas cómicas porque las Administraciones niegan toda subvención a esa clase de cine con la excusa de que es un cine frívolo, superficial y evasivo. En realidad, los motivos por los cuales la Administración sistemáticamente deniegan financiación pública a un proyecto cómico se debe a que desea evitar verse en la picota, ridiculizado ante la opinión pública demostrando así la falta de madurez política de nuestras instituciones incapaces de admitir la crítica del ciudadano medio.

España, mentalmente, es aún incapaz de superar los tics franquistas del pasado, los cuales vemos reciclados en actitudes autoritarias tendentes a mitificar las instituciones democráticas como si éstas estuvieran vacunadas contra el error. Lejos de ésto, la sana crítica, no la descalificación gratuita e interesada, siempre tiende a poner en evidencia los defectos de la sociedad que nos rodea invitándonos a su superación y, en cierto modo, a su perfección.

Nos reímos de aquello que está mal, que no es correcto. Decía Charlie Chaplin que en sus películas cortas, cuando colocaba en el suelo una piel de plátano procuraba que fuera pisada por un robusto capitalista de larga barba y encopetado sombrero porque representaba lo más negativo de nuestra sociedad, el poder desmedido, la avaricia y la codicia. La caída al suelo de este elemento inquietante causaba siempre gran hilaridad porque se humillaba un símbolo de arrogancia y antipatía.

En cambio, si la piel de plátano fuera pisoteado por una humilde sirvienta, la caída no causaría ninguna hilaridad sino que provocaría la indignación del público que automáticamente sentiría lástima de la desafortunada doncella.

En el cine español de los ochenta, sobretodo en el cine catalán de la presente época, siempre suele omitirse toda crítica posible al presente. Pocos realizadores lo han intentado. Por regla general, los realizadores españoles suelen rodar películas para ridiculizar el franquismo a título de venganza por las cuatro décadas que duró su régimen, pero esas críticas al pasado encubren su complacencia con nuestro presente.

Se cree erróneamente que ridiculizar el presente supone defender al régimen anterior. Nada hay más falso. Poner en solfa los defectos de los tiempos que vivimos supone defender nuestro futuro, es decir, un mañana mucho mejor que nuestra actualidad.

Esta exposición explica el porque del alejamiento del público español del cine nacional en los años ochenta y noventa, porque nuestras películas, que siempre se miran el ombligo, se han distanciado de la realidad que nos rodea.

Decía Antoni Kirchner, delegado de los Servicios de Cine de la Generalitat, respecto al cine catalán actual que en el futuro se podrá estudiar nuestra época gracias a nuestras películas. Yo creo al contrario que nuestras películas no representan las inquietudes de nuestra época sino los fantasmas personales de unos personajes egoístas que viven encerrados en su torre de marfil.

Por esta razón, haciendo referencia al cine español de los sesenta o setenta, creo tal como he apuntado antes que las películas de Mariano Ozores, Pedro Lazaga o Pedro Masó, reflejan mejor las virtudes y defectos de la sociedad que los engendró como demuestran su masiva aceptación popular ocasionada porque el público se identificaba con ellas.

España es el vecino del quinto, no la prima Angélica, tanto si nos gusta como si no. Esa comedia a la española es un espejo esperpéntico, deformante, de una sociedad anclada en el pasado, en sus eternos mitos, en una serie de valores obsoletos y en una moral anacrónica.

Nuestro país es actualmente cabecera de todos los defectos de la Comunidad Europea, el que tiene más paro, más analfabetos, donde se lee menos, donde la Justicia es indigna de llamarse por este nombre, con la cultura más endogámica, con mayor dosis de amiguismo, cerrilidad e intransigencia.

Una sociedad que evidentemente no nos gusta, por eso no molestan esas comedias antes aludidas, porque son el más vivo reflejo de una sociedad que nos avergüenza, en la que nos sentimos incómodos, y que no está a la altura de nuestra ilusiones. Sin embargo nunca hacemos nada para modificar nuestra triste realidad, sólo lamentarnos porque la padecemos.

Por esta razón sirvan estas líneas para reivindicar aquí y ahora un cine mucho más comprometido con nuestro entorno, un cine donde se cuestionen nuestros vicios y nuestros errores, que nos presente la vida tal como es, aunque deformado por el prisma del humor para evitar la crispación inútil.

En definitiva, reivindico un cine que esté vivo, un cine que nos llene, que nos haga vibrar y que nos haga reír de nuestras propias miserias ya que tal vez esta sea, sino la única, la más sana fórmula de ser mejores de lo que somos.

El Cine cómico
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025.xhtml
sec_0026.xhtml
sec_0027.xhtml
sec_0028.xhtml
sec_0029.xhtml
sec_0030.xhtml
sec_0031.xhtml
sec_0032.xhtml
sec_0033.xhtml
sec_0034.xhtml
sec_0035.xhtml
sec_0036.xhtml
sec_0037.xhtml
sec_0038.xhtml
sec_0039.xhtml
sec_0040.xhtml
sec_0041.xhtml
sec_0042.xhtml
sec_0043.xhtml
sec_0044.xhtml
sec_0045.xhtml
sec_0046.xhtml
sec_0047.xhtml
sec_0048.xhtml
sec_0049.xhtml
sec_0050.xhtml
sec_0051.xhtml
sec_0052.xhtml
sec_0053.xhtml
sec_0054.xhtml
sec_0055.xhtml
sec_0056.xhtml
sec_0057.xhtml
sec_0058.xhtml
sec_0059.xhtml
sec_0060.xhtml
sec_0061.xhtml
sec_0062.xhtml
sec_0063.xhtml
sec_0064.xhtml
sec_0065.xhtml
sec_0066.xhtml
sec_0067.xhtml
sec_0068.xhtml
sec_0069.xhtml
sec_0070.xhtml
sec_0071.xhtml
sec_0072.xhtml
sec_0073.xhtml
sec_0074.xhtml
sec_0075.xhtml
sec_0076.xhtml
sec_0077.xhtml
sec_0078.xhtml
sec_0079.xhtml
sec_0080.xhtml
sec_0081.xhtml
sec_0082.xhtml
sec_0083.xhtml
sec_0084.xhtml
sec_0085.xhtml
sec_0086.xhtml
sec_0087.xhtml
sec_0088.xhtml
sec_0089.xhtml
sec_0090.xhtml
sec_0091.xhtml
sec_0092.xhtml
sec_0093.xhtml
sec_0094.xhtml
sec_0095.xhtml
sec_0096.xhtml
sec_0097.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_000.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_001.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_002.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_003.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_004.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_005.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_006.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_007.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_008.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_009.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_010.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_011.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_012.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_013.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_014.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_015.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_016.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_017.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_018.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_019.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_020.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_021.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_022.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_023.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_024.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_025.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_026.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_027.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_028.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_029.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_030.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_031.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_032.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_033.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_034.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_035.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_036.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_037.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_038.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_039.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_040.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_041.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_042.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_043.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_044.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_045.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_046.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_047.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_048.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_049.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_050.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_051.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_052.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_053.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_054.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_055.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_056.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_057.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_058.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_059.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_060.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_061.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_062.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_063.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_064.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_065.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_066.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_067.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_068.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_069.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_070.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_071.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_072.xhtml