No es Hollywood todo lo que reluce
Aunque parezca mentira, también en Hollywood se ruedan bodrios. De hecho es normal que eso sea así, no todo el mundo tiene el mismo talento, pero lo que sí resulta grave es que este subcine vaya respaldado por una distribución internacional. Malas películas existen desde la invención del Séptimo Arte, muchos errores se han producido tanto en Hollywood como en cualquier parte del mundo, pero lo que resulta inadmisible es que se haga una total apología de la necedad.
No se sabe por qué, a finales de los setenta aparece una oleada de engendros fílmicos de pésimo gusto, tal vez intentando copiar el clamoroso éxito de un film de John Landis, "Desmadre a la americana", que comentaremos más adelante, pero que flaco servicio hicieron a la juventud norteamericana a la que retrataron como si fueran todos una pandilla de idiotas. Eran como una puesta al día de aquellas horribles comedietas playeras que en los sesenta protagonizaron Frankie Avalon y Annette Funicello, actores éstos convertidos actualmente en "carrozas" estrellas televisivas. Esta nueva oleada de engendros se ven agravadas por un léxico deplorable, unos guiones estúpidos que por regla general están mal filmados, sin ningún valor cinematográfico: "Los incorregibles albóndigas" (Meatballs, 1979) de Ivan Reitman, con Bill Murray, abrió el fuego de tan nefasta serie; "Los jóvenes y sus locos cacharros" (Van Nuys Boulevard, 1979) de William Sachs; "La banda de los tocapelotas" (Sweet Things, 1980) de Lee Rose; "Despelote en el campamento" (Summer Camp, 1980) de Chuck Vicent; "Porky's" (Porky's, 1981) de Bob Clark, un gran éxito comercial cuyo único atractivo residía en la presencia de la impagable Kim Catrall, digna de mejor suerte; "California Girls" (California Girls, 1982) de William Webb; "Aquel excitante curso" (Fast Times, 1982) de Amy Heckerling; "Movida en la universidad" (Zappee, 1982) de Robert J. Rosenthal; "Movidas de verano" (Spring Break, 1983) de Sean S. Cunningham, autor de la nefasta serie de Jason; "Los albóndigas en remojo" (Up the Creek, 1984) de Robert Butler; "Porky's II — Al día siguiente" (Porky's II: The Next Day, 1983) de Bob Clark; "Hot Dog el film" (Hot Dog the Movie, 1985) de Peter Markle; "Juegos de amor en la universidad" (The Sure Thing, 1985) de Bob Reiner; "Teen Wolf, de pelo en pecho" (Teen Wolf, 1985) de Rod Daniel, con Michael J. Fox en el papel de un imposible licántropo quinceañero; "Los albóndigas atacan de nuevo" (Meatballs II, 1985) de Ken Wiederhorn; "Teen Wolf II" (Teen Wolf II, 1988) de Christopher Leitch, título que demuestra que segundas partes aún son peores que el bodrio original, la serie parecía no tener fin hasta desembocar en unas series televisivas embrutecedoras.
Sin embargo la serie más exitosa de los ochenta transcurre en una academia de estrafalarios policías, descendientes de los Keystone Cops, aunque sus aventuras cinematográficas carezcan de solidez narrativa: "Loca academia de policía" (Police Academy, 1983) de Hugh Wilson, con Kim Catrall y Steve Guttenberg; "Loca academia de policía 2" (Police Academy II, 1985) de Jerry Paris; "Loca academia de policía 3: de vuelta a la escuela" (Police Academy 3: Back in Training, 1986) de Jerry Paris; "Loca academia de policía 4. Los ciudadanos se defienden" (Police Academy IV — Citizens on Patrol, 1987) de Jim Drake; "Loca academia de policía 5 — Operación Miami Beach" (Police Academy 5 — Assignment Miami Beach, 1988) de Alan Myerson, "Loca academia de policía 6 — Ciudad sitiada" (Police Academy 6 — City Under Siege, 1989) de Peter Bonerz y "Loca academia de policía 7 — Misión en Moscú" (Police Academy: Mission to Moscow, 1993) de Alan Mette, esta última con aparición especial de Christopher Lee.
La comicidad de dichas cintas es demasiado tópica, carente de la más mínima imaginación y a veces cayendo en el pésimo gusto. Sin embargo hay que reconocerle algunos méritos, ya que al menos supieron contactar con cierta clase de público que coreaba todas sus gracias. Incluso su enorme fama les convirtió en una serie de dibujos animados para televisión. Durante una temporada la palabra "loco" o "loca" en el título de una película era ya garantía de éxito y risa sin cuento, veamos sino "Los locos del bisturí" (Young Doctors in Love, 1982) de Gary Marshall, con Sean Young y "Los locos del taxi" (D. C. Cab, 1985) de Harvey Miller, entre otras de menor enjundia.
Otra serie insólita está protagonizada por un niño, recién nacido, quien comenta voz en off (doblado por un adulto) todas las incidencias de sus películas. "Mira quien habla" (Look Who's Talking, 1989) de Amy Heckerling, con Kirstie Alley y John Travolta, obtuvo éxito y claro, enseguida le vino la secuela de rigor, esta vez con la voz de una hermanita pequeña, "Mira quien habla también" (Look Who's Talking Too,1990) de la misma realizadora y con la misma pareja protagonista. Como no hay dos sin tres, apareció finalmente "Mira quien habla ahora!" (Look Who's Talking Now, 1993) de Tom Ropelewski, esta vez narrada por un par de perritos que la susodicha pareja adquiere para hacer compañía a los niños. Si como curiosidad resulta aceptable, al cabo de media hora el invento termina por aburrir, aunque tengo algunos buenos momentos y dé una segunda oportunidad a la carrera de Travolta, eclipsada cuando comenzó a madurar como persona y como actor.
Tras el éxito obtenido en "Diez, la mujer perfecta" (Ten, 1979) de Blake Edwards, el menudo Dudley Moore fue lanzado al estrellato, pero su carrera irregular jamás le ha dado otro título de la misma categoría: "Santísimo Moisés" (Wholly Moses, 1980) de Gary Weis; "Arthur, el solterón de oro" (Arthur, 1981) de Steve Gordon, con Liza Minnelli; "Loco de amor" (Lovesick, 1982) de Marshall Brickman; "En íntima colaboración" (Romantic Comedy, 1983) de Arthur Hiller, con Mary Steenburgen; "Infielmente tuya" (Unfaithfullt Yours, 1983) de Howard Zieff, con Nastassia Kinski; "Seis semanas" (Six Weeks, 1983) de Tony Bill, con la televisiva Mary Tyler Moore; "Arthur 2 on the Rocks" (Arthur on the Rocks, 1988) de Bud Yorkin, con Liza Minnelli de nuevo; "De tal astilla tal palo" (Like Father Like Son, 1988) de Rod Daniel, un niño y su padre invierten sus cuerpos.
George Hamilton, galán almidonado de antaño, al pasarle la edad de seducir jovencitas decidió rodar payasadas como "Estos zorros locos, locos, locos" (Zorro Blade Gay, 1982) de Peter Medak, con Lauren Hutton. Olvidable, naturalmente. Recientes desatinos son, por ejemplo, los films de Jim Carrey y Eddie Murphy,, desacatos como "Una jaula de grillos" (The Birdcage, 1996) de Mike Nichols, con Robin Williams y Nathan Lane como la pareja protagonista. Nathan Lane triunfó este mismo año en los escenarios de Broadway con la reposición del musical "Golfus de Roma". "Sargento Bilko" (Sgt. Bilko, 1996) de Jonathan Lynn, con el insoportable Steve Martin y el insípido Dan Aykroyd, cinta de humor cuartelero. Idem, "Un poeta entre reclutas" (Renaissance Man, 1996) de Penny Marshall, con Danny DeVito y Gregory Hine, y. "En la Mili (americana)" (In the Army Now, 1994) de Daniel Petrie Jr.
"Los locos de Cannonball" (The Cannonball Run, 1981) de Hal Needham, con Burt Reynolds, Dean Martin y otros actores americanos célebres, quisieron divertirse con esa carrera de golpes y escasa gracia. Roger Moore decidió parodiar su célebre personaje de James Bond, sin citar su nombre, llevando un coche cuyos artilugios fantásticos siempre se volvían contra él.
En "La maldición de la pantera rosa" (Curse of the Pink Panther, 1983) de Blake Edwards, rodada tras la muerte de Peter Sellers, el inspector Clouseau se hace la cirugía estética para convertirse en Roger Moore. Siempre lamentaré que Edwards no haya seguido rodando esta serie con dicho actor, hubiera sido una buena represalia por la imagen ñoña que Moore ha dado del agente 007.