Capítulo 62

Nick y Janine estaban sentados ante la pequeña mesa de cristal esmerilado situada en mitad de la cocina y rodeada de relucientes armarios blancos y electrodomésticos de acero inoxidable. No tenía nada que ver con la cocina de Mónica, de rústicos muebles de roble tallado y visillos de encaje. Nick bajó la vista hacia el cuenco que tenía delante, su desayuno. Él y su mujer -qué raro le resultaba llamarla de esa manera- atacaban con valentía sus respectivas raciones de cereales y frutos secos cubiertos de yogur natural con bífidus activo. Un vaso de zumo de naranja recién exprimido descansaba sobre un posavasos grabado con un símbolo chino que era señal de buena suerte, o de buena salud, o algo parecido. No había a la vista ninguna salchicha ni cualquier otro alimento que elevara el colesterol. Nick tosió, y la tos sonó excesivamente en el silencio reinante. Era como si nunca se hubiera sentado antes a aquella mesa, como si aquel escenario no hubiera formado parte nunca de su rutina diaria.

Janine le sonrió desde el asiento de enfrente, pero, más que una sonrisa, se trataba de un tirante e incómodo intento por expresar jovialidad.

- ¿Has dormido bien?

- Sí, perfectamente.

Apenas había pegado ojo. A Janine no le había hecho gracia que Nick hubiera decidido marcharse al cuarto de invitados en lugar de reclamar su puesto en la cama de matrimonio. Suspiró para sí mismo. ¿Estaba siendo demasiado sensible con todo este asunto? Tal vez debería haber realizado una victoriosa marcha triunfal y haber reivindicado así su puesto en la casa. Quizá debería haber llevado a Janine hasta el piso de arriba y, después de arrojarla sobre el colchón, haberle hecho el amor cual héroe conquistador. Le había dado la impresión de que era lo que ella esperaba; pero, por desgracia, ése no era su estilo. A duras penas había sido capaz de echar un vistazo a la cama doble que en su día había compartido con Janine, la misma que recientemente había dejado libre Phil, el carnicero. A Nick le disgustaba la sola idea de tumbarse en el lugar donde otro hombre había dormido hasta hacía poco. Resultaba un tanto extraño, pero mientras estuvo separado de Janine había conseguido apartar de su mente las imágenes de ella con su amante. Ahora que había regresado a la escena del crimen, por así decirlo, resultaba bastante más difícil fingir que nada de aquello había ocurrido. De alguna forma, el encontrarse allí otra vez hacía que las heridas que él creía curadas volvieran a abrirse y a mostrarse en carne viva.

Además, la cama bien podía calificarse como un bloque de cemento en comparación con el antiguo y desvencijado colchón de su dormitorio infantil. No sabía cómo, pero los codos y las rodillas se le habían afilado de pronto y las caderas resultaban más huesudas de lo que él recordaba. Janine era muy aficionada a las camas duras, y a las tres de la mañana Nick cayó en la cuenta de que no compartían los mismos gustos.

El proceso de aseo personal también había estado plagado de dificultades. En lugar de disfrutar viendo cómo Janine entraba y salía del cuarto de baño con su liviana ropa interior de color negro, le aterrorizaba la idea de tropezarse con ella estando desnudo. En los viejos tiempos, todos los días tenía lugar una amistosa batalla frente al espejo en la que ambos se disputaban el espacio para cepillarse los dientes, lavarse la cara o maquillarse -esto último en el caso de Janine, claro-. Si se les hacía tarde, se duchaban a la vez, lo que por lo general tenía como consecuencia que se retrasaban aún más. Esa mañana, Nick se quedó tumbado en la cama, inmóvil, hasta que estuvo seguro de que Janine había terminado de arreglarse. Sólo entonces se encontró a salvo para atravesar de puntillas el rellano, con los calzoncillos puestos, y por primera vez se encerró con pestillo en el cuarto de baño de su casa.

- ¿Qué te apetece cenar esta noche? -preguntó Janine con voz más bien tensa.

¿A eso se había reducido la conversación entre ambos? Nick se encogió de hombros.

- Con tal de que no haya bizcocho relleno de postre, me da lo mismo.

- Tengo un cordero muy bueno en el congelador -dijo Janine.

Ambos alzaron la vista al comprender las implicaciones de aquella sencilla frase, Janine mostró una expresión desolada. Imitó su propia voz, pero ahora con una nota de patetismo:

- Tengo un cordero muy bueno en el congelador… -cogió la cuchara y se golpeó con ella en la cabeza-, ¿en qué estaré pensando? Qué estúpida soy! Menuda forma de meter la pata.

- Tranquila -dijo Nick-. No va a resultar fácil conseguir que nuestras vidas vuelvan a encajar.

- No -coincidió Janine-. Lo siento. Lo siento mucho.

Ambos se concentraron en los cereales con frutos secos.

- ¿Cordero? -preguntó Nick-. Entonces ya no eres vegetariana.

Su mujer le miró con cierta timidez.

- Ya no practico, es verdad.

- Vaya.

¿Por qué no había contado con que el tiempo también había pasado para Janine? Era lógico que hubiera pasado página, cambiado, evolucionado para adaptarse a su nueva relación. Pero de ahí a comer carne… Era como si el papa se declarase ateo de repente.

- Algo de pescado estaría bien.

- Pescado -repitió Janine con entusiasmo-. Sí, pescado estaría bien. Compraré salmón.

De cultivo orgánico, claro. Con menos toxinas.

Al mismo tiempo, levantaron sus respectivos vasos de zumo de naranja natural y bebieron un sorbo.

- ¿Te parece bien salmón?

- Me parece estupendo.

Nick renunció a sus cereales. Era evidente que tardaría algún tiempo en olvidarse del exquisito beicon a la plancha y los esponjosos huevos revueltos nadando en mantequilla que su madre preparaba.

- Janine, ¿por qué rompiste con Phil?

Su mujer también apartó el desayuno a un lado.

- No me apetece hablar de eso, francamente -respondió-. Creo que deberíamos olvidar el pasado y mirar al futuro.

«Ojalá fuera tan sencillo», reflexionó Nick. Cuando se vio obligado a marcharse, Janine se negó en redondo a hablar de las razones de la ruptura. Ella se había enamorado de otro hombre, era cierto, pero Nick ignoraba por completo en qué había fallado él. Iba a resultar difícil no volver a actuar de la misma manera, ya que ignoraba en qué había consistido su error.

- Bueno -Nick se levantó de la mesa-. El desenfrenado mundo de los vehículos de ocasión no espera a nadie -recordó que ahora no tenía a su madre para limpiar lo que él ensuciaba y decidió llevar al lavaplatos el cuenco y el vaso-. Será mejor que me vaya.

- Nick -dijo Janine con nerviosismo-, todo va a salir bien, ¿verdad?

- Pues claro que sí.

Nick se acercó a ella y le dio un fugaz beso en los labios. No parecían encajar entre sí con la facilidad de antes. Tras seis meses de separación, los labios no podían haber cambiado, ¿o sí?

- Es una cuestión de tiempo -añadió.

Y de trabajo. Y de tolerancia. Y de perdón. Nick nunca había contado con que el amor fuera perfecto, pero tampoco lo había imaginado tan plagado de defectos.

Me vuelves loca
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025.xhtml
sec_0026.xhtml
sec_0027.xhtml
sec_0028.xhtml
sec_0029.xhtml
sec_0030.xhtml
sec_0031.xhtml
sec_0032.xhtml
sec_0033.xhtml
sec_0034.xhtml
sec_0035.xhtml
sec_0036.xhtml
sec_0037.xhtml
sec_0038.xhtml
sec_0039.xhtml
sec_0040.xhtml
sec_0041.xhtml
sec_0042.xhtml
sec_0043.xhtml
sec_0044.xhtml
sec_0045.xhtml
sec_0046.xhtml
sec_0047.xhtml
sec_0048.xhtml
sec_0049.xhtml
sec_0050.xhtml
sec_0051.xhtml
sec_0052.xhtml
sec_0053.xhtml
sec_0054.xhtml
sec_0055.xhtml
sec_0056.xhtml
sec_0057.xhtml
sec_0058.xhtml
sec_0059.xhtml
sec_0060.xhtml
sec_0061.xhtml
sec_0062.xhtml
sec_0063.xhtml
sec_0064.xhtml
sec_0065.xhtml
sec_0066.xhtml
sec_0067.xhtml
sec_0068.xhtml
sec_0069.xhtml
sec_0070.xhtml
sec_0071.xhtml
sec_0072.xhtml
sec_0073.xhtml
sec_0074.xhtml
sec_0075.xhtml
sec_0076.xhtml
sec_0077.xhtml
sec_0078.xhtml
sec_0079.xhtml
sec_0080.xhtml
sec_0081.xhtml
sec_0082.xhtml
sec_0083.xhtml
sec_0084.xhtml
sec_0085.xhtml
sec_0086.xhtml
sec_0087.xhtml
sec_0088.xhtml
sec_0089.xhtml
sec_0090.xhtml
sec_0091.xhtml
sec_0092.xhtml
sec_0093.xhtml
sec_0094.xhtml
sec_0095.xhtml
sec_0096.xhtml
sec_0097.xhtml
sec_0098.xhtml
sec_0099.xhtml
sec_0100.xhtml
sec_0101.xhtml
sec_0102.xhtml
sec_0103.xhtml
sec_0104.xhtml
sec_0105.xhtml
sec_0106.xhtml
sec_0107.xhtml
sec_0108.xhtml
sec_0109.xhtml
sec_0110.xhtml
sec_0111.xhtml
sec_0112.xhtml
sec_0113.xhtml
sec_0114.xhtml