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Aniquiladora derribada! —gritó el líder del Escuadrón Contracorriente—. ¡Todas las naves, huid sobrecargando! ¡Ya!

Judy dejó escapar un largo suspiro. Estaba de pie, con las manos a la espalda, mirando el holograma. A su alrededor, en el centro de mando, hubo algunos aplausos. Otras personas rezaban. Rikolfr estaba sollozando.

Judy se quedó mirando cómo caía la bomba. Había hecho lo que había podido. Quizá la humanidad pudiera recuperarse, con las naves que sobrevivieran. Quizá los Desafiantes pudieran medrar. Tendrían que hacerlo sin la base Alta. Judy se preparó para lo peor. Las naves se dispersaron para intentar escapar de la onda de choque. Todas excepto una.

Esa se lanzó en picado hacia la bomba.

—La defectuosa —susurró Judy.

Enganché la bomba con mi lanza de luz y pasé a ascender con una curva que saturó los increíbles ConGravs de M-Bot. La fuerza me apretó contra el asiento mientras, por los pelos, coronaba una colina polvorienta tirando de la bomba tras de mí.

M-Bot me mostró una cuenta atrás que reproducía la de la aniquiladora. Cuarenta y cinco segundos.

—Tenemos que sacar esa cosa de la zona de muerte —dije, empujando del todo el acelerador y desviando energía para una sobrecarga máxima.

—La cosa estará apurada —repuso él—. Estoy extendiendo la turbina atmosférica para que esa bomba no se suelte de nuestra lanza de luz al acelerar, pero, por encima de Mag 16, la envoltura de la turbina se encogerá demasiado para cubrir del todo la bomba, así que, de momento, ese es nuestro máximo.

Estábamos alejándonos de Alta como una exhalación, acelerando a una velocidad que ninguna nave de la FDD podría haber alcanzado, a pesar de aquella restricción. Sentí la aceleración incluso a través de los ConGravs de M-Bot. Pasamos entre un grupo de naves de la FDD, que dejamos atrás en un abrir y cerrar de ojos.

—¡Vamos a conseguirlo! —exclamó M-Bot—. Por muy poco. Pero… Oh.

—¿Qué? —pregunté.

—Estaremos en el centro de la detonación cuando explote, Spensa. Y no quiero morir. Esto es de lo más inconveniente.

La cuenta atrás llegó a diez. Por delante, vi una nube de puntos negros en el aire. Krells que perseguían a las naves de la FDD.

—¡Tiene que haber una forma de escapar! —dijo M-Bot—. Propulsor e impulsores, operativos. No, no serán lo bastante rápidos. Anillo de pendiente y controles de altitud, operativos. ¿Podemos elevarnos a la suficiente velocidad? ¡No, no, no!

Me sentía en paz. Serena.

—Comunicaciones y sistemas de sigilo, operativos pero inútiles. Lanza de luz, operativa, transportando la bomba. Si la soltamos demasiado pronto, la onda expansiva alcanzará Alta.

Me hundí en la nave, sintiendo, transformándome en sus mismísimos procesadores mientras trabajaban. Sentí que la cuenta atrás descendía a tres.

—Autorreparación, no operativa. Destructores, no operativos.

Dos.

Noté, más que vi, el estallido de la primera explosión de la bomba detrás de nosotros. Y sentí, más que oí, cómo trabajaba la herramienta de diagnóstico de M-Bot.

—Componente biológico activado —dijo su voz.

Uno.

—Hipermotor citónico, operativo.

Una explosión de fuego nos rodeó.

—¿Qué? —dijo M-Bot—. ¡Peonza, activa el…!

Hice algo con mi mente.

Desaparecimos, dejando un agujero con forma de nave en la creciente bola de fuego y destrucción.