Capítulo - IL

Una bolsa trasparente con mechas rojizas, apareció frente a los cuatro buceadores. Los ocasionales restos de basura que flotaba por los alrededores, hasta parecían formar parte de un ecosistema completamente alterado. Tom miró a sus compañeros y juntó el dedo índice con el pulgar para formar una O. Genial. Todo marcha sin problemas –pensó el americano grandullón-. El robot, anclado entre el suelo de la piscina y sus paredes, cortaba la alisada superficie con una increíble precisión. Desde arriba y a través de los cristales no se podía distinguir más que polvo y restos diversos que prácticamente se habían tragado todo lo que se encontraba por los alrededores. Las cámaras frontales de URSULA no distinguían nada y Rajid se vio obligado a activar los sensores de calor y, introduciendo las coordenadas de corte en el ordenador, puso el robot en modo automático. Menos vistoso pero igual de eficaz.

- Salimos a superficie –indicó Ryo- ¿Algo que hacer antes de abandonar el lugar?

- No, de momento no tenemos ningún problema –dijo Rajid-. Subid, comed un poco y por la tarde, cuando el robot haya acabado con el trabajo, entráis de nuevo.

- Muy bien, regresamos.

El bufet de latas con sardinas en tomate, pimientos rojos chamuscados en una parrilla improvisada, pan tostado y queso de cabra con nombre a saltamontes sin cabeza, no era un manjar demasiado apetitoso. Los cansados buceadores pasaron por el bufet sin comer demasiado y se dirigieron donde se encontraba Rajid y los demás viendo como avanzaba el robot.

Pasadas dos horas había seccionado el fondo de la piscina en doce partes, creando una especie de puzle descomunal. Pasadas otras dos horas más, la visibilidad era perfecta y ya podían empezar a trasladar las placas sin dañarlas más de lo necesario, si es que el suelo que se encontraba por debajo lo permitía.

- ¿Se mueven las placas? –preguntó Hiro a Rajid-.

- Espera un minuto. Tengo que hacer un hueco en la esquina de la pared para poder introducir el brazo libre. A ver… casi… listo.

- Al parecer se mueven.

- Sí, me parece que vamos a tener suerte.

Con movimientos suaves indicaba a la maquina como enganchar la delicada y valiosa placa para deslizarla sobre el resto; la levantó unos veinte grados, despegándola del fondo igual que a una costra seca, e intentó girarla hacia el lado opuesto de la pared.

- Creo que deberíamos bajar –instó Ryo-.

- Está todo controlado. Ahora giro el brazo y…

Lo que no se distinguía con claridad, eran las grietas de la placa provocadas por el corte agresivo y el paso del tiempo. En un abrir y cerrar de ojos, la placa se partió en dos y, aunque se cayó lentamente gracias a la densidad del agua, cuando tocó el fondo se partió en cinco pedazos más.

- Te dije que debíamos bajar, pero no me escuchas.

- ¿Cómo iba a saber yo que se partiría?

Ryo le miró disgustado después de ver como Hiro se echaba las manos en su recién afeitada cabeza.

- Lo hecho, hecho está. Nos sumergiremos, cambiaremos el brazo de corte con otra de enganche y acabaremos con el trabajo.

*

- Colócala aquí. Despacito… eso es.

Ryo levantaba el pulgar motivando un buen trabajo, mientras colocaban la última placa encima del montón que habían creado. Desde arriba guiaban al robot para tomar muestras de lo que, aparentemente, se trataba de una superficie demasiado dura. En el punto exacto donde se encontraba la estrella dorada, un pico blanco de forma piramidal sobresalía un par de centímetros.

- Me temo que no será fácil acceder al amuleto. Colocad el cortador y mientras tanto intentaré desmigar el trozo alrededor del pico. Veamos si funciona, de lo contrario tendremos que acoplar la perforadora.

El siseo entre los comunicados por la radio, rezumbaban en las cabezas de los sumergidos. Demasiado tiempo bajo el agua y demasiadas horas preocupándose por lo que se iban a encontrar; y ahora, en vez de toparse con un muro se toparon con una masa de roca dura como la que encontraron en Mongolia. Se lo esperaban, pero aun así deseaban encontrarse con otro obstáculo diferente; más fácil de penetrar.

- ¿Regresamos a superficie o nos quedamos?

- No lo sé Ryo. Creo que será mejor que regreséis. ¿Tú qué opinas Hiro?

- Yo pienso que es mejor que vuelvan. No sabemos cómo afectará a la estructura y los alrededores una penetración tan violenta.

Los cuatro buceadores se miraron y asintieron con la cabeza.

- De acuerdo. También nos vendrá bien descansar. Esperad a que salgamos y proceder con la perforación.

El genio de la informática tomó fotos del lugar, grabó las coordenadas del pico piramidal, trazó un mapa de trabajo en tres dimensiones, recalculó el área de trabajo de la mecanizada URSULA y esperó. A los diez minutos todo el equipo se encontraba a su alrededor esperando a que comenzase.

Bajó los pulgares, apretó el dedo índice, giró la muñeca suavemente y el robot obedeció. Los primeros trocos de roca negra con vetas rojizas empezaron a saltar a gran velocidad, frenándose gradualmente por la resistencia del agua.

- Se trata de un material tremendamente duro –observó Rajid-.

Mientras el suelo temblaba, diversas grietas se abrieron alrededor del gigantesco escorpión. Al principio parecían ser causadas por las vibraciones pero enseguida se dieron cuenta de que no era así. Al igual que los poros de una esponja se abren cuando dejas de estrujarla, la tierra se abría, dejando salir de ella decenas de minúsculos cangrejos de color verde oscuro cobalto y con pelos de mechas cobrizas. El batallón animal, se abalanzó sobre la máquina que había perturbado su prolongado sueño y se introdujeron por todas las grietas, ranuras y partes blandas que podían encontrar. De pronto, Rajid y él veían como las cámaras que habían dispuesto alrededor para conseguir diversos ángulos de visión, iban apagándose una tras otra, dejando como última imagen a un aparato cubierto por enfurecidos crustáceos que apenas se podía controlar, y el boquete en la roca recién abierto se cerraba rápidamente como si las partículas de polvo dispersadas en el agua cobrasen vida y se pegasen unas con otras para regresar al lugar que antes ocupaban.

- ¡Debe de tratarse de una broma! –exclamó Selma-.

- No me lo puedo creer –añadió Alejandro-.

La oscurecida pantalla del ordenador había marcado un amargo final y un desconcertante principio. El anillo de Noé se negaba a ser descubierto y mucho menos a caer en manos desconocidas. Para ese objeto creado con unas lágrimas divinas caídas desde el cielo, nadie era digno de ser su portador. No nos quiere a nosotros y no nos lo pondrá fácil –musitó Hiro-. El tiempo se había agotado y la luna llena se presentaría durante la próxima noche. Sin amuleto y sin esperanzas de conseguirlo, Ryo se desanimó.

- Creo que el mayor problema es el agua.

- ¿Por qué dices eso? –preguntó Alejandro-.

- Está claro que el iridio reacciona mejor cerca de estructuras piramidales y cuando está rodeado por agua. Son como transformadores y conductores de energía. En el caso del anillo, seguramente se encuentra bajo esa cosa de la que sólo vemos el pico y, como ya es bastante obvio, está rodeado por agua… mucha agua. No sé cómo podremos luchar contra un objeto tan inmerso en lo sobrenatural.

- ¿Y qué hacemos, nos rendimos? –dijo Eva-.

- No, eso jamás. En la siguiente luna llena esperaremos a ver lo que nos revelan los espejos, y seguiremos a partir de ahí.

El juicio de los espejos. Las lágrimas de dios
titlepage.xhtml
part0000_split_000.html
part0000_split_001.html
part0000_split_002.html
part0000_split_003.html
part0000_split_004.html
part0000_split_005.html
part0000_split_006.html
part0000_split_007.html
part0000_split_008.html
part0000_split_009.html
part0000_split_010.html
part0000_split_011.html
part0000_split_012.html
part0000_split_013.html
part0000_split_014.html
part0000_split_015.html
part0000_split_016.html
part0000_split_017.html
part0000_split_018.html
part0000_split_019.html
part0000_split_020.html
part0000_split_021.html
part0000_split_022.html
part0000_split_023.html
part0000_split_024.html
part0000_split_025.html
part0000_split_026.html
part0000_split_027.html
part0000_split_028.html
part0000_split_029.html
part0000_split_030.html
part0000_split_031.html
part0000_split_032.html
part0000_split_033.html
part0000_split_034.html
part0000_split_035.html
part0000_split_036.html
part0000_split_037.html
part0000_split_038.html
part0000_split_039.html
part0000_split_040.html
part0000_split_041.html
part0000_split_042.html
part0000_split_043.html
part0000_split_044.html
part0000_split_045.html
part0000_split_046.html
part0000_split_047.html
part0000_split_048.html
part0000_split_049.html
part0000_split_050.html
part0000_split_051.html
part0000_split_052.html
part0000_split_053.html
part0000_split_054.html
part0000_split_055.html
part0000_split_056.html
part0000_split_057.html
part0000_split_058.html
part0000_split_059.html
part0000_split_060.html
part0000_split_061.html
part0000_split_062.html
part0000_split_063.html
part0000_split_064.html
part0000_split_065.html
part0000_split_066.html
part0000_split_067.html
part0000_split_068.html
part0000_split_069.html
part0000_split_070.html
part0000_split_071.html
part0000_split_072.html
part0000_split_073.html
part0000_split_074.html
part0000_split_075.html
part0000_split_076.html
part0000_split_077.html
part0000_split_078.html
part0000_split_079.html
part0000_split_080.html
part0000_split_081.html