LXIV
BALBINE
¿De modo, padre, que estamos de acuerdo, me caso con Ícaro?
SEÑOR BERRRIER
No veo ningún inconveniente, pero espera por lo menos a haberlo conocido.
BALBINE
Ya me ha conquistado.
SEÑOR BERRRIER
En menos de un minuto, por otra parte, te habrás decidido… Ahí está, inclinado sobre el motor del Panhard-Levassor.
BALBINE
Por el momento lo único que veo es su trasero. Me gusta.
SEÑOR BERRRIER
Pero… ¡no está el Dion-Bouton! ¡Ícaro! ¿Dónde está el Dion-Bouton?
ÍCARO
Lo he vendido, señor Berrrier.
SEÑOR BERRRIER
¡Mi Dion-Bouton! Lo amaba.
ÍCARO
Yo también, pero ¿acaso no estaba en venta?
SEÑOR BERRRIER
Desgraciadamente, sí. Así que lo has vendido ¿a quién?
ÍCARO
No me acuerdo del nombre.
SEÑOR BERRRIER
¿Y los papeles?
ÍCARO
No nos hemos preocupado lo más mínimo de esos detalles. Pero aquí está el dinero.
SEÑOR BERRRIER
La suma es correcta. Bueno. Ahora, Balbine, te presento a mi mano derecha, Ícaro.
ÍCARO
Señorita.
BALBINE
Señor.
SEÑOR BERRRIER (a Balbine).
¿Se lo cuento todo?
BALBINE
Sí, sí, padre.
SEÑOR BERRRIER
¿No has cambiado de opinión?
BALBINE
No, no, padre.
SEÑOR BERRRIER
Pues bien, Ícaro, en menos tiempo del que podías imaginar te convertirás en mi yerno.
ÍCARO
¿Con la señorita?
SEÑOR BERRRIER
No me digas que tienes que pensártelo. Ella tiene lo suyo; una dote en neumáticos y acumuladores y, por otra parte, ¿no es acaso una monada de niña?
ÍCARO
Es que ya estoy prometido.
BALBINE
¡Dios mío! (se desmaya en los brazos de su padre).
ÍCARO
Pero, ay, no deseo casarme con esa prometida.
BALBINE (saliendo de su coma)
¡Gracias al cielo!
ÍCARO
Pero tengo una amiguita.
SEÑOR BERRRIER
Un rollete. Eso se desenrolla.
ÍCARO
Y una mujer de mundo que me ronda.
BALBINE
El señor está muy solicitado.
ÍCARO
Ya ve que esto merece reflexión. ¿No podríamos discutirlo en otra ocasión, señor Berrrier?
BALBINE
Si la cosa está así me voy a ver la Torre Eiffel.
Hace una seña a su carabina.
SEÑOR BERRRIER
¡Toma un coche de punto!
Se alejan.
SEÑOR BERRRIER
Ícaro, Ícaro, creo que mi Balbine está muy enfadada contigo. No hacía ninguna falta darle un disgusto.
ÍCARO
¿Y las otras?
SEÑOR BERRRIER
Yo pienso primero en mi hija ¿es natural, no?
ÍCARO
Mientras esperamos encontrar una solución a este asunto, quisiera preguntarle, señor Berrrier, si no tendría trabajo para un amigo mío.
SEÑOR BERRRIER
¿Otro Corentin?
ÍCARO
Es un hombre muy erudito, un profesor de poesía simbolista. Podría redactar los prospectos en heptasílabos.
SEÑOR BERRRIER
Qué ocurrencia.
ÍCARO
Quedará bien con el decorado. Es muy majestuoso.
SEÑOR BERRRIER
Quieres convertir mi garaje en un museo Grévin.
ÍCARO
Podría hablar con elegancia a los clientes distinguidos.
SEÑOR BERRRIER
¿Dónde está?
ÍCARO
Lo he mandado a que dé un paseo con su hija.
SEÑOR BERRRIER
¿Encima hay que adoptar a la hija?
ÍCARO
La hija, Adélaïde, es precisamente la prometida de la que acabo de hablarle.
SEÑOR BERRRIER
Pero Balbine…
ÍCARO
Ni una palabra a Balbine. A Adélaïde ya le encontraré trabajo en otra parte.
SEÑOR BERRRIER
No sé si me resulta muy deseable tenerte de yerno.
ÍCARO
Ciertamente, no puede saberlo. Voy a traerle a Maitretout ahora mismo.
SEÑOR BERRRIER
¿Se llama así?
ÍCARO
No me lo he inventado yo.