XXIX

Ahora, Ícaro iba todos los días a la avenida de la Grande-Armée. Se había convertido en un experto primero en bicicletas y después en automóviles eléctricos o petrolífagos, charlaba con los mecánicos exhibiendo una cierta competencia, sin duda ilusoria pero que le había valido incluso ofertas de trabajo. Por el momento, no tenía necesidad de ocuparse de su manutención, de manera que rehusaba pero sin decir claramente no. A veces se presentaba la ocasión de hacer doscientos o trescientos metros en el chuf-chuf con un trabajador del garaje bienintencionado o fantoche. Ícaro incluso llegó a ir al volante.

En otros momentos iba al Bois. Se tendía sobre la hierba, escuchaba a los pajarillos cantar y miraba pasar a las apuestas tripulaciones.

Un día, mientras Ícaro paseaba así, a lo largo de una alameda, hete aquí que un caballo se embala. Ícaro le salta al morro y lo detiene.

SEÑORA CHAMPVAUX

¡Oh! ¡Qué joven más hermoso! ¡Qué coraje! ¡Cuántas emociones! Señor, suba y siéntese a mi lado, le llevaré a una farmacia donde le pondrán árnica en los chichones.

ÍCARO

Gracias, señora, me irá bien el árnica.

En la farmacia.

SEÑORA CHAMPVAUX

¿Se siente mejor, joven?

ÍCARO

Sí, señora.

FARMACÉUTICO

Serán cincuenta céntimos.

ÍCARO

Qué caro.

SEÑORA CHAMPVAUX

¡Y pobre, además! ¡Bello y pobre! Tenga, farmacéutico, aquí tiene los cincuenta céntimos.

Salen.

SEÑORA CHAMPVAUX

¿A qué se dedica usted, joven?

ÍCARO

A nada.

SEÑORA CHAMPVAUX

¡Ocioso! ¡Bello, pobre y ocioso! ¡Cómo en las novelas de moda! Un bohemio, si no me equivoco. ¡Qué día más hermoso!

La señora Champvaux sube a su lando.

SEÑORA CHAMPVAUX

¡Separarse tan pronto! Espero que volvamos a vernos.

ÍCARO

Sí, señora.

SEÑORA CHAMPVAUX

¿Dónde vive?

ÍCARO

No tengo domicilio fijo.

SEÑORA CHAMPVAUX

Es maravilloso.

ÍCARO

No exageremos.

SEÑORA CHAMPVAUX

Y… ¿cómo se llama?

ÍCARO

Ícaro, señora.

SEÑORA CHAMPVAUX

¡Y encima se llama Ícaro! (estupefacta) ¿Ícaro? ¿De verdad se llama Ícaro? (reponiéndose) Yo soy la Señora Prebeuf.

ÍCARO

Mucho gusto, señora.

SEÑORA CHAMPVAUX

Para agradecerle su acto de heroísmo ¿Me aceptaría que lo invitara a venir un día a mi casa a tomar un dedito de oporto que le servirá mi esposo?

ÍCARO

Naturalmente, es muy tentador.

SEÑORA CHAMPVAUX

¡Entonces mañana mismo! ¿Dónde puede recogerle mi cochero?

ÍCARO

Bueno… ehh…

SEÑORA CHAMPVAUX

¿No va a rechazar ese dedito de oporto, verdad? ¿Dónde, pues?

ÍCARO

Bueno… en la taberna del Globo y de los Dos Mundos a la hora de la absenta.

SEÑORA CHAMPVAUX

Bello Ícaro, está todo perfectamente claro.

Ella se aleja y también su lando.

ÍCARO

Tal vez no soy lo bastante desconfiado.