VII

Mientras espera a BA, Ícaro fuma un partagás y toma oporto.

ÍCARO

No puedo sino felicitarme por haber salido de las páginas de mi promotor. Me pregunto qué puede estar haciendo sin mí. ¿Me ha encontrado un sustituto? Es poco probable, porque me doy perfecta cuenta de que soy insustituible. No, debe estar desamparado. Me busca, me persigue; seguro que ese señor que había el otro día en la taberna trabajaba para él; BA, que sabe tantas cosas, me lo ha dicho. Pero jamás me encontrará aquí. Hubert debía pensar que yo no podría hacer nada sin él, que no sabría arreglármelas y heme aquí con techo, comida y todo lo demás. Puedo esperar tranquilamente la ausencia de acontecimientos leyendo este libro de mecánica racional del que no comprendo estrictamente nada.

BA (que vuelve de la ronda)

Mi amor, te traigo el producto de una jornada de trabajo: queso de primera, ensalada rusa, un litro de vino tinto y doce francos con cincuenta y cuatro céntimos. Me olvidaba: naranjas y unos dulces de la confitería de la esquina: una tarta de cerezas para ti, un pastelito de crema para mí y un pastel para repartir entre los dos. Te amo y vas a ser feliz.

ÍCARO

Ya soy feliz: liberado de mi promotor, soy libre como el aire (aunque he aprendido que éste tiene su pizca de peso), sueño y voy a comer un queso de primera.

BA

¡Vamos a comer!

Comen.

BA

Vuelvo al trabajo y esta noche cenamos en el Café Inglés.

ÍCARO

¿Voy suficientemente arreglado?

BA

De momento, estás completamente desnudo. Haré que venga el sastre.