VI

El doctor Lajoie aconseja un poco de tisana después de cenar y un regimencito no muy severo.

—¿Nada de puré de castañas, entonces? —pregunta el doliente.

—Nada de puré de castañas.

—Usted me priva de todo lo bueno de la vida, dice el achacoso.

—Bueno, bueno, para consolarle, autorizo las trufas los domingos y el cafecito con cada comida. Son dos francos.

Cuando ya se hubo embolsado los dos francos y despachado al valetudinario, el doctor Lajoie se fue hasta la sala de espera a ver si quedaba alguien. Era un ansioso, el tal doctor Lajoie: el tipo de hombre que siempre tiene la impresión de no haber echado la carta al buzón y que se asegura siete veces de haber echado bien el cerrojo. Sabía perfectamente que no quedaba nadie esperando en la sala consagrada a ese fin, no obstante lo cual necesitaba asegurarse de ello antes de cerrar el negocio e ir a cenar al círculo, pues era soltero, y el ama de llaves que habitualmente hacía pasar a los pacientes había ido a consultar a un curandero de provincias.

El doctor Lajoie va pues a la sala de espera y se encuentra, para su gran, grandísima sorpresa, con que hay alguien esperando. El alguien y él se miran en silencio. Finalmente, con voz emocionada, el doctor dice:

—Tenga la amabilidad de entrar, sir.

No tiene la menor idea de por qué ha dicho sir, ni tiene ninguna prueba de la britanicidad del anónimo, quien no parece asombrarse de tal denominación.

Entra.

—Tome asiento… sir, dice el médico.

—Gracias, doctor.

Se sienta.

Silencio.

DOCTOR

¿Qué males le aquejan, sir?

SIR

Todos.

DOCTOR

Sin embargo, usted se desplaza. Incluso se desplaza sutilmente. No quisiera ser indiscreto, pero ¿cómo ha hecho para entrar? Había cerrado la puerta.

SIR (sacando un manojo de llaves del bolsillo)

Gracias a mi estetómetro.

DOCTOR

Ah. (pausa.) Bueno, voy a auscultarle. Desvístase.

SIR

No me desvisto nunca. Le voy a exponer todo lo que tengo: pipirigallo en los genitorios, estrépitos en el páncreas, pedrerías en el estómago…

DOCTOR (interrumpiéndole)

Ya veo de qué se trata. Le voy a dar una receta (escribe mientras habla). Un gramo de bicarbonato de soda todos los días al levantarse en un vaso de agua moderadamente azucarada. Aquí lo tiene. Son dos francos.

SIR (sin comprender)

¿Bicarbonato de soda?

DOCTOR

Es un medicamento milagroso de reciente invención.

SIR

¿Tiene muchos clientes que hayan tomado eso? Porque, sabe, no me fío.

DOCTOR

¡Más de cien! Siempre con resultados excelentes.

SIR

Su clientela es muy extensa, por lo que veo. ¿Mucha gente del barrio?

DOCTOR

Conozco a todos los escritores y a todos los periodistas que viven en la zona y añadiría que a todas sus amiguitas. Modestia aparte.

SIR

¿El señor Lubert está entre sus pacientes? ¿El novelista?

DOCTOR

El secreto profesional…

SIR

No es ninguna indiscreción: él mismo me dio su nombre.

DOCTOR

Pues se lo agradezco.

SIR

Y entre las personas cercanas a él…

DOCTOR

¿Quiere seguir preguntándome cosas? Si no me equivoco, usted es un falso enfermo.

SIR

No se equivoca.

DOCTOR

¿Y un falso sir?

SIR

Todavía se equivoca menos.

DOCTOR

¿No será un estafador?

SIR

Se equivoca.

DOCTOR

¿Entonces, un sociólogo? ¿Un alumno de Le Play haciendo una encuesta?

SIR

No nos apartemos del asunto. Supongamos que no soy nadie.

DOCTOR

El señor Outis (al doctor Lajoie). Soy ultraculto.

SIR

Supongamos que estamos hablando tranquilamente entre amigos, no hay secreto profesional que valga, yo planteo una pregunta insignificante, así, como quien no quiere la cosa, y usted me contesta de manera insignificante, así, como quien no quiere la cosa.

DOCTOR

Eso será si yo quiero.

SIR

Entre su estimada clientela, ¿hay un tal Mick Haropronto?

DOCTOR

¿Un inglés? No tengo ninguno. Ni siquiera usted.

SIR

Mi Mick no es inglés. Es francés. De hecho, he aquí una pregunta que olvidé hacer… pero ¿lo sabrá él mismo? En cualquier caso mide 1,76 m, tiene los cabellos rectos, la nariz castaña, los ojos de algún color.

DOCTOR

Sus palabras, falso sir, comienzan a presentar un aspecto mezclado. ¿No estará sufriendo un poco de confusión mental?

SIR

La pregunta que me incita a plantearme me turba sinceramente. No había pensado en eso. Mick es francés o no lo es, that is the question.

DOCTOR

Como se suele decir, ése es el quid.

SIR

El Mick, no el quid.

DOCTOR

De manera que usted busca a ese hombre. ¿Y por qué?

SIR

Quitémonos la máscara. Soy Morcol, pesquisas y discreción. Para servirle.

DOCTOR

Pues yo no busco a nadie.

MORCOL

Doctor, usted es el médico del célebre novelista Hubert Lubert. Por lo tanto ese hombre está enfermo.

DOCTOR

Nunca le he recetado más que tisanas.

MORCOL

Por razones que ignoro, sin duda porque considera nefasta para su salud la tarea que él ha emprendido y para impedir que la continúe, ¡usted ha Mickuestrado al personaje principal de su novela!

DOCTOR (estupefacto ante el neologismo)

¿Mickuestrado?

MORCOL

Bueno, secuestrado.

DOCTOR

¡Yo! ¡Secuestrar! ¡Cometer un crimen! ¿Está usted majareta, señor Morloquesea?

MORCOL

Morcol, pesquisas y discreción. Para servirle.

DOCTOR

No necesito sus servicios. En cuanto a Mickuestrar, rechazo su hipótesis con indignación.

MORCOL

Déjeme hojear sus papeles… y el apartamento.

DOCTOR

Repítole que está usted majareta. Lo veo claro. Necesitaría un tratamiento.

MORCOL

¡Otra vez! ¡Iba a estar enfermo sin saberlo!

DOCTOR

Ya que no quiere bicarbonato de soda, tiéndase en este diván y cuénteme todo lo que se le pase por la cabeza; eso le sentará bien.

MORCOL

¿Y me ayudará a encontrar a mi Mick?

DOCTOR

Por lo menos le ayudará a encontrar a Morcol.

MORCOL

¿Contándole lo que se me pase por la cabeza?

DOCTOR

Exactamente.

MORCOL

¿Qué? ¿Cosas como madera de Campeche los peces de dormir al aire libre?

DOCTOR

Sí. El método de las asociaciones libres.

MORCOL

Cómo habrá podido observar, no me resulta desconocido, ¿es una especie de pesquisa moral, verdad?

DOCTOR

Ingenioso.

MORCOL

¡Pues bien! Voy a poner en práctica una pesquisa física.

Morcol recorre el apartamento, sacude los libros, remueve los papeles. El doctor, prudentemente, le deja hacer.

DOCTOR (al doctor Lajoie)

Un enfermo grave.

MORCOL

Excuse que me excuse, pero Mick Haropronto no se encuentra, en efecto, en su casa. Vamos a ver si está en otra parte, muchas gracias, doctor.

Sale.

DOCTOR

Un enfermo grave.