XXIII
JEAN
¿Cómo va tu novela, mi querido Jacques?
JACQUES
Mi Chamissac-Piéplu ha estado a punto de batirse en duelo, pero me reservo ese episodio para más tarde. Cuando se haya consumado el adulterio. En un coche de punto.
JEAN
Para serte franco, querido Jacques, un adulterio en un coche de punto ¡qué banalidad!
JACQUES
Sí, pero mi coche de punto es malva.
JEAN
Eso no existe.
JACQUES
Pues yo lo veo así.
JEAN
¿Será que tienes ojo impresionista?
SURGET (surgiendo)
Amigos, acabo de terminar una novela que va a ser un éxito de ventas.
JEAN
¿De qué trata?
SURGET
Del adulterio. Y en un coche de punto ni más ni menos.
JACQUES (ansioso)
¿No será malva?
SURGET
¡Qué idea más extraña! No. Es… negro. De hecho jamás había pensado en el color de los coches de punto. Son negros, creo. En cuanto a lo que pasa allí…
JEAN
Pues bien, mi adulterio tiene lugar en una cama.
SURGET
Eres un libertino.
JEAN
Atrevido, simplemente. Y lo sería más si no temiera el rigor de las leyes. Por cierto, amigos ¿no tienen la impresión de que les vigilan todo el tiempo?
JACQUES
¡Pues sí! De una forma ofensiva.
SURGET
¡Ay!, es culpa mía. Lubert ha perdido a uno de sus personajes y le aconsejé que se pusiera en manos del famoso Morcol. Es él quien nos vigila a todos. El otro día, sin ir más lejos, ayudé a una niñera a empujar su carrito y a atravesar la avenida… fue heroico porque la circulación era infernal.
Coches de punto y coches particulares surgían por todas partes. Pues bien, la niñera ¡era él!
JACQUES
¡Ahora lo entiendo todo! Quería que me instalaran el agua corriente en casa. Vino un fontanero que provocó una inundación. El fontanero ¡era él!
JEAN
El otro día, en el restaurante, un camarero torpe volcó un estofado de cordero y judías sobre mi chaleco. ¡El estofado de judías y cordero, era él! Bueno… quiero decir…
JACQUES
Precisamente, ahí está Lubert.
HUBERT
Señores…
JEAN
Mi querido Lubert, estábamos hablando de usted.
JACQUES
Sí, decíamos que su detective empieza a importunarnos considerablemente.
HUBERT
Qué detective…
SURGET
Lo sabes perfectamente.
HUBERT
Traidor. ¿Es así como guardas un secreto?
SURGET
Es que ya no hay manera de trabajar tranquilo.
JACQUES
Ese espionaje nos ofende.
JEAN
Nos molesta y nos fastidia.
SURGET
Más aún cuando te había dado mi palabra.
JACQUES
Y nosotros le hubiéramos podido dar la nuestra.
JEAN
Ciertamente.
SURGET
Di, pues, a tu detective…
JACQUES
… que acabe…
JEAN
… con sus artimañas.
HUBERT
Señores… es una auténtica agresión a la que me someten… sólo se me ocurre una respuesta…
LOS OTROS TRES
¿El duelo? ¡Hecho!
HUBERT
Señores, cada uno de ustedes recibirá a mis testigos. Los atravesaré a todos. ¡Adiós!
SURGET
Está realmente de un humor pésimo.
JACQUES
Esto sí que me viene bien. Quería un duelo en mi novela. Podré tomar notas para adulterar el realismo de la descripción.
JEAN
¡Qué moderno eres!