XVIII
Hubert fuma un partagás frente a las hojas en blanco. Bebe oporto con melancolía. Llaman. Es Morcol.
MORCOL
Señor, vengo a daros el parte de mi misión.
HUBERT (harto)
Como siempre, un parte negativo ¿no?
MORCOL (con entusiasmo)
Como siempre. Pero lo que cuenta son los detalles.
HUBERT (muy harto)
Le escucho.
MORCOL (encantado)
Señor, no sé cómo agradecerle la misión que me ha encomendado. Nunca me había ocupado de ninguna misión tan interesante. Sí, señor ¡ahora conozco personalmente a todos sus colegas! No hay un solo novelista que no haya auscultado, ya sea mundano, naturalista, simbolista, regionalista, histórico o de cualquier otro tipo. He incluido en mi pesquisa a los poetas épicos, escasos ciertamente, pero no hay que descartar ninguna posibilidad. Admire, señor, mi inteligencia y mi iniciativa: incluso he visitado a los autores dramáticos.
HUBERT
Lo cual es del todo inútil.
MORCOL
No veo por qué. También hay personajes en una obra de teatro. No hay otra cosa, de hecho.
HUBERT
Sí, pero no son los mismos. Un personaje de novela no puede convertirse en un personaje de teatro.
MORCOL
Permítame, permítame, señor Lubert. No comparto su opinión. No entiendo por qué un personaje de novela no puede convertirse en un personaje de teatro. Mire las piezas de teatro que se producen a partir de novelas. Por ejemplo, el señor de Goncourt y su hija Elisa, era una novela de la que enseguida se hizo una pieza de teatro: pero los personajes son los mismos. E incluso un personaje de novela puede ponerse a cantar. Ahí está Manon, que era una novela y se convirtió en una ópera (quizás incluso cómica). No se me ocurre qué puede contestar a esto. ¡Ah, ah! Ahora sé algo sobre el asunto. ¡De tanto rozarme con la gente de su gremio me he vuelto fosforescente!
HUBERT
¡Permítame! ¡Permítame! No son los mismos personajes, son otros. Se llaman del mismo modo pero no tienen nada en común; no ha entendido NADA. ¿Acaso la actriz cómica de tres al cuarto que vocifera Adiós mesita nuestra es la misma que la Manon Lescaut del Abate Prévost? No, señor detective. No, son dos personajes diferentes.
MORCOL
No estoy de acuerdo.
HUBERT (harto)
En cualquier caso, por más pretensiones que exhiba ahora en el ámbito literario no parece que tenga demasiado éxito con el género policiaco.
MORCOL
¡Paciencia! ¡Paciencia! No se me puede escapar su Mick.
HUBERT
¿Mi Mick? ¿Por qué lo llama Mick?
MORCOL
Lo llamo Mick porque usted lo llama Mick.
HUBERT
Yo no lo llamo Mick, lo llamo Ícaro.
MORCOL
Primera noticia. ¿No me dijo usted: encuentre a Mick Haropronto? Supuse que Haropronto era el apellido.
HUBERT
Se llama Ícaro. Punto. Se acabó.
MORCOL
Y yo buscando por todas partes a Mick… Entonces ¿cómo ha dicho: Ícaro? ¿Todo junto?
HUBERT
Sí. I ce a erre o.
MORCOL
¿Ícaro? Esto no es un nombre, no lo encuentro en el calendario. ¿Y su apellido?
HUBERT
El nombre es así, sin más.
MORCOL
¿Entonces, tengo que volver a empezar con la pesquisa desde cero?
HUBERT
Evidentemente, si estaba buscando a un Mick…
MORCOL
Mire por dónde, he aquí un error que le va a costar caro, señor Lubert. Voy a necesitar un nuevo adelanto de veinte luises.
HUBERT
Me empuja peligrosamente a la ruina. ¿Y quién me dice que a partir de ahora se desempeñará mejor?
MORCOL
Señor, los elementos que había descuidado hasta hoy van a ligar ahora como la mayonesa en torno al nombre de Ícaro. En resumen, estoy seguro de que va a producirse el fenómeno sthendaliano de la cristalización. Es sólo una cuestión de centímetro.