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El poder mediático en USA

¡Qué personajes tiene Estados Unidos en los mass media! ¿Superan a Jack Bauer? Difícil decir que sí. Pero tienen su mismo odio. Podría decirse que son más agresivos que los de aquí. Aunque no utilizan palabras groseras. Pero ¡cómo se juegan por las causas más deleznables que un individuo puede sostener! Convengamos que USA es un país sólido. Que tanto demócratas como republicanos coinciden en cuestiones esenciales. En suma, USA es un país de derecha. Hay, desde luego, excepciones. Pero la llegada de los más rústicos, brutales comunicadores, es poderosa. Vamos a detenernos en uno de los más célebres. Ha publicado ya un par de libros: Un libro inconveniente y —sobre todo—, Discutiendo con los idiotas. A sus espaldas tiene el imperio de Rupert Murdoch. Glenn Beck, en televisión, dispara sus mordaces dardos desde la cadena Fox News. De él estamos hablando: de Glenn Beck. Su más reciente libro es The Real America, donde plantea el necesario emprendimiento de limpiar la patria de todas las lacras que están a punto (nada menos) de llevarla al colapso. ¿Puede colapsar Estados Unidos?, se pregunta. Claro que sí. ¿O no colapsó la Unión Soviética? Para evitar ese Apocalipsis, hay que tomar medidas urgentes. Esas medidas están en su libro y él (con agresividad y despectiva ironía con sus enemigos) las despliega desde su show en Fox News, que pertenece a Rupert Murdoch, «el hombre que domina las noticias». (Murdoch pareciera haber caído en desgracia últimamente por espiar demasiado a personajes poderosos, pero él es el más poderoso y ya está saliendo de ese bochinche molesto).

Una de las grandes obsesiones de Beck es la «inmigración ilegal de mexicanos». Esto lo saca de quicio, suponiendo que tenga algo así. Quicio. Porque, sensatamente, se entiende por quicio un marco racional en que uno ordena sus ideas. Y las ideas de Beck no se ven «enmarcadas» sino des-enmarcadas. Le brotan de una furia interna que explota en temas sobre los que no puede guardar las formas. A Beck no le importan «las formas» y odia ser «políticamente correcto». Lejos de eso, cree que la «corrección política» puede llevar a America al desastre. (Ya no escribiré America con púdicas comillas, ya que estoy siguiendo el pensamiento de Beck y para Beck América es America, sin acento y de los americanos: el país en que todos desean vivir, según cree).

Beck empieza elogiando a la inmigración. Hicieron —dice— este país. Pero él habla desde el presente, desde el siglo XXI y en este maldito presente la situación ha cambiado: basta de inmigrantes. Basta de inmigrantes ilegales. Los llamados illegal aliens. Un nombre que les viene como anillo al dedo —y que es, además, correcto— porque su polisemia incluye a uno de los monstruos más horrorosos y célebres de los films de ciencia ficción. Esa peli que todos han visto o recuerdan: Alien, con Sigourney Weaver jovencita que, apenas con una trusa y una t-shirt, termina destrozándolo. Pero ¿dónde está ahora Sigourney Weaver? Ha cumplido sus años y no exhibe condiciones para enfrentar a estos nuevos aliens, tan monstruosos como aquél, pero ilegales, ya que al menos el alien de Sigourney estaba legalizado por pertenecer a un gran film de Hollywood dirigido por el maestro Ridley Scott. Nuestro problema de hoy —expectora Glenn Beck, entre la ironía lacerante y el odio— son los 500 000 mexicanos que cruzan por año la frontera con la tierra de los libres y el hogar de los bravos. (Qué final para el Himno de un imperio: The land of the free and the home of the brave. Saben hacer algunas cosas. O unas cuantas).

Se encrespa con el presidente Felipe Calderón, el sucesor de Vicente Fox. Este maldito chicano se ha atrevido a defender a los suyos. Ha denunciado el maltrato y la vejatoria persecución de los trabajadores mexicanos no documentados. Y esa denuncia —para colmo, añade— la hace en nombre del Gobierno de México. Beck se ríe desmedidamente. Dice: «¡Uh, qué asustado estoy! En el nombre del Gobierno de México. Mire, señor Calderón, ésos que usted defiende no son indocumentados, son illegal aliens. Y merecen ser tratados como gente fuera de la ley. No son mejores que cualquier criminal. Nosotros, señorrr Calderrón, no somos gringous malos. Los suyos se llevan de este país 20 billones de dólares por año hacia la economía de México. No somos big bad gringous. Si no hablan inglés, se lo digo en su idioma: 20 billoness. Hey! That’s muchou dinero, ¿comprendei?». De inmediato, se pone en comunicación directa con el senador por Texas, el republicano Ted Poe. Que, rabioso, dice: «México está colonizando Estados Unidos. Es indignante. No se transforman en americanos. Siguen siendo tipos de México y mandan su dinero a México». Pero en 2006 lograron deportar a 183 431 illegal aliens. Hay que continuar. Ante todo, ganándole las próximas elecciones a ese negro que se adueñó de la presidencia de «este gran país». Mensaje de mexicano: «¡Chinga a tu madre!». Otro: «Beck, eres un ignorante irracional nacionalista de la TV podrida de tu país». Beck sigue: «Tenemos que volver a Reagan y a Thatcher». Aparece Bruce Willis. Pero no en el show de Beck, en el de Bill O’Reilly, que también trabaja en la cadena TV Fox News de Murdoch y ha escrito un national best seller (como Beck) titulado The O’Reilly factor. Subtitulado: «Lo bueno, lo malo y lo completamente ridículo en la vida americana». Willis dice: Live free die hard. Que sería algo así como: «Vivir libres y ser duros de matar», en referencia a la película que lo llevó a la fama. Comentarios: «Antes me gustaba Bruce Willis». «Solía gustarme Bruce Willis». «Estoy esperando que agarre una Beretta con silenciador».

Mi admirado Bill Maher le dice a O’Reilly: «Los americanos son estúpidos». Apoya a Obama. Porque: «Es mejor un amigo, aunque te desilusione, que un enemigo que te matará». (Ese concepto de Maher es valioso en los tiempos actuales en que se les exige mucho a ciertos gobiernos sin adivinar qué viene detrás. Salvo que uno esté por completo de acuerdo con eso que viene detrás y quiera que venga lo antes posible porque ya tiene su lista de perseguidos. De todos modos, Bill, los tipos críticos como vos no pueden dejar de exigirles a los amigos. No permitas fácilmente que te desilusionen. Porque también es cierto que si te desilusionan mucho, lo que viene detrás, vendrá por esas mismas razones. No olvides que en tu show Michael Moore le dijo a tu presidente: «Obama, tienes que quitarte el tutú y ponerte los guantes de box». Qué difícil es todo, sí).

Sobre la base de su éxito en TV, Beck lanza al mercado sus libros. Esos libros también son parte del poder mediático. Son libros mediáticos. Se venden como pan caliente. Beck se ocupa del otro (o del primer) gran tema-temor de Estados Unidos: el terrorismo islámico. Y establece seis puntos —según él— fundamentales. Que son: 1: Los terroristas no sólo son enemigos de Estados Unidos. También son un enemigo absoluto del Islam todo. 2: El 90% de los islámicos son pacíficos. 3: El 10% del Islam quiere vernos muertos. 4: Ese 10% está formado por islámicos extremistas que han tomado el tren del túnel del tiempo y han transformado al Islam en algo feo y barbárico. 5: Nosotros estamos librando una guerra contra el Islam. Pero sólo contra ese 10%. 6: Los musulmanes deben pelear esa guerra a nuestro lado[99].

Beck ha recibido una gran noticia. Bill Maher, otro dolor de cabeza. Como Chomsky. Como Howard Zinn, si viviera. Como Marisa Tomei. Como Sean Penn. Como muchos otros. Como Barack Obama, desde luego. El Partido Republicano eligió su candidato a vicepresidente para las elecciones del 6 de noviembre de 2012. Se trata de Paul Ryan, un ídolo del Tea Party. Tiene 42 años y es un erudito en déficit fiscal. Lo eligió Mitt Romney, el candidato a la presidencia. De modo que la fórmula de los republicanos apesta a muchas cosas, pero nunca a esa podrida y antiamericana política que suele llamarse progresismo. ¡Atención, malditos mexicans, la mano viene dura! ¡Atención losers de bajos ingresos! ¡Contra ustedes va la cosa! Hay que recortar gastos. ¿Qué gastos recortarán los derechistas ultras del republicanismo? Tranquilos los buenos americanos, serenos los ricos que han trabajado como el Chanchito Práctico y no viven en casitas precarias que el Big Bad Wolff soplará y destruirá fácilmente. Informa la agencia Reuters: «Ryan ganó notoriedad en la Cámara de Representantes por un plan presupuestario para recortar el gasto y ha impulsado un debate sobre el rumbo de la economía estadounidense. Ese proyecto planea recortes de cinco billones de dólares para la próxima década». En verdad, Paul Ryan es el perfecto neoliberal. Dentro de la calamitosa situación actual del capitalismo es lo que un neoliberal debe ser. Acaso, dentro de un esquema de prosperidad, podría verse como un señor más compasivo. Pero no ahora. Ahora muestra los dientes. Un neoliberal —hoy— empezará por recortar drásticamente los ingresos de los pobres. Liberará por completo el mercado y hará desaparecer cualquier intervención estatal en la economía (¡ese podrido invento de Keynes y Roosevelt, dos comunistas!). El Estado para la seguridad, para la represión. El mercado libre para los grandes grupos monopólicos. Ah, ¿y los populismos izquierdistas de América Latina? Cuando liquidemos a los árabes nos ocuparemos de ellos. Shit! No estaría mal enviarles a Bruce Willis. Y un millón de marines, por si acaso. Aunque no exageremos: tenemos muchos buenos amigos por esas latitudes. El poder mediático es uno. Y es nuestro.

Filosofía política del poder mediático
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