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Mujeres fáciles
Se lee en el Kama sutra: «Las mujeres más fáciles de conquistar son: las que permanecen mucho tiempo en la puerta de su casa o andan constantemente por la calle. Las que conversan interminablemente en casa del vecino, la que mira al hombre directamente a los ojos. Las chismosas. Aquellas que observan de reojo. Es fácil llegar a una mujer si su esposo tomó otra sin motivo. La que detesta al marido o es detestada por él. La mujer que no tenga quien la cuide. La que carece de hijos o se le han muerto. Las que participan mucho de eventos sociales. Las esposas de actores, las viudas, pobres, buscadoras de placer. Las casadas con hombres que tienen hermanos y hermanas más jóvenes que él. Las vanidosas. Las casadas con hombres de menor rango. Las orgullosas por su habilidad en el arte. Es vulnerable ante los hombres la que tiene un marido loco, la que casaron de niña con un hombre rico que no ama. La maltratada, la que no es respetada por sus iguales. La esposa de uno que viaja mucho, la esposa del joyero. Las celosas, ambiciosas, inmorales, estériles, perezosas, cobardes, las que tienen defectos físicos, las vulgares, sucias, enfermas y viejas»[110].
En Occidente abundan también las mujeres fáciles. Las hay de todos los tipos. Pero no tienen defectos físicos ni son vulgares ni sucias ni enfermas ni viejas. La verdadera «mujer fácil» se ve en la TV. O en los más finos books que circulan en manos de empresarios que visitan el país y desean ser halagados por las grandes corporaciones con los mejores productos nacionales. Esas mujeres no son «fáciles». Son muy difíciles. Hay que tener mucho dinero para merecerlas y ser una persona de alto rango, importante. Son «fáciles» porque no es posible negar que siguen siendo prostitutas. Pero de alto vuelo, caras, lejanas para casi todos, imposibles.