37
Jason Statham y Filippo Marinetti, del mismo lado
¿Cuál es la profunda unión entre Jason Statham y Filippo Marinetti? Statham es un guerrero de hoy. Ama la guerra y su necesariedad tanto como Marinetti. Cree que un auto vale más que todas las obras de arte del mundo. Al auto debemos añadirle un tanque, un avión, las armas de largo e infalible alcance, las bombas de mano, los misiles y —si llega el momento necesario— el arsenal nuclear. Los héroes del cine de hoy siempre están en alguna especie de guerra. Hollywood ha enseñado que la guerra es entretenida, fascinante, que pasan muchas cosas, que pasa de todo y todo puede pasar. El Imperio hace guerras y Hollywood las torna entertainment. Hay que hacer un corto y ver estallar las bombas, y volar por los aires los cuerpos destrozados, y los niños que lloran, o mueren y las madres que mueren con ellos en sus brazos. Y, como fondo, hacer escuchar las dos más grandes canciones del mundo del entretenimiento: «That’s entertainment» y «There’s no business like show business». Porque en eso se transforma todo: en entertainment. O, como proponía Marinetti, en belleza: «La guerra es bella (escribe) porque inaugura el sueño de la metalización del ser humano»[56]. ¿No es notable esta intuición de Marinetti realizada —más que nunca— hoy? ¿Qué son esos soldados imponentes que se ven en Internet, en los noticieros de TV o en las películas? ¿Parecen humanos? No, son eso que dice el padre del futurismo: seres humanos metalizados.
Si la guerra es entretenimiento significa que es bella, tal como lo quería el fascista Marinetti. El Imperio mediático tiene que meternos en la subjetividad colonizada la belleza de la guerra. Para ellos es necesaria. Si es necesario, tienen que hacerla. Si hay que matar, que maten. Total, todo no es más que un gran espectáculo que luego veremos por alguna pantalla. O en alguna película. O en alguna foto de algún diario. Treinta cuerpos despedazados colocados uno al lado de otro. Nos distraeremos un momento. Si alguna emoción empieza a despertarse en nosotros, ya sabemos que hay que doblar la página. Si el horror de esos cuerpos se nos busca introducir por alguna hendija, demos vuelta la página. Usted sabe cómo se sobrevive en este mundo. Ya lo aprendió. El arte de leer un diario es el de saber dar vuelta la página. Cualquier cosa que lo moleste, que lo lleve a pensar que le puede suceder a usted, o que tiene que ver con usted, o que usted debiera tener una actitud moral o política ante ella, dé vuelta la página. Hoy, el arte de vivir es no estar donde el horror es visible, eludir todo aquello que busque implicarlo moralmente, que le haga sentir que usted no es ajeno a todo sino que algunas cosas debieran exigirle una opinión o un acto, si algo tan incómodo lo acosa, dé vuelta la página. Usted no niega la guerra. Ve las películas que llegan del Imperio. Usted no niega los asesinatos. ¡Si le encantan las películas policiales con detectives duros que siempre agarran y despedazan al asesino! Usted no niega la droga. ¡Si ya lo vio más de veinte veces a Pacino en Scarface! Usted no niega la realidad. Pero que se la den como entretenimiento. Es la única que existe.