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El himno mussoliniano de Lele
—¿Cómo? —Pregunta—. ¡Claro que sí! Llevo en il mio telefonino los himnos de Mussolini. ¿Quieren oírlos? Certo!
Saca su celular, lo abre y lo acerca a quienes habrán de escuchar ese himno que tanto le agrada, que lo seduce o le entrega los jirones de una gloria perdida pero presente —acaso— en Il Cavaliere, al cual sirve.
Himno mussoliniano de Lele Mora
Si estás desde tu balcón
mirando el mar.
Moretta, eres una esclava
entre los esclavos.
Verás cuántos barcos tricolores
como entre sueños
navegan hacia ti.
¡Camisas negras, bella Abisinia!
Espera, que la hora se aproxima
en que estaremos contigo.
Te daremos otra ley y
otro Rey.
Lele, casi con lágrimas en los ojos, mira a sus entrevistadores, y dice:
—Hai visto che carino?
No, Lele, no es carino. Acaso este lugarteniente eficaz de Berlusconi crea que Mussolini fue bueno, que dio trabajo, que hizo progresar a Italia y que sólo lo perdió su amistad con Hitler, como muchos otros sostienen. (Si es que piensa «que lo perdió su amistad con Hitler», aunque probablemente no. Probablemente piense que fue un leal aliado del Führer y corrió una suerte aún peor que la del líder alemán, pero que habrá venganza, porque la historia siempre da una segunda oportunidad, de modo que los fascistas volverán sobre «la bella Abisinia»). Pero olvida que la aventura colonialista del fascismo mussoliniano en Abisinia fue cruel y sanguinaria, que el Duce no se dejó seducir por Hitler sino que fue tras él con toda su fe de guerrero del Occidente antimarxista y que, cuando Hitler se lo pidió, nada lo hizo vacilar ni demorar en meterle en los trenes de la muerte a todos los judíos que pudo. Así que, Lele, ser fascista no es carino. Es ser una basura moral. Además, hay algo que incomoda a nuestro tan pintoresco personaje. Si Berlusconi es el Mussolini del siglo XXI, si se diferencia de éste en que es un Duce sonriente, que ama el poder pero también el sexo, y mucho, se dice por ahí que Il Cavaliere acaso tenga un final semejante al del Duce, que terminó colgado cabeza abajo sujeto de los pies. No será así con el Il Cavaliere (insisten muchos en vaticinar): terminará colgado cabeza abajo. Pero no sujeto de los pies, sino de le palle.
A Costa Esmeralda va la gente de la TV. En Italia, TV y Poder son lo mismo. En Costa Esmeralda tiene Berlusconi su Villa. Aquí, en este paraíso, pasa sus vacaciones. Sus «amigos» lo rodean. En Costa Esmeralda está Billonaire, el boliche al que asisten todas las celebridades. De Italia y de otras múltiples geografías también. Denzel Washington y Paris Hilton tienen sus residencias ahí. Denzel le puso a la suya: Tío Tom. Pero no. ¿Por qué habría de hacer eso? ¿No tiene derecho a ser un hipermillonario como todos los blancos detestables que circulan por ahí? Por supuesto: esos derechos se han conquistado. Si los blancos tienen el derecho de ser poseedores de obscenas fortunas, ¿por qué no los afroamericanos? ¿Por qué habrían de ser menos? ¿Por qué habrían de privarse de ser una escoria humana como todas las escorias humanas blancas que allí se amontonan?
Entre tanto, Italia ocupa el lugar N.º 77 en libertad de prensa. (Y seguramente no es una medición de la SIP. La SIP es parte del mundo Occidental antimarxista que Berlusconi defiende. Il Cavaliere ha enviado tropas a Irak. ¡También es un valiente guerrero de la causa de Occidente, de la Guerra contra el Terror!). Italia tiene el lugar N.º 84 en equidad de género. El 80% de los italianos se informa a través de la TV.