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Assange a Correa: «Cuídese, no deje que lo asesinen»
¿Se puede saber algo de los hombres por su cara? Más que por su cara, por la expresión que se abre paso en esa cara. ¿Se puede saber algo de un hombre por su modo de sonreír y por el momento que elige para hacerlo? ¿Se puede saber algo de un hombre por el modo en que mira, en que habla, por su posición corporal, por su cuerpo rígido, pomposo, o por esa flojedad serena, ese estar en paz con el mundo pese a todos los conflictos que enfrenta, esa vivacidad, esa mano tendida, la simple gestualidad de los generosos? Se puede. Vi varias veces el video de Internet en que Julian Assange entrevista a Rafael Correa. Fue un goce verlos a los dos. Eso me llevó a mirarlo varias veces. Además, en ese reportaje Rafael Correa dice todo. Nos proponemos transcribirlo y lo comentaremos en letras cursivas, las cursivas señalarán nuestras intromisiones, que no serán muchas.
Assange aclara algunas cosas a quienes se disponen a ver la filmación. Dice: «Rafael Correa es un populista de izquierda que ha cambiado la imagen del Ecuador. Tiene un doctorado en Economía. Es el presidente más democrático en la historia de su país. Pero, en 2010, fue tomado como rehén en un intento de golpe de Estado. Correa culpa a los medios de comunicación corruptos».
La comunicación se realiza en español. Alguien traduce lo que dice Assange. Correa dice que habla bastante inglés, pero que se siente más cómodo con su idioma.
Assange:
—Estoy en Inglaterra por arresto domiciliario durante 500 días. Presidente Correa, ¿qué piensa de Estados Unidos y su involucramiento en América Latina?
Correa:
—Vea, Julián.
[Correa pronuncia el nombre de Assange por medio de una mezcla de inglés y español. Así, durante toda la entrevista, le dirá Yulián.]
Correa (cont.):
—Hace unos días Evo me dijo: ¿Sabes por qué no hay golpes en Estados Unidos? Porque no hay Embajada Norteamericana.
[Assange se ríe muy francamente.]
Correa:
—Yo viví en Estados Unidos. Tengo dos títulos de ese país. Admiro al pueblo de Estados Unidos.
Assange:
—Su gobierno cerró la base que Estados Unidos tenía en su país. ¿Por qué cerró esa base?
[Otra y la más nueva forma de colonización del Imperio norteamericano son las bases militares.]
Correa:
—Pero, Julián, ¿aceptaría en su país una base extranjera? En todo caso, si es tan sencillo, que nos den permiso para instalar una base militar en Miami.
[Assange se ríe con verdadero placer.]
Correa:
—Se está divirtiendo mucho con la entrevista, Julián. Me alegro. Yo también.
Assange:
—Me divierten mucho sus chistes, Presidente.
Correa:
—Usted sabe que la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que no es otra cosa que la conglomeración de los dueños de periódicos, maneja la situación (…). Aquí, el poder mediático es más fuerte que el poder político.
[El destacado es nuestro. Todos lo serán. En cuanto a la SIP hay que decir que, durante la dictadura de Videla, jamás denunció que faltaba libertad de prensa en la Argentina.]
Correa (cont.):
—De hecho, normalmente tiene poder político, social e informático. Han sido electores políticos, del poder Legislativo, del Judicial. Saquemos esa imagen de pobres y valientes periodistas tratando de decir la verdad. Nosotros, los que tratamos de hacer algo por el país y por los pobres, somos perseguidos por los periodistas que se pasan injuriando, mintiendo, ¡cualquier cosa! Medios de comunicación dedicados a defender intereses privados. Cuando llegué al Gobierno, había siete canales de TV privados. ¡Cinco pertenecían a banqueros! Imagine usted, ¡basta de creer en esa fábula de gobiernos persiguiendo a periodistas y medios de comunicación angelicales!
Assange:
—Presidente Correa, yo estoy de acuerdo con su descripción de los medios. El País, el New York Times, el Spiegel. Pero creo que lo mejor para combatir a los monopolios es crear nuevas editoriales que entren al mercado. ¿No cree usted que se debe apoyar a los pequeños medios y regular a los monopolios?
Correa:
—Eso es lo que estamos tratando de hacer, Julián. Hace más de dos años se está preparando una nueva Ley de Comunicación para repartir el espectro radioeléctrico, para que sólo un tercio sea privado con fines de lucro, el otro tercio sea para propiedad comunitaria o sin fines de lucro. Y el otro tercio para propiedad pública. No sólo del gobierno central sino de gobiernos locales, municipios, gobiernos parroquiales. Hemos tenido dos años para conseguir una ley democráticamente elegida. Pero ha sido bloqueada por los grandes medios. La llaman «ley mordaza» por sus legisladores asalariados que tienen en la Asamblea Nacional para defender sus intereses. Queremos democratizar los medios de comunicación, pero tenemos la acérrima oposición de los propietarios de los medios de comunicación.
En cuanto a Estados Unidos, ¿cuál es la diferencia entre republicanos y demócratas? Yo tengo más diferencia entre lo que pienso en la mañana y en la tarde.
[Otra vez sonríe Assange.]
Assange:
—¿Cómo ha logrado hacer tantos cambios en Ecuador? ¿Cómo ha logrado hacer algo que el presidente Obama no puede lograr?
Correa:
—El consenso no es un fin en sí mismo. Aunque deseable. Para mí sería fácil conseguir el consenso claudicando. Contentaría sobre todo a los poderes fácticos de este país. Pero todo seguiría igual. Hay veces que es imposible consensuar. A veces es necesario confrontar. A nosotros nos llevó al gobierno la indignación de los ecuatorianos. Obama necesita ese apoyo. Más ocupación de Wall Street, más indignación.
Assange:
—¿Hacia dónde va América Latina? Hay mayor beneficio para los pobres, hay distribución, crecimiento, soberanía y una actitud fuerte hacia Estados Unidos que cada vez incursiona menos. Pero ¿dónde cree que América Latina va a estar en diez o veinte años?
¿Sabrá Assange que, en la Argentina, entre los que más se oponen al gobierno son los partidos (pequeños) de izquierda, que no ven los adelantos que él (alguien que sabe mucho de nuestro continente) ve tan claramente? A la pregunta dónde va a estar América Latina dentro de diez o veinte años, raro que Correa, con su frecuentemente cáustico humor, no respondiera: «¿Qué sé yo, Julián? Con más preocupación me preguntaría dónde estará el mundo por esas fechas». Pero la dejó pasar. Ya lo veremos dejar pasar otra.
Correa:
—Sí, disminuye la influencia de Estados Unidos. Por eso hemos dicho que América Latina está pasando del Consenso de Washington al Consenso sin Washington.
Assange [muy divertido]:
—¿Puede ser el Consenso de São Paulo?
[Esta también la deja pasar Correa. Uno de los peligros de Suramérica es Brasil. ¿Seguirá del lado de los países de la región o se decidirá a cumplir con su propio destino manifiesto? Desde los años sesenta, se teme el papel de gendarme que pueda adoptar Brasil ante sus hermanos del continente. Se trata de un país enorme y muy complejo. El único que no habla el idioma de los otros. El que representó —con sus monarquías— las políticas del imperio británico en el Plata. El principal ejecutor de la Guerra de la Triple Alianza. Uruguay era un país pequeño y Mitre nunca fue un guerrero. La guerra la concluyó —muy cruelmente—, Brasil. El historiador uruguayo Vivian Trías publicó, en la época que mencionamos: los años sesenta, un libro que marcó esa época.]
Correa:
—Las políticas económicas siempre estuvieron al servicio del gran capital y del capital financiero. Eso está cambiando. Pero todo puede revertirse si vienen los mismos de siempre a dominar nuestros países. Queremos que la sociedad domine al mercado y no el mercado a la sociedad. Queremos justicia, equidad social. América Latina será la región del futuro. Tenemos todo para ser la región más próspera del mundo. Si no lo hemos logrado, ha sido por los malos dirigentes, por los malos gobiernos. Y esto es lo que está cambiando en nuestra América.
Assange:
—Gracias, Presidente Correa.
[El diálogo de despedida tiene —conjeturo— algo o mucho de escalofriante. Luego lo analizaremos. Cuando Assange dice «Gracias, Presidente Correa», lo dice en medio de amplias sonrisas y emotivos aplausos.]
Correa:
—Ha sido un gusto conocerlo, Julián, al menos por este medio. Y ¡ánimo, ánimo! Bienvenido al Club de los Perseguidos.
Assange:
—Cuídese, no deje que lo asesinen.
Correa:
—Eso tratamos cada día. De evitar eso.
[Termina la entrevista.]
Queda claro cuál es, para Assange, el peligro más cierto que acecha a Correa: que lo asesinen. Ese intento ya ocurrió durante el golpe de Estado del jueves 30 de septiembre de 2010. Hubo un levantamiento de la policía. Correa fue herido y tomado prisionero. Ahí advirtió que el Plan B de los rebeldes era matarlo. Y empezó a hablar: «Si quieren matar al presidente, aquí estoy, mátenme si les da la gana, si tienen el valor (…). Si quieren tomar los cuarteles, traiciónenme; este presidente y este gobierno seguirán haciendo lo que tienen que hacer». Hablaba desde un balcón, había abierto su camisa y ofrecía el pecho. «Salgo como presidente o salgo como un cadáver», les gritó a los rebeldes.
Sólo comparable al coraje de don Salvador Allende. Correa es directo, a veces se excede. Pero siempre merece nuestra atención. El sábado 29 de agosto de 2009 —es el día en que se dirige al pueblo— de pronto dice, enojado, que hay que sacar ese programa de la tele porque es una basura. «Carlos Cuello, ¿qué te pasa?». Cuello es el director de TC-Televisión. «¿Qué te pasa?». Y luego algo así: «Ese programa es una basura. Aparece el amante de una mujer y el marido está ahí. Después traen a la suegra. ¡Eso es basura!». El programa lo dirigía la animadora peruana Laura Bozzo. Nosotros, aquí, conocemos muy bien esa clase de cosas. Correa no quiere prohibir a la tele particular. Pero en la del Estado no quiere televisión basura. «No podemos ser tan inconsecuentes. Entonces, ahorita mismo me quitas esa porquería del aire», ordenó a Cuello. Luego, sin vueltas, calificó al programa de la peruana como una «inmoralidad». Y aquí viene el núcleo conceptual del asunto. Le dicen que programas como el de Bozzo levantan el rating. Correa insiste en que eso no le importa a ellos. Que sean los canales privados los que levanten el rating pasando basura, ellos no. «Por el amor de Dios, a un drogadicto no le voy a dar drogas porque le gusta (…). Bajemos el rating y mejor eduquemos a nuestra gente. No podemos caer en la práctica de esa prensa inmoral y corrupta que hace un negocio de la comunicación».
No, Correa no tiene nada contra los periodistas ni contra la televisión. No le gustan los periodistas al servicio de los monopolios, los que dicen lo que los monopolios necesitan decir. Tampoco le gusta la basura en la tele. Tiene que tener una función educativa, formadora de valores culturales. Puede compararse —en la Argentina— la programación del Canal Cultural Encuentro y la del estatal Canal 7 y se verá la diferencia con los privados. Encuentro, sobre todo, es un canal ejemplar, admirado y respetado por todos. En los canales privados —por el contrario— la búsqueda desesperada del rating llevó a Tinelli o a la infinita permanencia de Giménez y Legrand.