SIETE
DESPUÉS de hacer una mueca de rabia a la puerta cerrada, la expresión de Ned Beaumont se tornó gravemente pensativa. Su frente se surcó de arrugas. Sus ojos oscuros se entornaron y se volvieron introspectivos. Frunció los labios bajo el bigote. Al cabo de un rato se llevó un dedo a la boca y se mordisqueó la uña. Respiró regularmente, aunque más hondo que de costumbre.
Oyó pisadas al otro lado de la puerta. Abandonó su actitud meditabunda y caminó despacio hacia la puerta, tarareando Little Lost Lady. Los pasos siguieron de largo al otro lado de la puerta. Calló y rescató de la papelera la hoja de las tres preguntas dirigidas a Opal Madvig. En vez de estirar el papel, lo guardó arrugado en uno de los bolsillos del albornoz.
Buscó un cigarro, lo encendió, se lo acomodó entre los dientes, permaneció de pie junto a la mesa y contempló en medio del humo la primera página del Observer.
CARTA ABIERTA AL ALCALDE
Señor alcalde:
Al Observer ha llegado cierta información que considera de importancia trascendental para esclarecer el misterio que rodea el reciente asesinato de Taylor Henry.
La información corresponde a declaraciones juradas que actualmente se encuentran en la caja de seguridad de este diario. La esencia de dichas declaraciones es la siguiente:
1. Que hace varios meses Paul Madvig discutió con Taylor Henry a causa de las atenciones que el joven prodigaba a su hija y prohibió a ésta que volviese a ver a Henry.
2. Que la hija de Paul Madvig siguió viéndose con Taylor Henry en una habitación amueblada que el joven alquiló con ese propósito.
3. Que estuvieron juntos en dicha habitación la misma tarde del día en que fue asesinado.
4. Que esa noche Paul Madvig acudió a casa de Taylor Henry, presuntamente para amonestar, una vez más, al joven o a su padre.
5. Que al parecer Paul Madvig estaba disgustado cuando abandonó la residencia de los Henry, pocos minutos antes de que asesinasen a Taylor Henry.
6. Que se vio a Paul Madvig y a Taylor Henry a media manzana de distancia, a menos de una manzana del sitio donde apareció el cadáver del joven, menos de quince minutos antes de que se encontrara su cuerpo.
7. Que, hasta el presente, el departamento de policía no ha encomendado a ningún detective la búsqueda del asesino de Taylor Henry.
El Observer considera que usted debe conocer estos datos, lo mismo que los electores y los contribuyentes. Al Observer no lo mueven motivos particulares ni ningún otro factor, salvo el propósito de que se haga justicia. El Observer agradecerá la posibilidad de entregar estas declaraciones juradas, así como cualquier otra información de que disponga, a usted o a cualquier funcionario municipal o estatal cualificados. Y, si se demuestra que dicha actitud ayuda a la justicia, se abstendrá de publicar detalles relacionados con estas declaraciones juradas.
El Observer no permitirá que se ignore la información contenida en las declaraciones juradas. Si las autoridades elegidas y designadas para hacer cumplir la ley y el orden en esta ciudad y en este estado consideran que estas declaraciones juradas carecen de la suficiente relevancia para obrar en concomitancia, el Observer planteará la cuestión ante el más alto tribunal, el pueblo de esta ciudad, y las publicará en su totalidad.
H. K. Mathews, director
Ned Beaumont gruñó despectivo y exhaló el humo del cigarro sobre esa declaración, pero mantuvo la mirada sombría.