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Hay cosas que me aburren:
los espárragos y las fábricas,
las reuniones y la política,
aquello donde el hombre aparece y no se encuentra.
Me enternecen la libertad y la tierra recién arada,
la ahijada y la tierra,
la sementera y la tierra,
la sazón y la tierra,
cada cosa en su sazón y en su sitio.
Tengo la suerte de tener labranza y amigos,
brazos abiertos, es decir, familia,
suelo de los míos, es decir, pasado.
Habrá, pues, que dejarse de historias que se venden,
de máscaras que se compran,
de patrias no del corazón,
de tesoros sin cotización celestial[130],
aunque vivir sea equivocarse
y la poesía oficio de tartamudos,
donde se encuentran a veces y en la oscuridad
hombres de buena voluntad
que buscan a Dios entre las sombras[131]
y en la perplejidad lo encuentran,
y en el temblor, la luz,
y la esperanza de un refrigerio orillas suyas,
con un agua suya para más sed,
y gloria sin tasa,
y deseo deseado y aliviado.