XXI
¿Otra vez empezar?
¡Qué largo aprendizaje!
¡Qué patinar indefinidamente!
Pero ¿ya no recuerdas el principio?
¿No puedes repetirlo?
Sin embargo, es más fácil
que comerse ese melocotón,
que llenar esa copa de vino.
Empezaba:
Íbamos y la pradera.
¿Tienes el pecho liso?
Entonces, ¿cómo olvidas fácilmente?
Y luego los cencerros, los ladridos.
Amor, claro, un rebaño.
Ni por sierras, colinas, ni montañas;
sencillamente, amor, por donde sabes.