XXV
Amor, tienen un cuarto pequeño tras sus ojos
al que llaman cuarto de los huéspedes,
y es el que te han destinado
a ti que siempre dormiste en el césped,
sin libros en la mesita de noche,
porque tu luz se va con el crepúsculo.
A lo mejor paseando dirás:
¡Si me han levantado una estatua!,
y tengas que salir corriendo en busca de un estanque
para reconocer tu cuerpo.
¿Cómo vas a ser de piedra o de bronce?
¿Dan calor bronces o piedras?
¿Se levantan y se acuestan?
¡Qué raro, amor, qué raro que el bronce y las piedras respiren![16]