XVII
Gracias, Señor, por lumbre, por ribera,
por amoroso muro y por semilla,
por la mar que se postra y por la quilla,
por molino y besana, troje y era.
Por sangre, por mirada, por ladera
que la vid ennoblece, y donde brilla
en tus piedras el sol, por faz sencilla,
y flor en zanja y mariposa en vera.
Por darme y por no darme, por tenerme
de tanto sueño el corazón colmado,
y de tanta esperanza de ternura
embebidos los huesos, por haberme
mis techos con tu paz tan bien cargado,
que gimen ya las vigas de ventura.