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ELEGIA
A Nicolás, cochero e historiador,
que murió un día de febrero[68]
Un pedazo de espíritu y pellejo
sobre dos piernecillas. Le llamaban
hermano los olivos porque era
viejo como ellos. Le escuchaban
cuando iba contándoles su historia.
Conocía el año y la ocasión
de corazón y memoria;
menos de memoria que de corazón.
Les recordaba el día
que los plantaron, los nombres
de manijero y talador. Sabía
la relación de tierras y de hombres
de estos contornos. Era la voz viva
de cerro, chaparral, zanja y oliva.
Y ahora, en esta tarde de febrero,
medio con lluvia, medio con dulzura,
retornará a la tierra su voz muerta,
será raíz oscura
de tierno tronco para rama cierta.
Se quedará este campo sin historia,
y tan calladamente,
bajo la tierra oscura,
será como un arroyo su memoria
del sol aquel y aquel relente,
de aquel atardecer y aquella gente,
bajo la tierra dura.