XIV
José, ¡qué pobre hombre! Lo sé, Rosa.
Rosa, ¡qué dulce Rosa! ¿Tú lo sabes?
José, no sabes nunca lo que quieres,
ni dónde vas, ni lo que piensas. Dilo.
Ni lo que dices o qué esperas. Dime,
¿puede una Rosa como yo pasarse
la vida junto a ti? Rosa no fuera
si me quedara siempre. Adiós, me voy.
Te seguirá mi verso donde vayas,
lo encontrarás bajo el embozo, bajo
la servilleta. No podrás moverte
sin decir este verso, Rosa mía.