A ti, la siempre flor, la siempre viva
raíz, la siempre voz de mi desvelo;
a ti, la siempre luz, el siempre cielo
abierto a dura piedra y verde oliva.
A ti, la siempre sangre fugitiva
de cuanto en ti no halló razón y celo;
a ti mi siempre verso, el siempre vuelo
del torpe corazón y ala cautiva.
A ti mis pensamientos, aguardando
antes de amanecer a que amanezca
para montar su guardia a tu memoria;
a ti mis dulces sueños, entornando
puertas al alba, porque no amanezca
y se pierda en la luz tu tierna historia.