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En este olivarillo de la loma
que apenas tiene sombra, apenas flores
que ilustren su pobreza con colores
o alegren su silencio con aroma,
y que devuelve en fruto cuanto toma
de la tierra, y nos da con sus sudores
aceite, que en dorados resplandores
la dura oscuridad reduce y doma;
en este olivarillo, mi consuelo
me vino, sin saber cómo ni cuándo,
mientras iba por él entretenido;
no sé si es de la tierra o es del cielo;
sólo sé que lo siento aquí alentando
y el corazón lo tiene por latido.