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Exactamente cuatro horas después, Scotland Yard telefoneó para anunciar, en el más suave de los tonos, que habían descubierto el brazalete desaparecido, oculto en la chimenea de la habitación de Alfie Brewer, y querían agradecer amablemente a Todhunter su información.
—Que se la agradezcan a Chitterwick —gruñó sir Ernest, haciendo la honrosa enmienda; y Chitterwick pareció tan complacido, que su rostro se puso casi incandescente.
—Ahora sí tenemos un juicio —manifestó con maligna satisfacción el joven Fuller.
—¡Hum...! Me gustaría saber algo más sobre ese bote vacío —murmuró sir Ernest con ingratitud.