El rostro de Rita Glenne se descompuso en un sollozo. Se puso la mano sobre la boca para reprimirlo.

—¿Dan tiene que acompañaros a Finnemarka? No puedo dejar a los niños con Roy. Tengo la impresión de que Dan rechaza a Roy —dijo en voz baja—, es un niño que rechaza.

Ahora el recibidor estaba ordenado. Miró a Marian.

—Estoy todo el tiempo limpiando. Hay mucho polvo. ¿Dan tiene que ir con vosotros?

Roy Hansen salió del salón con Sebastian a la cadera. El pequeño estiró los brazos hacia Marian, y ella se quedó fría como el hielo y puso la mano sobre el brazo de Rita Glenne.

—Me temo que debemos insistir en que Dan nos ayude —le sudaban las palmas de las manos.

—Hace un rato Dan estaba sangrando por la nariz —sollozó ella—, espero que recupere el trato con Arne Colin, pero ¿y si es él, y si es Colin el que le ha arrebatado la vida a Vivian? ¿Sospecháis de Colin? En mi profesión aprendemos a ver la bondad. Colin es bueno —se desplomó.

El bebé se metió el pulgar en la boca, inclinó la cabeza hacia su padre y levantó la vista para verle la cara. Como si quisiera oír el sonido de una respiración humana.

—Estoy tan cansado… —Roy Hansen se dio la vuelta y volvió al salón, con Kenneth, que estaba gritando que se había roto el camino de piezas de madera.

—Eso no es exactamente una coartada —dijo Marian—, afirmar que alguien es bueno. Hasta el peor diablo puede ser descrito como un corderito por su familia. Pero no tienes ninguna obligación de ocuparte de los hijos de tu hermana. Las cosas ya no son así. Tienen un padre, los tres. No puedes adoptarlos. Podemos solicitar un mayor nivel de asistencia, si así lo deseas.

Negó con la cabeza, se enderezó.

—Roy y yo arreglaremos esto juntos. Tengo que pensar en algo que hacer con Kenneth, hemos amasado pan —dijo alterada—, mañana tenemos que ir a alguna playa. Los chicos necesitan que les dé un poco el sol.

—¡Pero si no hace sol! —dijo Marian abriendo los brazos—. ¿Podrías decirle a Dan que le esperamos fuera?

—Ahora irá. Se está cambiando de ropa —se pasó la mano por la cara—. Tengo 41 años, ya no habrá una familia para mí. ¿Tendremos que esperar mucho para el entierro? Siento que necesito dejar esto atrás. La casa está llena de ramos de flores. Algunos he tenido que ponerlos en la mesa del jardín.

—En los casos de asesinato la víctima siempre es enterrada, no incinerada —Marian la miró—. Puede llevar un tiempo, pero podríais organizar una ceremonia conmemorativa.

—¿Con ataúd?

—Podría solucionarse.

—Pero Vivian estaría… en el ataúd…

—No necesariamente. Sería simbólico. Tendrás que hablarlo con Roy. Supongo que él también estará en condiciones de tomar algunas decisiones.

—Pero es que él ya ha pensado en la corona —miró escalera arriba—. ¡Dan!, ya viene. Cuando Roy le preguntó a Kenneth qué quería que pusieran en la cinta, Kenneth quería que dijera a lo tonto. ¡Y así será!