Capítulo 21

—Es zurdo.

Irving Sample acercó la lente de aumento a su mesa de trabajo para comenzar un estudio comparativo de los dos crucigramas. Las anotaciones que Lena había recogido en la pizarra de casa de los Brant estaban desplegadas bajo la lámpara que había a un lado de la mesa, junto con otras muestras que había sacado, por si acaso, de los archivos del despacho.

A Sample no le había hecho gracia tener que acudir a las oficinas de la policía. Y al final no lo había hecho. Estaban sentados en el despacho de su casa en La Cañada, una pequeña aunque próspera localidad situada en las colinas que se alzaban sobre Glendale. Cuando Lena le llamó, le dijo que prefería examinar los documentos en su casa. Era domingo, sus hijos habían venido de visita ese fin de semana y allí contaba con todo lo que necesitaba para darles una primera impresión.

Tanto a Lena como a Novak les pareció bien. La Cañada estaba a solo quince minutos en coche del Parker Center y ambos necesitaban un poco de aire fresco. Lo que Lena no se esperaba ver al llegar eran unos pavos reales vagando libremente por el vecindario. Había dos sobre el tejado de la casa de un vecino, graznando hacia algo escondido en las colinas que había detrás de la casa. Otros tres estaban devorando un jardín, tres casas más abajo.

Sentada en la mesa de trabajo Lena miró hacia el exterior. Un pavo real había aterrizado en el jardín de Sample y la miraba divertido a través de la ventana. Si hubiera sido en otra época de su vida, habría jurado que estaba alucinando.

—No os preocupéis por los pájaros —dijo Sample—. Son muy buenos guardianes.

—No lo dudo —dijo Lena.

—Alguien se mudó y los dejó abandonados. La bandada creció y por algún motivo decidieron quedarse. No ha habido ningún robo en el vecindario desde que vivimos aquí.

—Me volvería loco con el ruido —dijo Novak.

—Te acabas acostumbrando.

Sample sacó una hoja nueva del cajón y empezó a copiar letras de los crucigramas, intentando imitar la forma y estilo de la escritura. Mientras lo hacía, Lena observó el equipo que tenía sobre la mesa, la colección de tintas guardadas en un armario protegidas de la luz que entraba por la ventana y la cantidad de libros sobre falsificación que había en las estanterías. No le importó haber conducido hasta allí. Al contrario, se sentía afortunada de haber podido trabajar con un perito grafotécnico de la reputación y experiencia de Sample.

El forense había empezado su carrera en la Sección de Pruebas Documentales del Servicio Secreto. Cuando le pidieron dar clase en la Universidad de Berkeley, aceptó, sobre todo porque sus hijos se habían mudado a la zona norte de California. Pero, por mucho que disfrutara de poder vivir cerca de su familia y de trabajar con estudiantes, echaba de menos la emoción de la caza. La presión que conlleva una vida dedicada al crudo mundo real. El Departamento de Policía de Los Ángeles le estuvo tentando hasta que, diez años antes, el experto accedió a mudarse a Los Ángeles y dirigir la Unidad de Pruebas Documentales.

Como detective de Hollywood, Lena había trabajado con Sample en dos ocasiones, durante su periodo como detective en Estafas y Falsificaciones en Hollywood. Desde el primer instante se cayeron bien.

—He encontrado algo —dijo Sample con una voz cargada de excitación—. Una anomalía.

Cogió las notas que habían traído de casa de los Brant y las comparó con las muestras de escritura de los crucigramas.

—Se trata de la letra «p». La forma en que la escribe es poco usual. Única.

Lena y Novak se acercaron para ver mejor.

Sample les animó a acercarse todavía más.

—La mayoría de la gente hace esa letra de dos formas. —Sacó una hoja limpia del cajón y cogió el bolígrafo—. La letra «p» es fundamentalmente una línea unida a un semicírculo. Si se hace en dos trazos generalmente se empieza desde arriba, se hace una línea vertical y luego se dibuja el semicírculo. Si se dibuja la letra de un solo trazo, se empieza desde abajo, se forma la línea y se continúa hasta completar el semicírculo.

Lena miró las letras «p» que Sample había hecho con dos trazos y con uno solo. No le parecía que cupiera otra posibilidad.

—¿Cuál es la anomalía? —preguntó.

Sample sonrió.

—La mayoría de la gente empieza dibujando la línea recta. El hombre que buscan no lo hace así. —Deslizó la hoja más cerca para demostrar la técnica—. Es un trazo único que empieza en la parte baja del semicírculo y que da la vuelta hasta formar la línea recta.

—¿Es tan raro hacerlo así? —preguntó Novak.

—Es tan único como una huella dactilar. Quienquiera que completara este crucigrama, rellenó este otro también. No hay ninguna duda. Cada letra «p» está escrita de esa misma forma especial.

Lena echó un vistazo a las notas que había sacado de casa de los Brant.

—¿Y qué hay de esto?

Sample negó con la cabeza.

—Tanto Nikki como James Brant son diestros. Escriben la letra al igual que todo el mundo. Ella utilizaba el trazo único. Él utiliza dos trazos. Si los crucigramas son pruebas determinantes, entonces james Brant es inocente.

Hubo un silencio mientras asimilaban la afirmación de Sample:

«James Brant es inocente».

El estómago de Lena empezó a retorcerse. Pensó en Brant. En la forma en que él había jugado con la taza de café y había sostenido el cigarrillo durante el interrogatorio. En la mano que había utilizado para sacar la llave del coche del llavero cuando se lo encontró en la casa. Brant era decididamente diestro. Miró a Novak y supo que él también lo estaba pensando.

Ahí estaban de nuevo: el ardor, el fuego, el vagón de tren rodando por la vía hacia la oscuridad.

Sus miradas se cruzaron y Novak amagó una sonrisa. Luego volvió a murmurar aquellas mismas palabras:

—La Séptima.