EL MUNDO REAL EN «LAS MIL Y UNA NOCHES»
En los epígrafes que anteceden hemos pasado revista a los personajes más representativos de Las mil y una noches, y en ese ligero examen hemos echado de paso una ojeada a la estructura doméstica, política y social del pueblo árabe en los siglos en que se escribieron estas historias; falta aún, sin embargo, estudiar someramente a esos personajes de cuento como exponentes de grupos sociales, de gremios que ejercen una actividad práctica, y ver así el concepto en que eran tenidos por sus contemporáneos, la idea que estos se formaban de ellos y la tendencia apologética o peyorativa que en sus semblanzas literarias se dejan traslucir.
Las mil y una noches reclutan sus personajes en grupos sociales muy distintos, de suerte que nos dan el cuadro total de las actividades profesionales predominantes en el imperio, y, por lo general, lo hacen con bastante verismo, aunque, desde luego, no se ha de olvidar que no se trata de monografías, sino de pinturas literarias, que siempre tienen algo de convenido y falso.
Hay en ellas tipos profesionales, fielmente descritos, como los del pescador, el barbero y el sastre, que aparecen como figuras perfectamente reales, de un realismo comparable al de nuestra literatura picaresca; pero no hay que olvidar, sin embargo, que lo mismo un barbero que un mercader de Las mil y una noches no son del todo iguales a sus congéneres de la realidad observable, pues siempre tienen algo de particular, emanado del ambiente mágico y fantástico en que actúan y muchas veces, por intervención del elemento mágico, cambian de condición y se convierten en grandes señores y en personajes de fábula. Lo corriente es que el narrador los dote desde el principio de cualidades excepcionales y dé a un mercader psicología de príncipe y a un humilde leñador atributos de santidad. Habida cuenta de esto no es de sorprender que los principales protagonistas de estas historias—que sobre todo lo son de amor—sean príncipes y mercaderes, y, a veces, príncipes y mercaderes en una pieza, y que unos y otros se conduzcan con idéntico romanticismo y la misma prodigalidad. Los mercaderes de Las mil y una noches contradicen el concepto occidental del mercader; son hombres generosos, sensibles, que gustan de la poesía y son ellos mismos poetas. Empecemos, pues, por ellos esta parte de nuestro estudio.