Capítulo 25

El Leñador ciego había cortado más madera de lo que Tony quería pensar. Y Lobo comenzaba a parecer realmente asustado.

-¿Dick? -preguntó Tony-. ¿Cómo en Van Dyke?

-No -dijo el Leñador y partió otro tronco.

-¿Bill? ¿Ben? ¿Jerry? ¿Haagen-Dazs?

-Frío -dijo el Leñador, que continuó cortando madera.

-¿Elvis? ¿Sammy? ¿Frank? ¿John? ¿Paul? ¿George? ¿Ringo?

-¿Ringo? -preguntó Lobo.

-Aún más frío -dijo el Leñador-. Mucho más.

-¿Comienza con A?

-No voy a jugar a ese juego.

-Tony -dijo Lobo-, estoy comenzando a perder la fe en ti.

-¿Sugar Ray? ¿Cassius? ¿Iron Mike?

-No.

-Dame una pista -dijo Tony. Estaba comenzando a hiperventilar. Todo lo que había hecho en este lugar resultaba erróneo-. ¿Cuál es la diversión para ti si simplemente le matas?

-En realidad, será muy divertido -dijo el Leñador-. Casi podrías decir que es la razón de mi existencia.

Sonrió mientras bajaba el hacha sobre otro pedazo de madera.

-¿Cómo sabemos que no mentirás sobre tu nombre? -preguntó Lobo.

A Tony le gustaba esa idea. Quizás podrían salir de ésta.

-Quizás ya lo he dicho -dijo Tony.

-No has adivinado mi nombre -dijo el Leñador-. Ni siquiera estás cerca. Mi nombre está escrito en mi gorra.

-Enfermo retorcido -dijo Tony-. Has hecho esto antes, ¿verdad?

-Miles de veces -dijo el Leñador.

-Y aproximadamente, ¿cuál es el porcentaje de acierto? -preguntó Lobo.

-Nadie ha acertado -dijo el Leñador.

Tony se inclinó hacia adelante y echó un vistazo hacia la gorra. Había una franja blanca en ella que claramente tenía el nombre del Leñador escrito. Lobo se esforzó en verlo, pero sacudió su cabeza.

Tony se acercó un poco más.

-Podré ser ciego -dijo el Leñador-, pero mi oído es excelente. Acércate un poco más a ella y le cortaré la cabeza a tu amigo.

***

Virginia tenía mucho frío. El Cazador todavía tenía su ballesta en las manos, la flecha apuntaba por la ventana.

-¿Quién es esta Reina? -preguntó Virginia-. ¿Cómo puedes servir a alguien que te hizo matar a tu propio hijo?

-Era mi destino matar a mi hijo. Y el de ella pedírmelo.

Hablaba con mucha calma. Entonces, lentamente, giró la ballesta hacia ella.

-Estás loco -dijo Virginia-. Todos en todo este lugar están locos.

-Todo lo que está destinado a pasar pasará siempre, sin importar lo que hagamos -dijo el Cazador-. Así como es mi destino el matarte ahora.

Le colocó una mano sobre el hombro y la empujó hasta que ella dobló las piernas. Continuó empujando hasta que se inclinó ante él. Apretó la ballesta contra su frente. Virginia pudo sentir la frialdad de la madera.

-¿Quién eres? -preguntó el Cazador.

-No soy nadie -dijo Virginia-. Juro que no soy nadie.

-Entonces te mataré.

Echaba hacia atrás la cuerda cuando de repente sonó una pequeña alarma. Bajó la ballesta.

-Tengo negocios que atender -dijo el Cazador.

Tomó un cordel de una mesa cercana y se lo envolvió alrededor de las muñecas, atándola a la reja en un movimiento fluido. No hizo ni un nudo.

-Terminaré tu interrogatorio más tarde. Si intentas romper el cordel, se ajustará más, te cortará las muñecas y sangrarás hasta morir.

Entonces la dejó. Virginia miró fijamente hacia el cordel, sabiendo que le había dicho la verdad.

No tenía ni idea como era posible que las cosas en este lugar siempre fueran de mal en peor.

***

Sólo quedaban dos pedazos de madera, y Tony no tenía más ideas. Lobo tenía los ojos cerrados, aparentemente para no ver venir el golpe final.

-¿Es el Leñador Loco? -preguntó Tony.

-Te dije que nunca lo adivinarías -dijo el Leñador.

De repente Tony reparó en una de las aves mágicas, que voló hacia el tocón y miró hacia la gorra del Leñador. Entonces el ave se alejó de nuevo. ¿Estaba el ave siendo sólo perversa? ¿O iba a ayudar?

Tony tenía que ganar tiempo de alguna manera.

-Es… espera un minuto, me está viniendo un nombre a la cabeza.

El Leñador dividió el penúltimo tronco.

-Me estoy quedando sin troncos -dijo-. Apresúrate.

-No, espera -dijo Tony-. Espera sólo un minuto. Está llegando a mí.

El Leñador dividió el último tronco.

-Demasiado tarde -dijo-. Ahora tengo la cabeza de tu amigo.

Los ojos de Lobo se abrieron de repente y en ellos Tony vio una horrible mirada de dolor y traición.

El ave mágica aterrizó en el hombro de Tony y susurró en su oído. El Leñador levantó su hacha sobre la cabeza de Lobo.

-Espera sólo un minuto -dijo Tony-. Juliet.

El Leñador se quedó helado, y por primera vez Tony sintió como si de verdad el hombre le estuviera mirando.

Lobo le miraba como si estuviera loco. Y Tony comenzó a sonreír.

***

Muy delicadamente, Virginia intentó retorcer el cordel. Si tenía cuidado, quizás no cortaría su piel. El movimiento era su única oportunidad. Lobo y su padre no tenían idea de donde estaba. Tenía que escapar por sí misma.

Se aseguró de apenas tocar el cordel. Pero de todas maneras éste se apretó y un dolor agudo atravesó sus muñecas. Vio una línea muy delgada de sangre aparecer en su piel.

-Maldición.

Entonces vio un movimiento en la ventana. El ave mágica a la que había salvado de los gitanos en último lugar estaba en el alféizar.

-Como nos ayudaste, te ayudaremos otra vez -dijo el ave mágica-. Pero ésta debe de ser realmente la última vez. Das un montón de problemas.

-Ve y encuentra a mi padre y a Lobo -dijo Virginia-. Diles donde estoy. Diles que vengan y me ayuden.

El ave asintió una vez y salió disparada. Virginia intentó no moverse con todas sus fuerzas. Sólo esperaba que llegaran a tiempo.

***

Lobo cargaba el hacha sobre su hombro y se dirigía una vez más de regreso al lugar donde habían sepultado al Príncipe Wendell. No tenía ni idea de donde estaba Virginia, ni cómo encontrarla. Aún así, se sentía muy aliviado de tener su cabeza.

-¿Quién lo hubiera pensado? -dijo Lobo a Tony-. Juliet el Leñador.

-No es de extrañar que se convirtiera en semejante enfermo sádico -dijo Tony, y entonces se detuvo. Lobo casi tropezó con él. Tony estaba admirando un árbol.

-Mira -dijo Tony-. Es otra de las aves mágicas.

En realidad era la misma ave mágica que les había ayudado con el Leñador, pero Lobo no lo corrigió.

-Sé donde está Virginia -dijo el ave mágica-. Está en un árbol que no es un árbol, en un lugar que no es…

-Corta ya con las estupideces -dijo Tony-, y sólo llévanos allí, ¿de acuerdo?

Por un momento, Lobo pensó que el ave iba a escaparse. Entonces suspiró, levantó las alas, y voló hasta el nivel de los ojos de Lobo.

Que tentación. Pero si se comía al ave mágica, nunca volvería a ver a Virginia.

Siguieron al ave durante un rato. Entonces ésta se detuvo delante de un poderoso roble.

-Está dentro del árbol -dijo el ave mágica-. Adiós.

-Espera -gritó Tony-. ¿Cómo puede estar en un árbol?

-¡Virginia! -gritó Lobo al árbol-. Virginia, ¿estás ahí?

-¿Lobo? -gritó ella en respuesta.

Su voz venía de muy lejos. Además venía de encima de ellos. Lobo miró hacia arriba. Virginia estaba mirando hacia abajo desde una gran altura.

-¿Cómo entramos? -le gritó Tony.

-Hay una puerta -dijo Virginia.

Una puerta. Lobo dio vueltas al árbol. Tony dio vueltas al árbol. Ninguno de los dos veía la puerta.

-No, no hay -dijo Tony-. No hay ninguna puerta, eso seguro.

-Oh, querida -dijo Lobo-. Si la ha sellado con magia, podría llevar semanas abrirla.

-¿Por qué no bajas y la abres desde adentro? -le preguntó Tony a Virginia.

-Porque me ha atado -dijo Virginia-. ¿No podéis escalar el árbol?

Lobo miró hacia la hiedra.

-No hay ningún punto de apoyo.

-Bueno, id a por una escalera o algo así -dijo Virginia.

-¿Una escalera? -preguntó Tony-. Estamos en mitad del bosque.

Lobo miró alrededor, esperando ver algo, cualquier cosa que pudiera utilizar para trepar.

-Esta hacha realmente corta a través de cualquier cosa -dijo Tony-, Puedo intentar derribar el árbol.

Eso lastimaría a Virginia. Además, si el árbol fuera mágico, el dolor podría rebotar en Tony.

-Virginia -dijo Lobo-, ¿cómo de largo es tu cabello ahora?

-Está más largo que nunca -dijo Virginia-. Está…

Se detuvo, y entonces Lobo supo que había entendido.

-¡No! -grito.

-Ésa es una magnífica idea -dijo Tony.

-¡No! -dijo Virginia.

-Siempre había querido decir esto -dijo Lobo-. Amor de mi vida, deja caer tus lustrosos rizos.

Un momento después, cinco kilos de cabello le aterrizaron en la cara. Lo apartó y lo sostuvo entre sus manos un momento. Habría de utilizarlo como cuerda y escalar el árbol como si fuera una montaña.

Comenzó en la base, y luego escaló tan rápido como pudo. El llanto de dolor de Virginia era desgarrador. Lobo se sentía ligeramente ofendido. Él no era tan pesado.

-Cuidado abajo -gritó Lobo a Tony-. Cierra los ojos.

-¿Qué es? -preguntó Tony.

-Caspa -dijo Lobo.

-¡Ouch! -dijo Virginia-. Yo no tengo…

-Algunas personas no saben aceptar una broma.

-Sí -dijo Tony-. No vaya a caérsete el pelo.

Lobo intentó colocar tanto peso como le fuera posible es sus pies, pero sabía que estaba tirándole terriblemente fuerte de la cabeza. Por lo menos sabía que el cabello era más fuerte que el acero, y que no podría arrancarlo.

Virginia todavía estaba gritando de dolor.

Intentó no pensar en eso.

-Qué momento en mi vida. Mi segunda oportunidad de salvarte. Mi historia será inmortalizada en una canción, no hay ninguna duda de ello.

Ella no respondió. Incluso sus “ouchs” se habían detenido. Tenía que obtener alguna clase de reacción.

-Oh -dijo Lobo-, acabo de encontrar otra cana.

Más silencio. Lobo se apresuró los últimos metros, luego se encaramó al alféizar y se empujó hacia dentro.

-¡Tachán! -dijo Lobo, parándose enfrente de ella-. Tu príncipe ha llegado.

Los tirones la habían derribado al suelo. Estaba pálida del dolor. La acercó y la besó. Por un segundo ella le devolvió el beso, y luego lo apartó de un empujón.

-¿Puedes desatarme? -alargó hacia él sus manos atadas.

-Claro -dijo Lobo-. Conmigo obtienes el servicio de rescate completo.

Agarró sus manos y mordió el cordel que le sujetaba las muñecas. Las cosas que hacía por amor, pensó. Agitó la cabeza, y mordió aún más fuerte. El cordel se partió, y Virginia quedó liberada.