La siguiente celda era más pequeña. Tony se asomó al interior. Un enano, no una persona baja, sino un enano salido directamente de Los Hermanos Grimm, los miró. Y entonces Tony se dio cuenta de que el enano tenía una cicatriz horrible recorriendo un costado de su cara.

- Déjanos salir -dijo el enano-. Vamos, sólo coge su llave y déjanos salir.

- Personas terribles -dijo el Príncipe Wendell-. Merecen todo lo que reciben.

Virginia se detuvo cuando llegó a la siguiente celda. Estaba apenas a un pie del suelo. Parecía extraño, hasta para Tony.

Virginia se agachó y leyó:

- ¿Ratones mortíferos?

Tony se arrodilló a su lado para leer la inscripción. En efecto. Decía Ratones Mortíferos.

- Sólo están cumpliendo dieciocho meses -dijo Tony.

- Es una cadena perpetua para ellos. -El Príncipe Wendell sonó impasible-. Vamos.

Pasaron por otra celda con sólo un esqueleto colgando de las cadenas. Tony casi preguntó, y luego decidió que mejor no.

Giraron hacia un pasillo con un letrero al final que decía: