Capítulo 54
A las siete y cuarto de la mañana siguiente, desde su mesa de operaciones de Skyrock, Steinberg ordenó que sus operadores pidieran prestadas una descomunal cesta de acciones de bancos europeos especializados en retail, por un valor de quinientos millones de dólares. A su vez ordenó la venta de todos los títulos en cuanto dispusieran de ellos.
Ese mismo martes, en las oficinas de STAR I acababa el morning meeting sin novedad. Los mercados estaban tranquilos.
A las diez de la mañana Arito se encontraba en el despacho de Max. Estaban comentando la cena de la noche anterior cuando este observó algo inusual.
—Arito, hace muy poco rato que se han abierto los mercados y las acciones de bancos europeos se están negociando en volúmenes inusuales. Hay mucho papel en el mercado. Están cayendo un uno por ciento.
Dado que STAR I había adquirido en préstamo títulos por un valor de seiscientos millones, si las acciones caían en ese porcentaje, STAR I podía recomprar el mismo número de títulos pagando un uno por ciento menos, es decir quinientos noventa y cuatro millones, a continuación devolvérselas a su dueño y obtener seis millones de ganancia, menos el coste del alquiler de los títulos.
—Bueno, tal cual están los mercados es normal. Nuestro precio de referencia para volver a comprar es si bajan un cinco por ciento. Pero no creo que eso ocurra, ya han bajado demasiado valor en lo que va de año —concluyó Arito.
A las once de la mañana, el portal Confinancial.com publicó en su portada una breve reseña:
El Banco Central Europeo podría aumentar las exigencias de capital a los bancos europeos.
Nueva York. Diversas fuentes bien informadas advierten de la posibilidad de que el Banco Central Europeo, ante la situación de los mercados y los problemas de solvencia de algunas entidades, apruebe una nueva norma que endurezca los requerimientos de capital de las entidades europeas que regula. Esta medida probablemente afectará a sus políticas de dividendos, que podrían ser más restrictivas. Un portavoz del Banco Central Europeo, contactado por este diario, ni confirma ni desmiente la noticia. En el caso de que se tomaran estas medidas, ante la pérdida de rentabilidad para los accionistas se penalizaría aún más el valor de cotización de estos activos, ya de por sí muy castigados con la crisis.
A la una del mediodía Max llamó de nuevo a Arito a su despacho:
—¿Has visto, Arito? están cayendo de media un cuatro por ciento.
—Sí, claro, parece que los rumores del Banco Central Europeo están afectando a la cotización, pero no creo que realmente les exijan más capital; algunas entidades podrían requerir ayuda de sus Estados para conseguir esos niveles de reservas —explicó el japonés, como siempre intentando encontrar la lógica en sus razonamientos.
—Pero si eso es lo de menos —interrumpió Max—; qué más da que luego no suban los requisitos de capital. Lo importante es que la gente piense que va a pasar. Todos los tenedores de esos títulos se querrán salir de esas posiciones para perder lo menos posible.
—Pues parece que la agencia Right Rating emite hoy un informe especial sobre el sector.
—¿A qué hora lo va a emitir?
—A las cinco, cuando cierren los mercados.
—OK, Arito, tengo una reunión a esa hora, pero en cuanto lo tengas llámame al móvil.
Cuatro horas después, Arito leía atónito el informe de Right Rating sobre el sector bancario. Profundizaba en un análisis no muy distinto al del trimestre anterior; sin embargo, esta vez, con prácticamente el mismo diagnóstico, concluía que la mayoría de valores de ese sector se iban a ver presionados fuertemente. Fijaba un precio de referencia a la baja. Y en particular establecía la calificación de la mayoría de bancos europeos en situación «watch», bajo vigilancia.
El análisis pronto estuvo en los titulares de toda la prensa en sus versiones digitales. Confinancial.com en concreto publicó una nueva reseña:
Right Rating pone en duda las cotizaciones de la banca europea. La agencia de rating confirma las dudas publicadas por este diario hace escasamente unas horas sobre el valor de cotización de las acciones de la banca europea...
Arito llamó a Max y le informó del report emitido por Right Rating.
—Excelente, Arito. ¿Ves? al final habremos acertado con las apuestas que hicimos.
Todos los bancos de inversión liderados por Goldstein Investment Bank enviaron a sus clientes una recomendación de venta de acciones de bancos europeos para el día siguiente.
Sus cotizaciones abrieron ese día con nuevas caídas por encima del tres por ciento. Toda la prensa económica recogía en titulares las noticias sobre las inminentes exigencias del regulador respecto a las necesidades de capital de la banca europea. Horas después, en la apertura de Wall Street, las caídas eran ya del cuatro por ciento de media. Al cierre acumulaban unas pérdidas de valor en dos días del siete por ciento. Al día siguiente todo siguió igual: órdenes de ventas masivas por parte de gestores de fondos, aseguradoras, hedge funds y particulares. Las caídas de esos valores eran generalizadas. Los particulares tenedores de acciones de bancos también se apuntaron a las ventas, pero para cuando la gran mayoría de ellos cursaron sus órdenes, las caídas ya se habían generalizado, así que mucho del valor perdido lo asumió el pequeño accionista. De hecho, el mismo día que STAR I iniciaba sus ventas, Goldstein seguía recomendando a sus clientes institucionales «ponerse largo» con los bancos europeos, es decir, comprar sus acciones. Al cierre de ese jueves las caídas acumuladas eran del diez por ciento.
Ante los insistentes rumores y para intentar calmar a los mercados, el Banco Central Europeo emitió un comunicado oficial en el que afirmaba que «no iba a aumentar las exigencias de capitalización de los bancos que supervisaba».
Arito no daba crédito: ¿cómo un sector ya tan castigado podía haber entrado en esa vorágine de ventas? Buscó la casilla en su hoja de cálculo donde tenía el valor total de los bancos europeos. Antes de que empezaran las ventas masivas, el valor en Bolsa de todos esos bancos sumados era de quinientos cincuenta mil millones de euros; en solo tres días había pasado a ser de quinientos mil millones; los accionistas habían perdido en tres días cincuenta mil millones de euros.
En el comité de inversiones del día siguiente STAR I decidió comprar de nuevo las acciones que el viernes anterior había pedido prestadas y vendido por seiscientos millones de dólares. Debido a la fuerte bajada de su cotización, la compra del mismo número de títulos costó un diez por ciento menos, es decir quinientos cuarenta millones. STAR I obtuvo un margen de sesenta millones de dólares; quitando la comisión de alquiler le quedaban netos unos cincuenta y siete millones de dólares ganados en una semana.
Max pidió una botella de champán y la descorchó en la sala de los traders.
—Chicos, os invito a brindar por la primera gran operación de STAR I, ¡enhorabuena!
Todos empezaron a silbar y dar gritos de euforia. La mayoría sabía que esa operación repercutiría en sus bolsillos.
Se sucedían las felicitaciones, principalmente a Arito como jefe de inversiones del hedge fund y «artífice» de la exitosa estrategia. Este, con cara de circunstancias, agradecía los abrazos y palmadas.
Mientras, Max hacía sus cálculos: «Si ganamos cincuenta millones después de gastos y, siguiendo la práctica del sector, un veinte por ciento se reparte como bonus, eso quiere decir que obtendremos diez millones de dólares para los gestores del hedge fund».
Dado que en STAR I había muy pocos gestores directivos, y solo dos pertenecían al rango de alta dirección —él y Arito—, calculó que su bonus podía acercarse a los dos millones de dólares. Y aún les quedaba medio año por delante. Le pareció escuchar que su móvil, que reposaba sobre la mesa de su despacho, estaba sonando. Se apartó del grupo y atendió la llamada. Se trataba de un número desconocido; normalmente no los atendía, pero esta vez se decidió a hacerlo.
—Max, soy Parker. Enhorabuena, ya me he enterado de que habéis cerrado la primera gran operación, buen trabajo.
Max, tras unos segundos de vacilación ante la sorpresa de la llamada, contestó:
—Gracias, jefe, de eso se trata, ¿no?
—Claro, chico, verás que esto no es más que el principio, vete a celebrarlo... Por cierto, ¿era la reportera Debra Williams la que estaba sentada a tu lado ayer por la noche?
—Sí.
—Tienes un excelente gusto —añadió asumiendo que Max salía con ella—, y además es bueno tener amigos entre la gente de los medios. Celebradlo bien, que tengas un buen fin de semana. —Colgó el teléfono y dirigió su mirada a Larry Coach, sentado frente a él—. Muy buen trabajo, Larry.
Este mostró una ligera sonrisa; estaba realmente satisfecho: todas sus manipulaciones con el competidor Skyrock, el periódico Confinancial y la agencia de calificación Right Rate habían conseguido su objetivo final: alterar los precios de las acciones.
Max, pletórico de satisfacción, no abandonó todavía su despacho, tenía una importante llamada que realizar. Buscó en la agenda de su móvil un número que había grabado hacía unos meses, precisamente el día que aceptó trabajar para STAR I. Finalmente lo encontró y marcó. Casi al primer sonido una agradable voz de mujer contestó:
—Ferrari & Maserati of New York, ¿en qué puedo ayudarle?