Rachel
Puede que nunca llegue esa conclusión, pero tenemos un futuro en el que pensar. Y debemos pensarlo bien.
Como familia, ahora pasamos mucho tiempo juntos, intentando construir una red de seguridad para Ben. Queremos reconfortarlo, apoyarlo. Katrina es una verdadera roca, y también Nicola. Volvió con su familia después de que encontráramos a Ben; ellos la recibieron con los brazos abiertos y yo también. Hemos empezado lentamente a conocernos otra vez, a reconfigurar nuestra relación ahora que no hay mentiras, que las dos sabemos quiénes somos. Nos hemos perdonado y eso es un gran alivio.
A John no le va tan bien. El shock y la tristeza por lo que ocurrió se han instalado en sus facciones demacradas y en la apatía que le ha caracterizado desde que se recuperó de la herida en la cabeza. No encontraron a la persona que lo atacó. John se siente culpable porque sigue pensando que si no nos hubiera dejado, nada de esto habría ocurrido. Probablemente tiene razón, pero no es culpa suya.
Ha sido padre de nuevo y al menos eso le hace sonreír. Katrina tuvo una niña a la que han llamado Chloe, un bebé regordete precioso que a sus seis meses no para de sonreírle a todo el mundo y de agitar juguetonamente los puñitos y los pies.
Chloe nos tiene a todos encandilados, sobre todo a Ben. Cuando está con ella, le acerca la mano y deja que le agarre el dedo, le lleva juguetes, se pone a hacer el tonto para hacerla reír y le da besos en la tripita que hacen que chille y no pare de reír. Nos trae alegría a todos.
A Laura no la veo. Nuestra amistad no logró sobrevivir. Algunas cosas son demasiado para los demás y no logran soportarlas. Me duele su pérdida, pero no tanto como creía, porque ahora dedico mi tiempo a Ben y a mi familia.
Ruth y Ben han recuperado su relación. Ella se enteró de lo que había pasado después de encontrarlo. En ese momento estaba bastante lúcida, así que no quisimos evitar decírselo porque pensamos que se merecía la verdad. Y si cuando vamos a visitarla Ben se abraza a ella más fuerte que antes, o no lo nota o tiene el buen juicio de no comentarlo. Su historia familiar ha estado teñida de la necesidad de vivir con la tristeza después de todo.
La sacamos de la residencia un día hace poco para que viera a Ben tocar el violín en un concierto, un recital del colegio.
Solo en un extremo de la sala y ante la audiencia, Ben enderezó la espalda y se puso el violín en el hombro. Él parecía no estar nada nervioso, pero yo estaba tan petrificada por él que casi no podía respirar. Ruth levantó bien la cabeza (que últimamente suele tener más bien gacha) y miró a Ben con atención, como si le pareciera que su forma de tocar demostraba gran destreza.
Tocó de forma un poco irregular al principio, acelerándose a veces, y a mí me entró el pánico porque no era una pieza larga y yo sabía que podía hacerlo mejor, pero al llegar a la mitad encontró el ritmo y cuando abordó el complicado pasaje final su forma de tocar ya se había vuelto excepcional y logró un tono precioso.
La reducida audiencia permaneció en silencio mientras tocaba, un silencio total, porque había una sinceridad en su interpretación que cautivaba.
Pero lo que más me conmovió fue la reacción de Ruth. Sus ojos turbios brillaban por las lágrimas y sus manos rígidas envolvían una de las mías como podían.
—Tiene una gran musicalidad, cariño —dijo—. Ha habido errores, tiene que encontrar disciplina, pero la musicalidad… es un don.
Y el corazón me dio un vuelco, porque cuando soy capaz de ver más allá de la oscuridad, es lo que espero. Que a pesar de sus problemas, Ben logre aprender a vivir otra vez y conserve la capacidad de encontrar cosas que le ayuden a seguir adelante: que la belleza de la música o de un cuadro del Bristol Museum, o su conexión con su hermana pequeña, o cualquier cosa que le guste consigan en ocasiones erradicar esa oscuridad y hacer que la vida le merezca la pena.
¿Que cuáles son nuestros planes para el futuro?
Queremos eliminar a Joanna May de nuestras vidas, erradicar el legado que intentó dejarnos cuando hizo pasar a Ben por esa terrible experiencia y pulverizó nuestra familia.
Tenemos un plan para abordarlo.
El plan es que vamos a esperar.
Esperar para demostrarle a Ben que estamos ahí, que él es valioso para nosotros sin importar lo que le haya pasado ni lo que ella le dijera. Esperar que entienda que lo queremos, todos, y que puede confiar en nosotros, en todos y cada uno. Esperar que vea que hicimos todo lo que pudimos para encontrarlo.
Esperar que el tiempo le cure. El tiempo se ha convertido en algo muy precioso para nosotros.
Hemos esperado un año y en este tiempo he pensado mucho en lo que pasó antes de que secuestraran a Ben y he observado la forma en que nuestra familia lo ha arropado desde que ha vuelto, envolviéndolo hasta que se cure en unas bellas alas de mariposa que se han plegado suavemente a su alrededor.
Ahora entiendo que mis prioridades estaban mal ordenadas antes de que me lo arrebataran, que me preocupaba demasiado por el divorcio, que dejaba que la vida se fuera desarrollando a mi alrededor sin que yo asumiera mi responsabilidad en ella.
Cuando John se fue, le echaba de menos a él y nuestro compañerismo, claro. Pero no sé si echaba de menos sentirme querida por él, porque ahora no estoy segura de si nos queríamos muy profundamente o si cuando nos conocimos solo éramos dos almas perdidas que se acurrucaron juntas para encontrar algún consuelo.
Lo que me interesa ahora es que creo que lo que más me dolió entonces fue la traición de las convenciones, porque de alguna forma me parecía que tenía derecho a la vida que llevábamos juntos y que no me merecía la humillación pública de que él me dejara por otra mujer.
Pero nadie se merece nada. Eso es una ilusión con la que vivimos.
Lo que sé ahora es que, incluso tras el divorcio, debería haberme sentido agradecida por lo que tenía. Debería haber celebrado mi vida como era, con sus imperfecciones, sus tristezas y todo lo demás, y no dedicarme a examinar como un forense sus defectos. De todas formas, esos defectos eran básicamente consideraciones de una sociedad crítica y mordaz, y yo solo había aprendido a reconocerlos por ósmosis, siguiendo al rebaño.
Todavía no había aprendido a utilizar mi inteligencia o a confiar en mis instintos.
Pero en este momento lo veo todo más claro y nunca volveré a cometer ese error.
Con esta actitud es con la que he tratado mi terrible historia familiar, la que Nicky me ocultó y el inspector Clemo le obligó a revelar. Intento no culpar a nadie por ello.
En vez de eso, agradezco todos los días la bendición que supone mi familia imperfecta y dañada, que está llena de amor y que está bien, y eso es lo único que importa y lo único que Ben necesita saber.
Pero a pesar de estos momentos de racionalidad, también tengo miedo, todos lo tenemos. Estamos viviendo bajo los efectos a corto plazo del secuestro, pero tememos los efectos a largo plazo. Tal vez nuestro peor miedo sea que Joanna May decida romper su silencio un día y que eso vuelva a hacerle daño a Ben.
Por eso le estoy contando esto, porque quiero sacármelo de dentro primero. Quiero intentar arañar algo del poder que ella nos ha quitado, aflojar la presión que ejerce sobre nuestra familia, sobre mi hijo. Y quiero que nosotros seamos como granos de arena que se escapan entre sus dedos, caen en la playa y se pierden, indistinguibles, ocultos donde ella no pueda encontrarnos. No quiero que ella, ni tampoco usted, tengan ese poder sobre nosotros nunca más. Quiero anonimato para mi familia. Quiero dignidad.
Hay una cosa que tengo que decirle, porque tal vez quiera saberlo. El policía vino a vernos, el inspector Clemo. Pensamos que tal vez a Ben le sirviera que viniera alguien de la policía y le dijera que no dejamos de buscarle, que hicimos todo lo que pudimos para encontrarlo. Sentí que Clemo nos debía eso.
Vino a nuestra casa y nos sentamos juntos en la cocina. Mientras Clemo hablaba, Ben se quedó mirando fijamente la mesa, y cuando terminó, salió de la cocina sin decir nada y subió a su habitación a jugar con sus piezas de Lego. Es lo que hace cuando no quiere hablar de algo. Construye unos artefactos sorprendentes. No sé si Ben interiorizó las palabras del inspector o no. Clemo y yo nos quedamos solos en la mesa. Ben no había establecido contacto visual con ninguno de los dos en ningún momento.
Después vi a Clemo volver a su coche y dejar caer la cabeza en las manos mientras sus hombros se estremecían, pero no pude sentir compasión por él porque todo lo que tengo dentro está dedicado a Ben, a su recuperación. Así que le di la espalda a la imagen, subí las escaleras y me senté junto a mi niño mientras construía. No dije nada, solo quise tranquilizarlo con mi presencia. Esperé a que terminara para que me contara lo que había hecho y cómo funcionaba, para que pudiera demostrarme lo creativo que había sido.
Clemo me envió un correo poco después desde su dirección de correo personal. Me envió el extracto de un poema de W. B. Yeats:
Versos extraídos de «A un niño que baila en el viento» escrito por W. B. Yeats:
¿Nadie ha dicho a esos ojos atrevidos
y amables que debieran ser más sabios,
ni cuánto desesperan te ha advertido
las polillas que así se están quemando?
Pude haberte advertido, pero tan joven eres
que hablamos una lengua diferente.
No habría podido salvarle de ella —me escribió Clemo—. No hay nada que pudiera haber hecho. Si hubiera intentando advertirle de peligros tan extremos como esos, habría arruinado su infancia. Nadie podía haber predicho esta situación. Sé cuánto lo quiere. Lo he visto. Espero que él me creyera cuando se lo dije.
Me pareció que el email era triste, lleno de dolor y de amabilidad también.
También sospeché que Clemo, al intentar ofrecerme consuelo a mí, también en cierto modo lo estaba buscando para él, y me pregunté si estaría sufriendo una depresión.
Quise responder, pero no sabía cómo ayudarle. Quería ofrecerle ese consuelo, pero no encontré las palabras.
Porque solo tengo una tarea en mi vida y necesita de toda mi atención. Tengo que ser paciente mientras espero a que mi hijo vuelva conmigo, que vuelva a casa en mente como lo hizo en cuerpo y que recupere todo lo que había en él. Así que ahora sigo luchando para encontrar mi camino en la oscuridad y espero.
Y quiero hacerlo en privado.
Eso es todo lo que la gente necesita saber.