Jim
Fraser y yo estábamos inclinados sobre la mesa de la sala de reuniones que utilizábamos para las reuniones informativas. Listas y notas para el interrogatorio cubrían su superficie. Estábamos planificando.
Woodley abrió la puerta y metió la cabeza.
—Rachel Jenner acaba de llamar. Dice que ha visto a Ben jugando a un videojuego online.
—¿Qué juego? —preguntó Fraser.
—Furry Football. Dice que se ha conectado con uno de sus avatares.
—¿Pero qué demonios significa eso?
—Hay unos personajes que usas para jugar al juego. Ben tiene dos. Ella se conectó con uno y se encontró con el otro en el juego. Cree que eso significa que Ben estaba conectado.
—¿Y eso es así? Tú eres el experto en informática.
—Obviamente es posible, si tiene acceso a internet, pero me parece poco probable. Además, podría ser cualquiera que conozca los datos de acceso de Ben.
—¿Qué probabilidad hay de que ese sea el caso?
—Es imposible de decir. La gente a veces se sabe las contraseñas de sus amigos, etc. Podría ser uno de sus amigos o cualquiera que le conozca.
—¿Y qué dice Rachel Jenner de eso?
—No sabe si puede saberlas alguien más. Para ser sincero, me ha costado encontrarle sentido a lo que decía, jefa. Está histérica.
—Tenemos que averiguar quién podría saber esos datos. ¿Puedes ponerte en contacto con el hombre que estaba en el bosque, el padre del mejor amigo de Ben? Pregúntale si sabe algo del juego ese y si podemos hablar con su hijo por la mañana. Puede que nos sirva de ayuda.
—Ahora mismo.
Cuando se fue, Fraser se volvió hacia mí.
—¿Qué te parece, Jim?
—Podría ser algo o nada. Igual que lo del cuaderno.
—Voy a decirle a los de informática que lo comprueben. Bien, por ahora Lucas Grantham versus Nicola Forbes. Quiero un plan de acción esta noche para que mañana por la mañana no perdamos ni un minuto. Ni un segundo. ¿Qué me dices de la asignación de recursos?
Me tomé mi tiempo antes de responder. Teníamos un buen sospechoso arrestado y sabía que había posibilidades de que fuera él, pero había algo en Nicky Forbes que no acababa de convencerme.
—Según mi opinión, Nicky Forbes es muy inteligente y potencialmente una gran manipuladora —contesté—. Chris dijo muy claro que el trauma que Nicky sufrió podía causar todo tipo de psicosis y delirios. Si su marido ha venido a advertirnos sobre ella, creo que debemos tomárnoslo en serio.
—¿Tú te decantas por ella?
—Si tengo que hacerlo, sí.
Y en cuanto lo dije en voz alta, sentí que aumentaba mi convicción.
—Creo que existe el peligro —continué— de que Lucas Grantham sea otro Edward Fount. Parece que encaja perfectamente porque es un idiota mentiroso que vive con su madre, pero podría estar diciendo la verdad sobre la razón por la que fue al bosque.
—¿Diciendo la verdad sobre su mentira?
—Efectivamente.
—Si es así, voy a hacer que le empapelen por los recursos que nos ha hecho malgastar.
—Me parece bien.
Fraser suspiró y se masajeó la frente. De repente la vi muy mayor.
—Pero no estoy segura, y parte de mí quiere que estés aquí y te ocupes de dirigir la investigación sobre Grantham. El tiempo pasa.
Era consciente. No dije nada, la dejé pensar y la observé masajearse la frente otra vez mientras lo hacía. Sabía que no tenía sentido presionarla. La decisión no tardó en llegar.
—Bien. Te voy a dejar interrogarla, Jim. Mañana por la mañana, esta noche no. Es demasiado tarde.
Sentí la adrenalina recorrer mi cuerpo, como si acabaran de inyectármela en el brazo.
—Gracias, jefa. —Me levanté—. Voy a ponerme a estudiar todo lo que tenemos de ella.
Quería conocer cada detalle de memoria; quería hacer el interrogatorio de mi vida. Nicky Forbes había despertado mis sospechas desde el principio.
—No, escúchame, Jim. Ni se te ocurra. Vete a casa y duerme. Tienes una pinta horrible. —Hizo una pausa para dejarme encajar el insulto y después preguntó—: ¿Cómo te encuentras por lo de Emma?
Eso me dejó estupefacto. Del todo. Necesité un momento para dar una respuesta.
—Decepcionado, claro. Pero estoy centrado en la investigación, jefa.
—No me jodas. Ya sabes lo que te estoy preguntando. Que no soy ciega, Jim.
—Estoy siendo del todo sincero, jefa. Estoy centrado en avanzar en la investigación, pero también estoy destrozado. Cómo no iba a estarlo.
—Solo te lo voy a preguntar una vez, ¿crees que eso puede afectar a tu juicio?
—No, en absoluto. Ni lo más mínimo.
Se arrellanó en la silla, analizando mis palabras antes de continuar.
—Vale. Mañana lo primero que vas a hacer es ir a interrogar a Nicky Forbes porque no queremos dejar piedra sin levantar. Vuelve aquí en cuanto termines. No podríamos estar más cortos de recursos, así que no debería dejar que mi segundo se fuera.
—Jefa…
—Ya te estoy consintiendo demasiado, Jim, así que no tires demasiado de la cuerda. Tengo una lista de interrogatorios tan larga como mi brazo de gente relacionada con Lucas Grantham.
—Solo quería saber si voy solo o no.
—No puedo enviar a nadie más. Necesito a todos y cada uno de los que estén disponibles.
Se quitó las gafas, lo que de repente la hizo parecer vulnerable, y se frotó los ojos enrojecidos. Como era bastante tarde y parecía tener la guardia algo baja, le pregunté algo que me estaba rondando:
—Jefa, ¿cree que todavía está vivo?
—Conoces las estadísticas tan bien como yo. Solo nos queda hacer lo que podamos.
Ya en mi piso revisé los archivos del caso estudiando cada detalle, memorizando lo que ocurrió cuando Nicky Forbes era pequeña, releyendo las notas que tomé tras la entrevista con Simon Forbes.
A medianoche llamé a Fraser exultante.
—He encontrado un agujero en la coartada de Nicola Forbes. El domingo pasado nos dijo que estaba en una feria gastronómica. Hay confirmación de que estuvo allí por la mañana, pero nadie puede asegurar haberla visto entre las 13:30 y las 22:00, cuando habló con su marido por Skype desde la cabaña.
—Creía que habíamos comprobado su coartada.
—La gente dijo que creía haberla visto, pero es una feria muy grande. Hay montones de puestos de venta de productos, exhibiciones de cocina, esas cosas. Van cientos de personas, y aunque ella es bastante conocida, nadie puede garantizar que estuviera allí por la tarde. Todos dicen que seguro que estuvo allí ese día y una amiga afirma que comieron juntas, pero después de las 13:30 no hay ningún testimonio fiable.
—Buen trabajo, Jim —contestó—. Llévate a Woodley contigo por la mañana.
—¿No me había dicho que no podía prescindir de nadie?
—He cambiado de idea.
No tenía la energía para irme a la cama. Me tumbé en el sofá con la ventana un poco abierta aunque fuera hacía un frío helador y me puse a fumar mientras intentaba apartar los recuerdos de Emma que podían estropear el equilibrio perfecto que sentía: tenía por delante ese momento en el que un caso está a punto de resolverse de una forma u otra y yo estaba justo en el centro de todo.
Miré el teléfono. Woodley y yo nos habíamos estado mandando mensajes y correos para ultimar detalles y compartir instrucciones para la actuación de primera hora de la mañana.
Lo que no esperaba encontrar en mi bandeja de entrada era un correo de Emma. En el asunto ponía: «Lo siento».
Para: Jim Clemo <jimclemo1@gmail.com>
De: Emma Zhang <emzhang21@hotmail.co.uk>
28 de octubre de 2012 a las 23:39
LO SIENTO
Querido Jim:
Espero que leas esto porque te debo una explicación. Si lo estás leyendo: gracias.
No debería haber hecho lo que hice. Fue imperdonable. Nunca debería haber colaborado con ese blog ni debí pedirte que me ayudaras. Te puse en una posición terrible.
Cuando esa mañana tuve que cruzar la sala de investigaciones y pasar delante de ti, fue el momento más duro de mi vida, porque lo único que quería era dar marcha atrás en el tiempo y no haber hecho lo que hice para que pudiéramos seguir juntos. Cuando estaba contigo, me sentía feliz y protegida, y he tirado todo eso por la borda por la peor y más estúpida razón que pueda existir.
Te debo una explicación de por qué lo hice y ahí va. No es una excusa:
Cuando tenía seis años, mi padre salió a cortar el césped y me pidió que cuidara de mi hermana pequeña. Tenía dos años. Se llamaba Celia. Estábamos jugando en mi habitación. La dejé solo unos minutos para ir al baño. Cuando volví, no estaba por ninguna parte. Llamé a mi padre. Él fue quien la encontró: estaba entre un lado de mi cama y la pared. Se había colado sin querer, se quedó atrapada y se asfixió. Murió antes de que llegáramos a sacarla.
Mi padre me culpó por su muerte, pero yo también era una niña. Lo que hizo no fue responsable, porque él era el adulto que estaba a cargo y no debería haberla dejado a mi cuidado. No sabía que alguien podía morir así.
Pero él era así de duro, siempre, no tienes ni idea de lo duro que era. Nunca me dejó ser niña. Echo de menos a Celia todos los días.
Cuando me enteré de lo que Rachel Jenner había hecho con Ben, que le había dejado irse solo, sin vigilancia, quise castigarla porque nadie debería dejar a los niños sin supervisión. Les puede pasar algo. Pensé que esa conducta significaba que era una persona que no se merecía tener un hijo, que no le quería como debía. Me convencí de que era como mi padre. Me di cuenta de que me había equivocado cuando vi las fotografías que le había hecho. Eran tan bonitas que creí que se me iba a partir el corazón allí mismo.
Mi intención no era hacer lo que hice. El blog me arrastró. Fue una especie de compulsión, muy difícil de resistir.
No sé si fue porque la tarea de oficial de enlace fue demasiado para mí. Tal vez no se me da bien soportar los problemas de los demás. Me asusta. Debería haber sido más fuerte, más profesional, y haberme apartado de la investigación, pero no lo hice, y después se volvió muy difícil luchar contra la necesidad de contribuir al blog porque estaba muy cabreada. Intenté con todas mis fuerzas acallarla, pero llevaba mucha rabia en mi interior por lo que pasó con Celia y conmigo y confundí mi historia pasada y mi ira contra mi padre con el presente de Rachel y quise castigarla a ella por los pecados de mi padre.
Intento que no se vea, porque normalmente se me da muy bien agradar a la gente y arreglar problemas, pero no siempre soy una buena persona, e incluso en el trabajo me cuesta mantenerme bajo control, mi pasado se cuela en mi mente a veces.
Me he comportado de manera soberbia y repugnante, y eso es algo con lo que tengo que vivir, como tengo que vivir con la pérdida de mi carrera, y me lo merezco.
Sé que ya no podemos estar juntos, pero espero que encuentres en tu corazón la forma de perdonarme solo un poco, o al menos que intentes entenderme.
Les he contado todo esto a los de Asuntos Internos. Me están procesando. Me han suspendido y me están investigando. No se me permite ponerme en contacto contigo, así que borra este correo en cuanto lo leas.
Pero quiero que sepas una cosa, Jim. Te quiero. El tiempo que hemos pasado juntos fue increíble y te voy a echar de menos siempre. Así que gracias.
Besos
Emma
Cuando terminé de leer, pulsé el botón de «Borrar». Pero después fui a la papelera y devolví el correo a la bandeja de entrada.
En uno de los armarios de la cocina encontré una botella de whisky, un regalo de mis padres cuando me mudé al piso que no había tocado hasta ese momento. Normalmente no me gusta mucho beber, pero esa noche la abrí. Y no me molesté en hacer mezclas. Me bebí una importante cantidad mucho más rápido de lo que debería, lo suficiente para hacer que la habitación empezara a darme vueltas antes de caer desmayado.