Jim
Me fui a casa, como me había dicho Fraser, pero el piso me resultó vacío y frío y además estaba inquieto. Llamé a Emma.
—¿Dónde estás? —pregunté cuando contestó.
—En el callejón de detrás de la casa de Rachel Jenner.
—¿Y?
—Bueno, han conseguido quitar la mayor parte de la pintura, pero todavía se ve dónde han escrito eso con letras enormes.
—¿Qué tal está la familia?
—Rachel no está bien, tiene mucho miedo. De hecho parece enferma. Nicky está manteniendo el fuerte. Es dura, proactiva, me gusta. También está con ellas Laura, la amiga de Rachel.
—¿Te vas a quedar con ellas?
—No creo que sea necesario. Por ahora lo están soportando. Hace frío, Jim, tengo que irme.
—¿Te vienes a casa?
—Tengo que ir a ver a John Finch para contarle lo del forense.
—¿Y después?
—Estoy muy cansada. Creo que me iré a la mía.
—Por favor, Emma. Te eché mucho de menos anoche.
No contestó inmediatamente. El viento empezó a soplar junto al micrófono y la recepción no era buena; de hecho me costó oírla cuando dijo:
—¿Estás seguro de que es una buena idea, ahora que estoy trabajando para ti?
—Conmigo, no para mí, y no tiene que cambiar nada, ya sabes que no. Por favor, ven a casa esta noche.
—Me pasaré después de ver a John Finch, pero te aviso de que después de eso ya no voy a valer para mucho.
—¿Estás bien?
—Espero ser la persona adecuada para este trabajo.
—Claro que lo eres. ¡Lo eres! No le des demasiadas vueltas a lo que has dicho en la reunión. Fraser sabe que no querías decir eso.
—Pero la forma en que me ha mirado…
—No te preocupes, en serio. No lo hagas. Seguro que a ella ya se le ha olvidado. Te lo prometo. Eres la persona adecuada para ese trabajo. Esta noche estás cansada, por eso te sientes mal. Pero recuerda por qué lo haces: lo haces por el niño. ¿Emma? ¿Estás ahí?
—Sí. Te he oído. Es por el niño.
—¿Vas a venir?
—Te veré dentro de una hora más o menos. No me esperes levantado.
Después de hablar con ella, encendí todas las luces de casa y puse la calefacción. Fui a la tienda de la esquina y compré provisiones para el desayuno y una chocolatina Mars porque a Emma le gustaba el chocolate. Hice café y la esperé. Estaba deseando verla, pero quería que estuviera en su estado normal. Quería que bromeara conmigo, que me sacara de mi mundo y me hiciera olvidar el trabajo un rato. Quería abrazarla.