Jim
En algunos casos das a veces con una información que te produce una sensación eléctrica, como estática bajo la piel, sobre todo cuando es algo totalmente inesperado.
Antes de las 6 de la mañana ya estaba despierto, al principio algo abatido por culpa de mi sueño, porque había permanecido conmigo hasta la mañana y se había mezclado con el cansancio y la decepción que sentía al ver que no estábamos haciendo todos los progresos que nosotros querríamos.
Pero esa sensación no me duró mucho, porque miré el teléfono y vi que bien entrada la madrugada me había llegado un correo de uno de los agentes que estaba rebuscando en el pasado de las personas que podían tener alguna relación con el caso.
Era una información nueva y suponía un gran cambio en cuanto a lo que sabíamos anteriormente de alguien cercano a Benedict. Supe inmediatamente que, para actuar de forma correcta, tenía que controlar mi entusiasmo y seguir el procedimiento. Había que tener mucho cuidado y hacer las cosas bien.
Y para ello necesitaba tener cuatro conversaciones esa mañana antes de ir a casa de Rachel Jenner.
6:15 a. m.: FRASER
Empecé a caminar arriba y abajo por mi dormitorio mientras esperaba que cogiera el teléfono. Contestó rápido.
—Jim —saludó—. Espero que tengas una buena razón para llamar a estas horas. ¿Sabes que antes de tomarme el primer café de la mañana soy capaz de comerme crudos a huérfanos inocentes?
—Nicola Forbes —dije.
—¿Qué pasa con ella?
—No ha sido del todo sincera con nosotros. Y eso es decir poco.
Le hice un resumen.
—Vale, has conseguido despertar mi interés. Te veo en mi despacho dentro de una hora.
—Si no le importa, jefa, quiero ir a hablar con John Finch primero.
—¿No crees que la primera debería ser Rachel Jenner?
—Tengo la sensación de que no sabe nada de esto.
—Está bien. Mantenme informada.
6:45 a. m.: EMMA
Para esa hora ya estaba levantado y vestido, me había tomado un expreso y la cafetera ya estaba hirviendo de nuevo sobre el fuego porque, aunque tenía más energía de la que había tenido los últimos días, no podía evitar admitir que empezaba a notar un poco la falta de sueño y necesitaba desterrar esa sensación para estar totalmente centrado en aquel momento.
Emma estaba en el sofá totalmente grogui. Arrugó la frente por el esfuerzo de salir del profundo sueño y alcanzar el estado conciente. Me arrodillé a su lado, le susurré que le había hecho café y se lo acerqué a la cara para que lo oliera. Cuando consiguió abrir los ojos, le conté lo que acababa de saber. Eso la despertó del todo, como si le hubieran dado una inyección de adrenalina.
7 a. m.: inspector jubilado TALBOT
El inspector Talbot era quien me había enviado la información. Estaba oficialmente jubilado, pero en ocasiones, cuando hacían falta refuerzos, venía a trabajar en algún caso como refuerzo civil. Siempre lo queríamos en nuestros casos porque era un auténtico sabueso. Había estado investigando el pasado de las personas más cercanas a Ben y había dado con esa información sobre Nicola Forbes. Quería que me diera todos los detalles. Y quería oírlos de sus labios para estar seguro de que no había entendido mal ni una palabra de lo que me había escrito en su email.
8:30 a. m.: JOHN FINCH
El último de la lista era John Finch. Cuando abrió la puerta de su casa, llevaba pantalones de pijama, una camiseta arrugada y sus gafas de leer en la cabeza. Estuvieron a punto de fallarle las rodillas al verme y entonces me di cuenta de que debería haber llamado antes de presentarme allí.
—Lo siento, señor —me apresuré a explicar—. Todavía no tenemos noticias del paradero de Benedict, pero si no le importa me gustaría hablar con usted sobre Nicola Forbes.
Recuperó la compostura impresionantemente bien. Ese hombre tenía los nervios de acero. Cuando su mujer llegó al vestíbulo al pie de las escaleras envolviéndose en una bata blanca, él ya había abierto la puerta de par en par y me había invitado amablemente a pasar.