13

Tokugen Numataka estaba de pie en su elegante despacho del ático, mirando los rascacielos de Tokio. Sus empleados y competidores le conocían como akuta same, el tiburón mortífero. Durante tres décadas había superado en todo a sus competidores japoneses. Ahora estaba a punto de convertirse en un gigante del mercado mundial.

Se disponía a cerrar el trato más grande de su vida, un negocio que convertiría su Numatech Corp. en el Microsoft del futuro. Una descarga de adrenalina recorrió su torrente sanguíneo. Los negocios eran la guerra, y la guerra era excitante.

Aunque la llamada de hacía tres días había despertado las suspicacias de Tokugen Numataka, ahora sabía la verdad. Myouri, la buena suerte, le sonreía. Los dioses le habían elegido.

—Tengo una copia de la clave de acceso de fortaleza digital —había dicho la voz de acento norteamericano—. ¿Le interesaría comprarla?

Numataka casi había soltado una carcajada. Sabía que era un señuelo. Numatech Corp. había pujado con generosidad por el nuevo algoritmo de Ensei Tankado, y ahora los competidores de Numatech querían averiguar el monto de la puja.

—¿Tiene la clave de acceso?

Numataka fingió interés.

—Sí. Me llamo Dakota del Norte.

Numataka reprimió una carcajada. Todo el mundo sabía lo de Dakota del Norte. Tankado había hablado a la prensa de su socio secreto. Había sido una maniobra inteligente por parte de Tankado conseguir un socio. Incluso en Japón, la práctica de los negocios había caído en el deshonor. Ensei Tankado no estaba a salvo, pero un paso en falso de una firma demasiado ansiosa, y la clave de acceso se publicaría. Todas las firmas de software del mercado sufrirían las consecuencias.

Numataka aspiró una larga bocanada de su puro Umami y siguió la corriente a la persona que le llamaba.

—¿Quiere vender su copia de la clave de acceso? Interesante. ¿Qué opina Ensei Tankado?

—No he prestado juramento de fidelidad al señor Tankado. Fue un idiota al confiar en mí. La clave de acceso vale cientos de veces lo que me está pagando por mis servicios.

—Lo siento —dijo Numataka—. Su clave de acceso sola no vale nada para mí. Cuando Tankado descubra lo que ha hecho, publicará su copia, que inundará el mercado.

—Usted recibirá las dos claves de acceso —dijo la voz—. La del señor Tankado y la mía.

Numataka tapó el micrófono y rió a carcajada limpia.

—¿Cuánto pide por ambas claves? —no pudo abstenerse de preguntar.

—Veinte millones de dólares.

Veinte millones era casi la cifra exacta que Numataka había pensado.

—¿Veinte millones? —exclamó con fingido horror—. ¡Eso es indignante!

—He visto el algoritmo. Le aseguro que vale ese precio.

Y una mierda, pensó Numataka. Vale diez veces eso.

—Por desgracia —dijo cansado del juego—, ambos sabemos que el señor Tankado nunca permitiría esto. Piense en las repercusiones legales.

La persona que llamaba hizo una pausa ominosa.

—¿Y si el señor Tankado ya no fuera un factor determinante?

Numataka quiso reír, pero percibió una extraña obstinación en la voz.

—¿Si Tankado ya no fuera un factor determinante? —Numataka reflexionó—. En ese caso, usted y yo llegaríamos a un acuerdo.

—Estaremos en contacto —dijo la voz. Y colgó.

La fortaleza digital
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
dedicatoria.xhtml
notaautor.xhtml
agradecimientos.xhtml
Prologo.xhtml
Sec0001.xhtml
Sec0002.xhtml
Sec0003.xhtml
Sec0004.xhtml
Sec0005.xhtml
Sec0006.xhtml
Sec0007.xhtml
Sec0008.xhtml
Sec0009.xhtml
Sec0010.xhtml
Sec0011.xhtml
Sec0012.xhtml
Sec0013.xhtml
Sec0014.xhtml
Sec0015.xhtml
Sec0016.xhtml
Sec0017.xhtml
Sec0018.xhtml
Sec0019.xhtml
Sec0020.xhtml
Sec0021.xhtml
Sec0022.xhtml
Sec0023.xhtml
Sec0024.xhtml
Sec0025.xhtml
Sec0026.xhtml
Sec0027.xhtml
Sec0028.xhtml
Sec0029.xhtml
Sec0030.xhtml
Sec0031.xhtml
Sec0032.xhtml
Sec0033.xhtml
Sec0034.xhtml
Sec0035.xhtml
Sec0036.xhtml
Sec0037.xhtml
Sec0038.xhtml
Sec0039.xhtml
Sec0040.xhtml
Sec0041.xhtml
Sec0042.xhtml
Sec0043.xhtml
Sec0044.xhtml
Sec0045.xhtml
Sec0046.xhtml
Sec0047.xhtml
Sec0048.xhtml
Sec0049.xhtml
Sec0050.xhtml
Sec0051.xhtml
Sec0052.xhtml
Sec0053.xhtml
Sec0054.xhtml
Sec0055.xhtml
Sec0056.xhtml
Sec0057.xhtml
Sec0058.xhtml
Sec0059.xhtml
Sec0060.xhtml
Sec0061.xhtml
Sec0062.xhtml
Sec0063.xhtml
Sec0064.xhtml
Sec0065.xhtml
Sec0066.xhtml
Sec0067.xhtml
Sec0068.xhtml
Sec0069.xhtml
Sec0070.xhtml
Sec0071.xhtml
Sec0072.xhtml
Sec0073.xhtml
Sec0074.xhtml
Sec0075.xhtml
Sec0076.xhtml
Sec0077.xhtml
Sec0078.xhtml
Sec0079.xhtml
Sec0080.xhtml
Sec0081.xhtml
Sec0082.xhtml
Sec0083.xhtml
Sec0084.xhtml
Sec0085.xhtml
Sec0086.xhtml
Sec0087.xhtml
Sec0088.xhtml
Sec0089.xhtml
Sec0090.xhtml
Sec0091.xhtml
Sec0092.xhtml
Sec0093.xhtml
Sec0094.xhtml
Sec0095.xhtml
Sec0096.xhtml
Sec0097.xhtml
Sec0098.xhtml
Sec0099.xhtml
Sec0100.xhtml
Sec0101.xhtml
Sec0102.xhtml
Sec0103.xhtml
Sec0104.xhtml
Section0001.xhtml
Sec0105.xhtml
Sec0106.xhtml
Sec0107.xhtml
Sec0108.xhtml
Sec0109.xhtml
Sec0110.xhtml
Sec0111.xhtml
Sec0112.xhtml
Sec0113.xhtml
Sec0114.xhtml
Sec0115.xhtml
Sec0116.xhtml
Sec0117.xhtml
Sec0118.xhtml
Sec0119.xhtml
Sec0120.xhtml
Sec0121.xhtml
Sec0122.xhtml
Sec0123.xhtml
Sec0124.xhtml
Sec0125.xhtml
Sec0126.xhtml
Sec0127.xhtml
Epilogo.xhtml
notas.xhtml