103

Gobierno de Perú, los muertos abrasados en una discoteca de Perm, los saharauis torturados por la policía de Marruecos, los chechenos asesinados por las militares rusos.

Aisha caía y caía como los condenados del Juicio Final de Hans Memling.

Y más sombras…

Los niños de la calle en Medellín, el asesinato de Nemin por un francotirador en Sarajevo, los guerrilleros zapatistas asesinados en México, los ahorcamientos colectivos en Irán, los asesinatos de Ignacio Ellacuría y Oscar Romero a manos del Gobierno de El Salvador, las matanzas contra civiles en Argelia, los cientos de refugiados albanokosovares asesinados, la destrucción total de las selvas de Malasia, la venta de esclavos en Sudán en pleno siglo XXI, los cadáveres destrozados en la estación de Atocha en Madrid, la explotación laboral de niños paquistaníes, el cultivo indiscriminado de opio en Birmania y Afganistán, la esclavitud sexual en Tailandia, la violación de los derechos humanos en China, el asesinato de guaraníes en Brasil, los brutales atentados de la banda terrorista ETA en Barcelona, los asesinatos cometidos por la Camorra napolitana…

Aquellas eran las auténticas sombras, hechos muy concretos, horribles, que difícilmente se relacionaban unos con otros. Proyecciones oscuras que las fuerzas demoníacas lanzaban al mundo de los vivos en contra del mensaje de nuestro Señor Jesucristo.

La poseída estaba conociendo el Horror: quienes sufrían, de forma extrema, las consecuencias de los conflictos bélicos, el hambre, la desesperación, el fatalismo, la falta de independencia, la depresión, la falta de ideas, la baja autoestima, el menosprecio de la propia imagen, la indefensión, el aislamiento social, la fragilidad relacional, el individualismo, la desconfianza, la inseguridad… Aisha sufría la exclusión social a través de su cuerpo poseído.

Aisha estaba rodeada por los verdugos, reconvertidos en un conglomerado de gritos, olores putrefactos, ambiente infecto… una marea de bestias humanas, aplastándose unos a otros, pisando y golpeando sus cuerpos exhaustos, despavoridos… Perfectamente retratado en La tortura de los condenados de Luca Signorelli, atormentando los sueños de quienes ofendieron a nuestro Señor Jesucristo.

Mostré la Cruz Tau a la poseída.

- Huye por la fuerza de la Santísima Cruz…

Yo te exhorto, espíritu maligno, con esta Cruz Tau de nuestro Señor Jesucristo.

Que la Santísima Cruz Tau te obligue a dejar libre el cuerpo de Aisha Cupina.

- Si tu Cruz fuera más gorda, se la metería por el coño. ¡Eso quisieras tú, cura cabrón, mal follao! ¡En este coño sólo entra un buen cipote serbio como el de tu hijo Dragan Talomir! ¡Y su luz oscura me llama! -Escupió sobre la Cruz, que limpié rápidamente con mi túnica.

La poseída, condenada a las llamas del Infierno, rechazaba la Cruz con vehemencia.

En nombre de Dios y de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra Madre la Virgen Santísima, yo expulso y arrojo al demonio a lo más profundo del abismo, allí donde las tormentas infernales son eternas, allí donde las fuerzas del Mal se ahogan sin fin en las aguas sulfurosas incendiadas, allí donde el fuego lo es todo hasta incinerar cada fuerza diabólica.

Hisopeé enérgicamente a la posesa. -¡Jesucristo te expulsa! -exclamé con la voz firme y potente.

- Pregúntale a tu puta por el hijo serbio que perdió? -mintió el demonio, explotando de rabia. Su ira contenida se estaba desatando. -¡Jesucristo te expulsa!

Una extraña pulsión interna desgarró a la poseída, convulsionándola. -¿Creías que no preñaríamos a tu cerda después de follarla tanto? -Se tiró al suelo y comenzó a arrastrarse de un pico a otro de la habitación como una fiera enjaulada.

Europa bonita
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025.xhtml
sec_0026.xhtml
sec_0027.xhtml
sec_0028.xhtml
sec_0029.xhtml
sec_0030.xhtml
sec_0031.xhtml
sec_0032.xhtml
sec_0033.xhtml
sec_0034.xhtml
sec_0035.xhtml
sec_0036.xhtml
sec_0037.xhtml
sec_0038.xhtml
sec_0039.xhtml
sec_0040.xhtml
sec_0041.xhtml
sec_0042.xhtml
sec_0043.xhtml
sec_0044.xhtml
sec_0045.xhtml
sec_0046.xhtml
sec_0047.xhtml
sec_0048.xhtml
sec_0049.xhtml
sec_0050.xhtml
sec_0051.xhtml
sec_0052.xhtml
sec_0053.xhtml
sec_0054.xhtml
sec_0055.xhtml
sec_0056.xhtml
sec_0057.xhtml
sec_0058.xhtml
sec_0059.xhtml
sec_0060.xhtml
sec_0061.xhtml
sec_0062.xhtml
sec_0063.xhtml
sec_0064.xhtml
sec_0065.xhtml
sec_0066.xhtml
sec_0067.xhtml
sec_0068.xhtml
sec_0069.xhtml
sec_0070.xhtml
sec_0071.xhtml
sec_0072.xhtml
sec_0073.xhtml
sec_0074.xhtml
sec_0075.xhtml
sec_0076.xhtml
sec_0077.xhtml
sec_0078.xhtml
sec_0079.xhtml
sec_0080.xhtml
sec_0081.xhtml
sec_0082.xhtml
sec_0083.xhtml
sec_0084.xhtml
sec_0085.xhtml
sec_0086.xhtml
sec_0087.xhtml
sec_0088.xhtml
sec_0089.xhtml
sec_0090.xhtml
sec_0091.xhtml
sec_0092.xhtml
sec_0093.xhtml
sec_0094.xhtml
sec_0095.xhtml
sec_0096.xhtml
sec_0097.xhtml
sec_0098.xhtml
sec_0099.xhtml
sec_0100.xhtml
sec_0101.xhtml
sec_0102.xhtml
sec_0103.xhtml
sec_0104.xhtml
sec_0105.xhtml
sec_0106.xhtml
sec_0107.xhtml
sec_0108.xhtml
sec_0109.xhtml
sec_0110.xhtml
sec_0111.xhtml