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y una expresión amarga en su rostro-. Me acerqué a una de mis compañeras de cautiverio y le pregunté en voz baja: Jasmina, ¿qué son esas fosas que hay junto al garaje?. Las dos estábamos en ese momento en la cocina, obligadas a prepararles el desayuno a todos los soldados serbios que hubiesen pernoctado allí. Todavía recuerdo la naturalidad con la cual me respondió mientras apartaba la cafetera del fuego: Aisha, esas fosas somos nosotras a punto de ser enterradas .