101
Y la lluvia seguía cayendo, pero con muchísima más fuerza que en las últimas horas.
Parecía un auténtico diluvio bíblico. Auténticas masas de agua golpeando la fachada del hospital. -¡Jodido cabrón embustero, ella no alaba a tu Jesús pinchado, sino a su profeta Mahoma! -exclamó con desagrado, oponiéndose a Dios-. Te daré lluvia, viento, tormenta. ¡Maldito y jodido capuchino ignorante! Te daré gusanos para pudrir esta carne. ¡Retornaré cuando le vacíe el cuerpo! -Mordió la sábana hasta rajarla.
Estaba escrito, en la sura 16 del Corán que cuando recites el Corán, busca refugio en Dios para deshacerte del maldito demonio. El demonio no puede hacer nada contra quienes creen y confían en su Señor . Y yo acababa de recitarlo. Porque Aisha se reconocería a sí misma por las enseñanzas de Dios todopoderoso a través de su profeta Mahoma y el Hijo de Dios Padre. -¡Te lo manda Jesucristo, esplendor de la Verdad y Sabiduría del Padre! Sus palabras son vida y espíritu… -¡Yo no soy de este mundo! No hay tribunal que pueda condenarme. ¡Yo traigo la destrucción! ¡Íncubo de todas las putas satánicas! ¡Nadie me cortará la polla! -dijo brincando sobre la cama-. ¡Hijas de la grandísima y maldita puta, antes os hago pedazos a todas!
Maldito demonio, abandona el cuerpo de Aisha Cupina. El Poder de nuestro Señor Jesucristo te obliga. Quien fue crucificado logró someter a todas las legiones diabólicas. Jesús el nazareno siempre rescata del Infierno a todas las almas justas.
- Sal de ella, espíritu inmundo…
- La sanaré con cadenas corredizas y cristales rotos. Soy un aguijón sediento de carnaza. Ninguna cerda musulmana podrá rebelarse contra mí o contra mis hermanos serbios. Acariciaré sus huesos con mis garras frías. -Hizo un movimiento fiero e incontrolado.
- Príncipe de las Tinieblas, corruptor de la humanidad…
- Le regalaba flores muertas atadas con una soga. ¡Se me ponía tan dura que no podía soportarlo! -dijo retorciéndose sobre el colchón manchado de vómito, sudor y orina-. Así cogía a tu Aisha y me la follaba hasta correrme.
- Príncipe de la Perversión, destructor de la humanidad…
- Vi como mi lefa, corrida de corridas serbias, se mezclaba con la sangre que siempre soltaba tu Aisha. ¡Aquello me calmaba! -Ladró como si fuera un perro malherido-. ¿Escuchas lo que te digo, cura cabrón? ¡Me calmaba! -gritó.
Dios te expulsará a las profundidades abisales del Infierno.
- Príncipe del Horror, asesino de la humanidad…
- Abrimos en canal muchos cuerpos de esas guarras musulmanas, y nos corrimos sobre toda su sangre -dijo, con voz profunda, mientras se retorcía obscenamente.
Su fin será el Fuego, eternamente. Esta es la retribución para los impíos , podía leerse en la sura 59 del Corán.
- Deja su cuerpo al Espíritu Santo…
- Tu Aisha nunca me dio su aprobación. -El cuerpo de la poseída se movió espasmódicamente. Algo hacía que se moviera de aquella forma involuntaria-. Siempre callada, la muy calientapollas. Mi placer era su espanto.
- Te lo manda Jesucristo, Hijo del género humano, Hijo de Dios… -¡Eh, cura cabrón, cállate un momento! -exclamó iracundo-. ¡Escucha atento lo que te voy a decir! Tu Aisha apestaba a muerte.
- Quien nació sin mancha del Espíritu Santo y de la Virgen Santísima… -¡Escúchame, lameculo de Dios! -insultó al Altísimo.
Oh Señor Jesucristo, expulsa al demonio, y arrójalo a sus profundas fosas de azufre ardiendo. Arroja al demonio a ese lugar abismal y profundo donde Dios lo destinó.