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El DVD tenía pegado una etiqueta impresa donde se podía leer Testimonio de Aisha Cupina. También había escrito, con un rotulador-definitivo, varias fechas recientes, de hacía apenas dos semanas.
Revisé una ficha acartonada que había dentro de uno de los dosieres. Tenía una serie de datos identificativos y numerosas observaciones: Aisha Cupina, nacida en Fo a el 21 de enero de 1970, quedó huérfana a la edad de 14 años, sus padres murieron en un accidente de tráfico a las afueras de Fo a, el padre de origen bosnio fue ingeniero de…, la madre de origen vasco fue profesora de…, Aisha era hija única, tenía ocho familiares vivos en Sarajevo, fue estudiante universitaria antes y después de la guerra…, Titulada en… por la Universidad de…, marido asesinado por soldados serbios el día…, religión musulmana, bosnia, testigo protegido por el ICTY, directora adjunta de… en Barcelona desde el año 2002…, ingreso voluntario en la Unidad de Psiquiatría Avanzada del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau …
Me quedé boquiabierto.
Doblé la ficha y la encajé dentro de mi pequeña libreta blanca de bolsillo, en la que empecé a anotar con un bolígrafo.
Leí varios dosieres al azar, tomando apuntes, para situar en su contexto el testimonio que iba a visualizar en el televisor…
Dragan Talomir, jefe de una unidad militar que perteneció al Ejército de los Serbios de Bosnia, durante el período comprendido entre noviembre de 1992 y mayo de 1994, retuvo a cuarenta y siete mujeres que fueron maltratadas, torturadas y violadas de manera sistemática. Aquellas mujeres fueron esclavizadas sexualmente, en un motel, a las afueras de la ciudad de Fo a. Durante dicho período asesinaron a cuarenta y seis de ellas.
Los responsables directos de aquellas atrocidades fueron Dragan Talomir y los siete soldados serbios y serbobosnios que estaban bajo su mando.
Abrí los ojos todavía más, sorprendido por aquellas barbaridades.
Una de aquellas mujeres, que vivió durante meses el cautiverio en aquel motel de violación, fue vendida por Dragan Talomir a tres paramilitares serbios, con la condición de que fuera ejecutada y enterrada o arrojada al río Drina antes de que terminase la guerra.
Pero el vehículo donde viajaba esta mujer junto a los paramilitares que la habían comprado, fue interceptado por un comando de soldados de la UNPROFOR durante una incursión en territorio serbio. La mujer fue liberada, y se abatieron a los tres paramilitares. Aquella mujer fue la única superviviente de aquel motel de violación. Su nombre: Aisha Cupina.
Fue una testigo ejemplar en el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (ICTY). Durante su cautiverio memorizó nombres, apodos, números, etiquetas, rostros, gestos, expresiones, señales y todo tipo de detalles que demostraron las atrocidades que sufrió durante once meses. El ICTY no pudo juzgar ni a Dragan Talomir ni a los siete ex- combatientes serbios y serbobosnios, denunciados por crímenes de guerra, porque aparecieron ejecutados el 14 de octubre de 2011. Posiblemente se trató de un ajuste de cuentas.
Me alegraba la entereza de aquella superviviente, denunciando lo sucedido, pero lo que se relataba en los informes era escalofriante, capaz de pararle el corazón a la persona más sensible.
Introduje el disco en el reproductor de DVDs y pulsé el play.
El video comenzó con una conversación distendida. Y al cabo de unos diez minutos, la psiquiatra centró la conversación en el testimonio de Aisha.
Fue una entrevista dirigida por la psiquiatra, tras el ingreso voluntario de Aisha en la Unidad de Psiquiatría Avanzada.
Según el primer parte médico, Aisha había sufrido una recaída.