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- Muchas gracias. -Se dirigió a ellos con una amplia sonrisa-. Caballeros, ha sido un placer trabajar con vosotros.
- Serán unas fotos muy bonitas -le dijo Carles a Marta-. Así que el placer será para todo el equipo cuando tengamos listo el álbum digital para la edición. La gerencia te confirmará la publicación de las fotos elegidas dentro de unas cuatro o cinco semanas…
La sesión de fotos se daba por terminada. Los tres aprovecharon los últimos minutos que les quedaban para charlar. En breve entrarían otros compañeros de trabajo en el estudio. Había que retirar el atrezzo y gran parte del equipo de iluminación.
Marta les comentó la buena acogida que tenía la revista en Estados Unidos, concretamente en New York, Los Ángeles y Miami, donde había estado trabajando. A las cifras de venta había que añadirle el entusiasmo popular, la buena acogida de la revista en boca de la gente. Aquel enfoque erótico de las fotos publicadas en Women Top, en tierra editorial de nadie, servía de puente entre las publicaciones de desnudos artísticos y las revistas literalmente pornográficas.
Hubo una parte de la conversación entre Marta, Carles y Pablo que fue toda una declaración de intenciones.
- Hay un sector muy conservador en este negocio que niega el carácter artístico y erótico de la revista -comentó Carles. -¿De qué te sorprendes? -ironizó Marta-. Siguen atravesando el túnel de siempre.
- Hace mucho tiempo que descarrilaron en medio del túnel -matizó Pablo.
Se despidieron como habían empezado la sesión: entre risas. Marta les invitó a una cena. Quedaba dicho y apuntado en las agendas. Estarían en contacto. Quería presentarles a Miguel. Los cuatro harían buenas migas frente a la mesa de un buen restaurante.
Marta salió del estudio por una puerta que comunicaba directamente con los vestuarios. Allí le esperaba una de las secretarias. -¿Marta Feliú? -preguntó cortésmente.
- Sí, soy yo.
- Tengo un recado para usted.
Semejante formalismo incomodó a Marta. A ella le gustaba el tuteo, y lo había dejado claro durante todo el telefilme. No creía que su uso fuese una falta de respeto hacia otra persona. Todo lo contrario. Le parecía una costumbre muy sociable. Además, si aquella mujer le doblegaba la edad, Marta pensaría que el tratamiento de cortesía no se estaba empleando correctamente.
- Miguel Sánchez le comunica que le está esperando con su vehículo frente al vestíbulo del edificio.
- Muchas gracias. Te agradezco el recado.
Se cruzaron una mirada de agradecimiento. La secretaria se marchó de los vestuarios con una media sonrisa forzada.
Marta hurgó en su bolso, buscando su teléfono móvil. Tras cogerlo, comprobó que tenía una llamada perdida de Miguel y otras tantas de familiares y amigas.
Marcó el número de Miguel, quien descolgó al primer tono de llamada.
- Dime, bonita, ¿has terminado?
- Sí, corazón. Me visto y bajo -respondió Marta con tono meloso.
- Te espero frente al hall…
- De acuerdo. Bajo en unos minutos.
- Adiós, adiós…
- Ahora nos vemos, corazón. -Marta colgó el teléfono y lo guardó de nuevo en su bolso.
Marta comenzó a peinarse. Se hizo una práctica y elegante cola, que serpenteaba por un lado de su cuello hasta apoyarse en su provocador canalillo.