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perversiones-. Los combates fueron muy duros. ¡Combatir contra Aisha me liberó de tu Dios, cura cabrón! No me arrepiento. ¡Volveremos mil legiones para reventarla!

- Señor mío -rezando el Acto de contrición-, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser quien eres, bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes castigarme con las penas del Infierno. -La poseída me hizo un gesto lascivo con la lengua-. Ayudado por tu divina Gracia, ofreciendo mi vida, obras y trabajos en satisfacción de mis pecados, firmemente me propongo no pecar nunca más, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta, para no volverte a ofender jamás. Amén. -¡Coge del brazo a esta esquinera y llévatela a la calle de tu iglesia! ¡Comercia con ella!

- Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre. Venga a nosotros tu Reino. -La posesa, que no dejaba de mirarme, desafiante, se rió-. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. -Para librarnos del mismísimo Satanás-. Amén. -¡Gilipollas! ¿Crees que te darían algo por tu Aisha? Es un estropajo roto. ¡Tu zorra es demasiado barata!

Recé tres veces el Avemaría.

- Dios te salve, María, llena eres de Gracia. El Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Dios te salve, María, llena eres… Amén. Dios te salve… Amén.

El Santo Rosario era el instrumento católico más eficaz para la destrucción masiva del demonio. Pero ejercía sobre los poseídos una dominación que no se manifestaba por demostraciones de fuerzas violentas, sino que se mostraba de forma indirecta sobre el estado interno de dichos posesos, predisponiéndoles al abandono general y absoluto de la doctrina demoníaca: la depravación, el bestialismo, la perversión, la codicia, el oportunismo, el cinismo, la incultura, la violación de los derechos humanos… -¡Y ahora me vas a marear con la zorra de tu virgencita María! ¿A tu Dios le interesaría una fulana musulmana? -blasfemó con brutalidad.

El cielo tronó tres veces en aquel preciso instante.

Satanás, bestia que siempre has incumplido los mandamientos de Dios todopoderoso.

Era imposible que el demonio pudiera martirizar a un ser tan puro e inocente como la Virgen María. ¡Ella fue quien permitió al Espíritu Santo fecundar en su vientre a nuestro Señor Jesucristo! ¡Ella fue quien, con todo su amor, derramó sus lágrimas por su hijo crucificado! La Reina de los Cielos en su jardín de rosas. Stella Maris desde el principio de los tiempos. Santísima Virgen María por los siglos de los siglos. Amén.

Llamaron a la puerta de la habitación.

La golpearon con insistencia.

Al acercarme a la puerta, pensé que alguien del personal médico se había olvidado de que aquel pasillo del hospital estaría clausurado durante cuarenta y ocho horas.

Abrí la puerta, después de marcar el código 1975, dispuesto a reprender al inoportuno y despistado visitante.

Perdone, pero no puede estar aquí: estuve a punto de decirle, aunque habría sido inútil.

Allí no había nadie.

He escuchado cómo alguien aporreaba la puerta, me recordé. Pero allí seguía sin haber nadie…

Escuché la risotada de la poseída a mi espalda.

Europa bonita
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