75
25
Primer descanso El pasillo, sin ninguna ventana que diera al exterior, seguía silencioso y solitario.
Desde allí era imposible escuchar la lluvia torrencial que caía en aquel momento sobre la ciudad. Pero los turbulentos fenómenos atmosféricos de aquella noche no daban ni un minuto de tregua. A pesar de que los aparatos climatizadores del hospital funcionaban a pleno rendimiento, tenía la sensación de que la humedad había conseguido atravesar aquellas paredes.
Esperaba que el ambiente no se hiciera irrespirable. Pero aquello era lo más parecido a una selva tropical durante la estación más calurosa.
Tenía el cuerpo pegajoso. Y la túnica no me ayudaba a refrescar mi cuerpo, porque la tela se había humedecido. Era algo sofocante.
Pesaba la lluvia, la tormenta, la túnica y el aire del hospital. Y sumando la pesada carga del cuerpo poseído, el panorama resultaba más agobiante todavía: ¡Sé paciente y templado!, me recordé.
Me senté en uno de los bancos que estaban dispuestos al lado de cada una de las puertas de las habitaciones. Unas reproducciones gaudianas del banco sinusoidal que había en el Parc Güell. Sus formas eran verdaderamente apacibles y harmoniosas. Muy inspiradoras.
- Oh Dios, líbrame con tu fuerza de todas las ataduras, los engaños y la maldad de los espíritus infernales y guárdame incólume. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Recé el Padrenuestro. Y me quedé en silencio durante una hora, meditando aquella oración.